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Sábado, 22 de junio de 2002
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CAFE CIENTIFICO: USOS DE LA ENERGIA ATOMICA

El debate nuclear

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Por Martin De Ambrosio

En sus comienzos, hace ya unos 50 años, y pese a su pecado de origen militar, la energía nuclear parecía ser la solución a todos los problemas energéticos de la humanidad, sobre todo cuando se empezó a tener la certeza de que el petróleo se acabaría inexorablemente. Era ideal: limpia, segura y virtualmente ilimitada. Sin embargo, como pasa con todas las panaceas –o con todo lo que se promueve como tal–, las cosas resultaron un poco más complicadas y, desde hace un par de décadas por lo menos, la cuestión alrededor del uso pacífico de la energía nuclear –principalmente como fuente de generación eléctrica– está envuelta en una polémica en la que intervienen organizaciones ambientalistas, la industria nuclear, los sectores científicos y la población en general, generando posiciones apasionadas y en apariencia irreconciliables. Precisamente sobre las consecuencias del uso pacífico de la energía nuclear, justo cuando en Argentina se discuten las condiciones del contrato de una empresa que le vendió tecnología nuclear a Australia –vericuetos constitucionales incluidos– rondó la cuarta charla de Café Científico de este año, organizado por el Planetario de la Ciudad los terceros martes de cada mes en la Casona del Teatro. (El próximo café será el 16 de julio y el tema será “Orígenes del lenguaje”.)

Aclaracion y presentacion
Esta vez, hay que remarcarlo, el Café Científico fue distinto. Sea por las connotaciones públicas y políticas que tiene el tema, o por lo que fuese, la cuestión es que predominaron los aplausos, las interrupciones, los gritos, las vivas y exaltaciones varias, antes que el respetuoso silencio por los oradores. Por primera vez, los temas estrictamente científicos quedaron en un segundo plano, opacados por una cuestión que despertaba pasión antes que nada. Incluso cambió la metodología: contrariamente a lo que solía suceder, las preguntas –y no las presentaciones iniciales– fueron más importantes y lo que se ha elegido transcribir.
Los expositores fueron Antonio Tersigni, ingeniero que trabajó 35 años en la Comisión Nacional de Energía Atómica, y Juan Carlos Villalonga, coordinador de la Campaña de Energía de la organización ecologista Greenpeace. Mientras Tersigni eligió mostrar un estilo excitado y vehemente, Villalonga adoptó un perfil más calmo y expositivo. Por el tono, a la alocución de Tersigni se la debería transcribir siempre entre signos de exclamación (¡!), pero se ha elegido marcar con tales signos –por razones de economía de recursos gráficos– sólo a los momentos más álgidos de su exposición.

Opciones
Juan Carlos Villalonga: –Dentro de las opciones energéticas, la nuclear es una de las que despierta más polémicas. Prometía seguridad, bajo costo y una energía inagotable. Pero a partir de la década del 70, con el nacimiento de los movimientos ambientalistas en todo el mundo, la crítica hacia la energía nuclear se hizo cada vez más fuerte. Tres aspectos tiene la energía nuclear como criticables, que hacen que aún hoy deba rendir examen permanentemente: uno, el origen militar que tiene el desarrollo tecnológico, porque es un subproducto de los usos bélicos; y esto no ha cambiado, porque los programas nucleares suelen llevar de la mano ambos desarrollos. Hoy, muchos subsidios y muchos programas militares sustentan el desarrollo de esta opción energética. Dos, los riesgos inherentes a su uso, no sólo en los reactores sino en todo el ciclo del combustible (desde la minería de uranio, su procesamiento y el manejo de la gestión de los residuos nucleares). El tercer elemento es la cuestión económica, porque los controles necesarios para el uso de la energía hacen imprescindible gastar mucho dinero y así fue que se transformó en una energía cara, contrariamente a lo que se pensaba en el principio de la edad nuclear. Por eso, ningún empresario que quiera invertir en el campo energético va a poner plata en esta energía cada vez más cara. La Argentina, que privatizó en la década pasada todas sus fuentes de energía, no consiguió comprador para sus centrales nucleares.
Antonio Tersigni: –La gran cantidad de gente que vino esta noche indica un poco el gran interés que se tiene por estos temas. Y lo cierto es que hay una especie de rechazo social por la energía nuclear, seguramente por culpa de Hiroshima y Nagasaki, donde murieron 200 mil personas. Pero resulta que no sólo de las centrales nucleares proviene la radiactividad. Todos nosotros somos radiactivos. Esa señora, yo, y también ustedes. Somos radiactivos porque tenemos carbono 14 en nuestro interior, tenemos potasio 40. Y les digo más: estuve seriamente pensando si venir o no esta noche acá porque desde el punto de vista radiológico es más peligroso estar con ustedes unas horas que vivir sobre un repositorio nuclear. Cada uno tiene 100 becquerel (un becquerel es la unidad que se usa para medir la radiación por kilogramo, lo que indica que hay desintegraciones nucleares. Un becquerel indica que hay una desintegración nuclear por segundo; 100 b significa que hay 100 núcleos por segundo que se están desintegrando). Todos ustedes me están irradiando de ese modo, más que en un repositorio, porque a un repositorio yo le puedo poner un capuchón de plomo, pero a ustedes no. Y menos a mi señora; yo me la banco, porque evalúo costo-beneficio-riesgo (risas). Ahora bien, se puede demostrar fácilmente que la energía nuclear es la más limpia y la más segura. La gente no sabe lo que es seguridad, peligrosidad y riesgo. Una cosa peligrosa tiene un riesgo potencial asociado, pero si adopto las medidas de seguridad, baja el riesgo. Una víbora cascabel, si yo desconozco qué es y me la llevo como mascota, me puede matar. Pero si sé que es una cascabel, adopto las medidas de seguridad y le extraigo el veneno. El avión es el medio de viajar más seguro, pero mucha gente le tiene miedo igual.

