Sólo al final –recuerda Couceyro– hubo intensidad sexual entre SofÃa y RÃmini. Estuvo muy bien: la escena respeta la rapidez, la incomodidad de la novela. Tiene algo un poco necrofÃlico.
–¿Cómo se diferencia entre las mujeres de RÃmini?
–SofÃa va hacia un lugar de oscurecimiento y focalización. Sólo puede ver la foto. Está capturada por una sola imagen. Las tres nos cruzamos sólo en la conferencia, que termina en el accidente de Vera. A diferencia del libro, las actrices (Couceyro, Moro Anghileri, Ana Celentano) somos bastante parecidas, las tres morochas, a pesar de que en algún momento se habÃa pensado en diferenciarnos, pero por suerte no pasó. Nancy (Ardú), sin embargo, es sólo una aparición que desencadena el final, pero está mucho más desarrollada en el libro. Es interesante que nos parezcamos; es la idea de repetir un modelo.
–El personaje de Vera se reduce a la función de celar; SofÃa es más compleja...
–El personaje de Vera es mucho más superficial, y también es una función en cuanto a recobrar un interés sexual de parte de RÃmini, con la misma función que tiene la cocaÃna: hacerle probar cosas que habrÃa probado mucho antes si no hubiera estado con SofÃa, más lógicamente a los 22 que a los 30.
–¿Cómo fue trabajar con Héctor Babenco?
–Es muy perfeccionista; toma mucho tiempo hasta que encuentra lo que quiere. Es muy obsesivo con los personajes chiquitos y con la dirección hasta de los extras. Está muy apasionado todo el tiempo con lo que hace.
–¿Eso permite que se mantenga la levedad, la ligereza de las aventuras sentimentales de RÃmini?
–Para mà lo que quedó es una mezcla: la escribió Federico León con Babenco, que tiene un sentido de lo masivo, de lo popular y comprensible, y en la dupla hubo una combinación interesante, la de ellos dos juntos trabajando durante meses.
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