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Sábado, 17 de septiembre de 2005
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DEBATE: ¿LA MEDICINA HOMEOPATICA ES CIENTIFICA?

La historia sin fin

Por Sergio Di Nucci
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A medida que la ciencia se aleja de las personas de carne y hueso, cada vez se ve más contestada y suplantada por métodos anticientíficos. Porque la homeopatía se cuenta entre los métodos anticientíficos más populosos y populares, resulta, por eso mismo, uno de los más peligrosos para la salud pública. A esta conclusión ha llegado, con la debida nota alarmista, una investigación de estudiosos suizos e ingleses que reproduce la reputada publicación médica The Lancet. El estudio asegura que los remedios homeopáticos carecen de reales poderes curativos. O que en todo caso los efectos que éstos generan son imperceptibles desde el punto de vista científico. No es nueva la equiparación de los efectos de la homeopatía a los del placebo. Sí lo es, en cambio, la radicalidad con que los investigadores divulgaron la noticia entre los medios mundiales más influyentes. Es que uno de los autores del estudio es Matthias Egger, quien en noviembre de 2004 había denunciado, también desde las páginas de The Lancet, los efectos adversos del anti-inflamatorio Vioxx, que hoy les hacen ganar juicios multimillonarios contra el laboratorio a los familiares de las víctimas mortales.

El estudio había sido encomendado por el organismo oficial de Salud Pública suizo para decidir si los tratamientos homeopáticos debían formar parte del catálogo de su “oferta” terapéutica. El país, a contrapelo de Europa, decidió no incluirlos. O integrarlos a otro nivel de terapias. Si ahora se acepta que los resultados de la homeopatía contradicen los estándares básicos de la ciencia médica, ellos encontrarían sin embargo su lugar en el plano de la psicología humana.

No pasarán

Egger y sus colaboradores analizaron 110 estudios clínicos en los que se aplicaron alternativamente placebos y tratamientos homeopáticos para enfermedades respiratorias, para distintos tipos de alergias, para problemas musculares y para otras patologías que imponen intervenciones anestesiológicas. Luego se comparó la eficacia de los tratamientos con placebo respecto de los tratamientos convencionales. Hay que agregar que los casos clínicos seleccionados comprendían desde aquellos de modestas dimensiones hasta otros de mayor entidad científica y metodológica. El resultado al que llegaron los investigadores es que los efectos del tratamiento homeopático y los del tratamiento convencional terminaban mostrando cierta eficacia en los casos clínicos menores. Pero al focalizar sobre los de mayor gravedad e importancia, la homeopatía no producía efectos o, si se quiere, los mismos efectos y valores que el placebo, mientras que los tratamientos convencionales sí tendieron a mostrar registros, o registros notablemente más contundentes a los del “fármaco simulado”.

Desde luego, los resultados del estudio han sido recibidos con escepticismo por parte de los principales referentes de la comunidad homeopática. La reducción de los efectos de la homeopatía a simple placebo ha coloreado una historia de denuncias contra esta disciplina que para sus defensores es ciencia, con todas las letras. Una de las objeciones al estudio suizo/británico alega que este genera conclusiones artificiales porque parte de condiciones artificiales, es decir, de laboratorio. Y lo que importa, para la homeopatía, no son ciertos valores de registros surgidos en el examen químico sino el resultado al final del camino que impone el tratamiento. Para los homeópatas, el estudio parte de una ignorancia fundamental: la de que uno de los principios de la disciplina homeopática es la sistematicidad “óntica” del tratamiento, en el que el homeópata juega por supuesto un rol fundamental e intransferible.

Silvio Garattini, del Instituto Mario Negri de Milán, aseguró que “el estudio en Lancet representa la enésima confirmación de tantos otros trabajos científicos que se han acumulado a lo largo del tiempo y que no han podido evidenciar la eficacia de la homeopatía”. Y sin embargo la homeopatía no ha dejado de crecer a lo largo de todo este tiempo, desde clínicas especializadas en los países del primer, segundo y tercer mundo hasta todo tipo de productos homeopáticos que se pueden adquirir hasta en los almacenes de barrio. En 2002, el ilusionista norteamericano James Randi ofreció un millón de dólares para aquel que fuese capaz de distinguir el contenido de cinco ampollas de productos homeopáticos sin etiqueta. Como nadie hasta el momento pudo ganarlo, Garrattini se pregunta: “¿Y por qué estos productos indistinguibles pueden ser vendidos como distintos unos de los otros y como dotados de una supuesta eficacia?”.

Placebo en gotas

En Inglaterra, donde la homeopatía forma parte del Servicio de Salud Nacional y el fervor homeopático crece día a día, actualmente se debate si el médico de cabecera debe asumir la responsabilidad de informar a sus pacientes sobre los resultados de este estudio. The Lancet, no sin alarmismo, afirma que el tiempo para más estudios se ha terminado y que los médicos deben ser honestos con sus pacientes acerca de la ausencia de beneficios que arroja la homeopatía. Por supuesto, añade el profesor Egger, “reconocemos que probar un negativo es imposible. Pero los estudios sobre la homeopatía no mostraron diferencias entre el placebo y el remedio homeopático, mientras que en el caso de las medicinas convencionales se pueden ver efectos”.

Desde la Asociación de Homeópatas en Inglaterra se dijo que, por el contrario, la Organización Mundial de la Salud ha aceptado los numerosos estudios que en los últimos cuarenta años demostraron que los efectos homeopáticos, en el hombre y en los animales, son superiores al placebo. Y ante las críticas, los defensores de la homeopatía cuentan, como refutación, el incremento del fervor homeopático en Inglaterra y en el mundo. El éxito, o el tiempo, lo prueban todo. Y finalmente, en nuestro incierto siglo XXI, ¿qué corazón de piedra obstinadamente iluminista es lo suficientemente cruel como para asegurarle a la abuela que su alergia cutánea no fue curada por ese frasquito homeopático con nombre vagamente latino?

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