A continuacion, las preguntas
Las preguntas del público que como nunca abarrotó la Casona del Teatro enseguida fueron hacia el punto que más rispideces genera: la importación de “desechos nucleares” de Australia, luego de que la empresa argentina Invap le vendiera un reactor nuclear a ese país. (Parece saludable en este caso el uso de las comillas porque la cuestión de la definición, establecer qué es un “desecho nuclear” y qué no, está en el centro del debate sobre todo porque la Constitución Nacional prohíbe el “ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos”, en su artículo 41. Tan lejos llega el debate semántico que se discute si “desecho” es sinónimo de “residuo” o no.)
–¿Por qué Australia quiere que los “desechos nucleares” se traten en otro país?
Tersigni: –Bueno, no son desechos. Son elementos combustibles agotados, que mandan al país para vitrificarlos –hacerlos vidrio– y luego devolvérselos. Australia no lo puede hacer porque la presión popular ha hecho que no pueda usar la energía nucleoeléctrica, eso impide su desarrollo nuclear y que compre la energía llave en mano. Pero no son desechos.
Villalonga: –Hay que decir que es un requisito del contrato, un requisito ambiental que puso el gobierno australiano. Porque lo cierto es que hay un fuerte rechazo al transporte de sustancias altamente radiactivas, y Australia lo que debería hacer es un tratamiento de los residuos in situ, en su propio territorio. Y es justamente una sugerencia que el Senado australiano le hizo al gobierno de ese país. Es lo que debería estar reclamando el Senado argentino, pero paradójicamente lo hizo el Senado de Australia.
–Más allá de las cuestiones económicas, nucleares o ecológicas, si nos colocamos desde un punto de vista objetivo, ¿quién tiene razón, qué conviene hacer ahora, teniendo en cuenta que no existe el riesgo cero para ninguna actividad, nuclear o no?
Villalonga: –Sin duda que la radiación natural es inmensa. Pero lo que tiene la radiación artificial es que está notablemente concentrada; cuando se produce un accidente, hay una radiación enorme, desproporcionada y muy peligrosa. A ver si me permiten una imagen: el atentado a las Torres Gemelas seguramente no produjo un aumento de la mortalidad global del planeta, en la población total. Pero igual ciertamente nos preocupan los atentados. Es que hay eventos que, sin modificar las tasas globales, sí tienen una incidencia. Algo así es la radiación concentrada. A escala global se pierde el efecto de actos puntuales. Pero no es una preocupación irracional del movimiento ambientalista. Sobre todo si tenemos en cuenta que es inmensa la cantidad de países cuyas políticas nucleares están restringidas. Son países muy conservadores en la materia, pero no tienen políticas irracionales sino todo lo contrario. Por lo demás, no hay radiación inocua, quédense intranquilos nomás.
Tersigni: –Aquí lo que importa es ver cómo se gestiona una sustancia que es peligrosa, ya sabemos, y por eso las medidas de seguridad. Lo que tiene de único la energía nuclear es que brinda mucha energía por unidad de volumen, muchísima energía en un espacio muy reducido. Lo que pasa con los molinos de viento, que es la energía que propone Greenpeace, es que se necesitan muchos... Si yo tengo que desarrollar un programa energético para un país, me fijo en las condiciones digamos naturales que tiene ese país. La Argentina tiene que tener una mezcla de recursos energéticos, porque tiene ríos, minas de carbón, petróleo, de modo que hay que hacer las elecciones teniendo en cuenta los lugares para los que se elige. Por ejemplo, Madame Curie, Pierre Curie, Irene Curie y Joliot-Curie, todos con Nobel ganados, les dijeron a las autoridades francesas que nunca renunciaran al desarrollo nuclear para lograr energía porque Francia no tiene petróleo y depende sí o sí de la fisión.

