Viernes, 7 de octubre de 2005

Las telenovelas están creadas para ser producidas y emitidas de forma diaria y en capítulos de una hora. Es importante que se respete este formato, porque variaciones de frecuencia, días y horario discontinúan la narración, hacen perder efectividad al gancho final de cada capítulo y, en muchos casos, pierden público. Las tramas, las intrigas, el suspenso, están en función de la narración de una historia seriada, continua, que cuenta una historia en más de cien capítulos. El público de ficción es seguidor de género, pero si no se siente respetado por los programadores, la disconformidad aparece fuertemente. Un sentimiento que no sirve a los objetivos de crear vínculos duraderos y posicionar un espacio para el género. Para que el público pueda incorporar la historia a su vida cotidiana, es básico el compromiso del canal a respetarlo, como lo hace Telefé. La forma en que la competencia programó sus novelas espanta a los televidentes.
Si se respetan estas cuestiones, la telenovela es un género muy generoso: permite crear fuertes vínculos de audiencia, quienes ofrecen una gran fidelidad hacia los programas y, por transición, hacia los canales que las emiten; soluciona franjas de programación durante un largo período de tiempo; genera ganancias por ingresos de publicidad en tanda, y de PNT si son nacionales, y una adquisición a bajo costo si son enlatados extranjeros. La telenovela bien entendida es una excelente apuesta artística y, a la vez, un negocio redondo.
* Consultora en comunicación y periodista especializada en medios.

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