Politica y atomos
–No hablaron nada de los intereses políticos y económicos que se juegan con todo esto. Porque más allá de la importancia de la energía nuclear, que no niego, tengo mis sospechas porque en este país se hacen muchas cosas por debajo de la mesa.
Villalonga: –El acuerdo que firmó la Argentina con Australia obliga al Estado nacional a hacerse cargo de todo lo que firmó Invap allá, sobre todo en lo que hace a reprocesamiento o reacondicionamiento de los materiales. Los costos de instalar esa planta en la Argentina los vamos a pagar todos nosotros, porque por supuesto no se van a amortizar con lo que gane la empresa Invap en Australia. Otra vez, el Estado nacional es el socio tonto de las aventuras comerciales de la empresa Invap.
Tersigni: –Respecto del tema Australia, para mí lo importante es que la Argentina le está vendiendo tecnología a un país del Primer Mundo, entonces no importa si nos quedan 90 o 200 millones de dólares. Y la Argentina le ganó en la licitación internacional a Francia, a Inglaterra y a Canadá. Uno de los puntos era que –así como los elementos del reactor que está en uso en Australia desde hace 40 años se tratan en Francia– se debían tratar esos elementos. Entonces, Invap consulta a autoridades y constitucionalistas y le dicen “sí”, porque se trataría de elementos en tránsito y no se los reprocesa sino que se los vitrifica y se los devuelve. Por lo tanto no viola nada.
Villalonga: –Es lógico que la gente sospeche, porque en este caso le están mintiendo. En los últimos dos años lo más destacable de la política de Invap fueron las mentiras y el ocultamiento. Se mintió cuando se anunció el contrato comercial y se ocultaron ciertas cláusulas, que fueron dadas a conocer por las organizaciones ambientalistas. Se ocultaron las negociaciones posteriores para darle garantías al gobierno australiano, en una actitud vergonzosa del Gobierno argentino. Se ocultó el texto del acuerdo cuando se firmó en Buenos Aires; lo conocimos mucho después. El Senado hizo un trámite secreto, para llevarlo a sesión sin pasar por comisiones. Luego, en Diputados estalló el escándalo. Si hoy estamos debatiendo es porque la gente lo exigió. Y está bien que no se les crea a los mentirosos. Mentirosos del Gobierno, del Invap, y de la Cancillería que ocultó esto.

Tratamientos
–¿Se tiene previsto cómo se van a tratar estos desechos o se prometió algo que todavía no se sabe cómo se va a hacer?
Villalonga: –La Argentina no hace este tipo de tratamiento, no tiene ningún antecedente en la materia. Nos vamos a involucrar ahora para satisfacer el pedido australiano. De hecho, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) había aprobado un plan de gestión de residuos radiactivos, que colocaba como fecha, para tomar la decisión acerca de tratarlos o no, el año 2030. Ahora estamos cambiando esa política por pedido australiano, y es sólo uno de los cambios de conducta que ha mostrado la CNEA para adaptarse al contrato.
Tersigni: –Insisto, no son desechos, no son residuos. Son “elementos combustibles agotados” a los que solamente hay que ponerles una funda de vidrio. En cinco años, lo que ahora es un “desecho” no será más “desecho”. Ya lo está haciendo Estados Unidos: irradia los “desechos”, que son los materiales de fisión, que son radiactivos, se produce su transmutación y se transforman en recursos. ¡No los llamen más “desechos”, por favor!
Villalonga: –Para no especular más sobre las definiciones, les propongo que lean la ley nacional de gestión de residuos radiactivos que define qué es precisamente un residuo radiactivo. Ahí queda claro que un combustible nuclear irradiado es efectivamente un residuo. No hay tanto que especular, lo que pasa es que hay toda una estrategia para tratar de violar la Constitución y las leyes, para adaptarse a una aventura comercial de Invap en Australia. Pero ésta es la ley, acá no hay discusiones. Quienes así hablan deberían honestamente tratar de modificar la ley... No se puede estar permanentemente violando las leyes porque, si no, no tendría sentido legislar en materia ambiental o nuclear, porque permanentemente tenemos la rebeldía del sector nuclear para romper este tipo de definiciones o límites.
Tersigni: –Esa ley de residuos, ¡está mal!, ¡está mal! La Constitución está mal, y la ley refuerza el error. Pero por suerte la Convención de Viena, que como tratado tiene fuerza supraconstitucional, establece normas internacionales que dicen que la gestión segura de elementos combustibles agotados y los desechos radiactivos son cosas distintas.
Villalonga: –Fíjense que para la Comisión Nacional de Energía Atómica hasta hace pocos días –ahora se cambió– en un texto de divulgación que se veía en la página web de la CNEA (www.cnea.gov.ar) claramente definía un combustible quemado como residuo de alta actividad. Esto ahora se cambió, en esta tónica de cambiar con el codo lo que se escribió con la mano, para adaptarse al contrato de Invap.
En ese momento, una persona del público dijo pertenecer a la CNEA y casualmente haber escrito ese texto. Creyó oportuno intervenir:
“Ese artículo lo escribí junto a mi hijo de 13 años para un trabajo que tenía que hacer para el segundo año de la escuela ORT, y la definición sobre qué es un combustible gastado, y qué es reprocesar y qué no, es algo que excedía el objeto del trabajo. Y no es que lo cambiamos ahora porque cambiamos nuestra idea de lo que es un combustible gastado”.

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