La ciencia suele arrojar descubrimientos cada tanto, que cambian todo lo que se venÃa pensando hasta la fecha sobre algún tópico. Por lo general son pequeños descubrimientos, que luego se van engrandeciendo a la luz de los estudios para confirmarlos, e ir aumentando el conocimiento que aportan. El caso del Ardipithecus ramidus es bastante más espectacular. Primero se descubrió un diente que llenaba de dudas a la comunidad paleoantropológica, seguido por un silencio de radio que duró 17 años. Luego de no saber nada sobre este enigmático homÃnido, explota la bomba con once artÃculos cientÃficos y un video publicados al mismo tiempo que patean el tablero de la evolución humana.
Para que nos hagamos una idea, este fósil es el más antiguo de la rama evolutiva humana. Tiene 4,4 millones de años, y representa algo totalmente nuevo.
Hasta ahora entre nuestros ancestros habÃa tres tipos de adaptaciones, estaban los Australopitecos gráciles, los Australopitecos robustos y los humanos, dentro de los cuales ubicamos no sólo a los Homo sapiens, sino a sus ancestros, el Homo erectus y el más antiguo Homo habilis.
Los australopitecos eran los más antiguos y primitivos, eran todo lo que uno se podÃa imaginar para un ancestro de los humanos. El más famoso australopiteco es una mujer, Lucy, con 3,2 millones de años, que era bastante parecida a un chimpancé, sólo que tenÃa pies similares a los nuestros, o sea, más adaptados al caminar bÃpedo.
Asà los paleoantropólogos creÃan que si Ãbamos más lejos en el tiempo, encontrarÃamos al primate que dio origen tanto a esta rama evolutiva humana, como a la rama evolutiva que derivó en los monos actuales como el chimpancé.
Mayoritariamente se pensaba que ese antepasado común no habrÃa sido muy diferente de los chimpancés actuales, lo que ha llevado al error popular de asumir que descendemos de un mono como los de hoy en dÃa. El Ardipithecus ramidus echa por tierra esa visión, ya que es uno de los más antiguos y más cercanos al antepasado común, y no tiene absolutamente nada que ver con un chimpancé actual.
¿Qué nos dice esto? Que el nuevo fósil era más arbóreo que los monos actuales, que se caracterizan por ser más terrestres, al igual que nosotros y nuestros antepasados del género Homo. Esto permite imaginar que el ancestro común habrÃa sido del todo arbóreo, y habrÃa dado lugar a dos lÃneas evolutivas diferentes, pero ambas terrestres: una caminó sobre sus dos patas, y la otra no. Ardipithecus caminaba en dos patas, pero no de la forma que lo hacÃan los australopitecos y nosotros.
La nueva especie fósil del árbol evolutivo humano fue descubierta entre 1992 y 1994, en Aramis, EtiopÃa. En total son 110 fragmentos de hueso fósiles, que corresponden a unos 35 individuos. Pero la estrella es el fósil de una mujer apodada Ardi.
Ardi es el individuo más completo y lo es en un grado más que importante, lo que ayudó mucho a conocer cada aspecto de esta nueva especie. Está igual de completo que la famosa Lucy, una Australopithecus afarensis que era la estrella de la paleoantropologÃa hasta la fecha.
Se han recuperado ambos brazos de Ardi, ambas manos, los dos pies, la pierna derecha, parte de la pelvis, unas cuantas vértebras y un cráneo casi completo, con dientes y todo. Un fósil tan completo es algo rarÃsimo en la paleoantropologÃa; los casos como éste se pueden contar con los dedos de una mano. Muchas veces apenas si se tiene algún diente, o un único fragmento de hueso.
El estudio de estos restos, más los de los otros individuos, les ha permitido a los paleoantropólogos ver a una especie totalmente diferente de lo que se venÃa observando entre los homÃnidos, que son los fósiles pertenecientes a nuestra rama evolutiva.
Su rostro era más vertical que el de los chimpancés, o sea más cerca de como es nuestra cara. La mandÃbula se muestra menos protuberante que la de un chimpancé, y no tenÃa dientes incisivos filosos, como la mayorÃa de los monos actuales. Los dientes de Ardi y sus compañeros también tienen bastante que decir sobre su sociedad.
Es que entre los chimpancés actuales, como en el caso de otros monos, los machos suelen tener los dientes más grandes que las hembras, cosa que no ocurrÃa entre los australopitecos o los humanos. Los Ardipithecus tenÃan los dientes sorpresivamente menos afilados, y menos diferenciados entre sexos, lo que nos dice que su estructura social no era como la de los monos actuales, sino más parecida a la que tendrÃan nuestros ancestros más directos.
Otro dato llamativo es que la base del cráneo era corta, lo que le permitÃa balancearse sobre la espina dorsal. Esto es indicador de que caminaba sobre dos patas. Evidencia apoyada por la forma de la pelvis y de los pies.
Pero estos últimos no eran ciento por ciento los pies de un bÃpedo, ya que tenÃan un pulgar oponible, o sea eran más parecidos a una mano que a un pie, lo que le permitÃa agarrarse a las ramas de los árboles.
Ardi vivÃa en un medioambiente boscoso, con pequeños parches selváticos densos. Lo surcaban arroyos, y no muy lejos habÃa áreas más abiertas tipo pradera. Pero donde vivió Ardi era un paisaje cerrado, que compartÃa con animales como loros, búhos, tigres diente de sable, hienas, osos, nutrias, otros primates, y un largo etcétera.
Estos datos tan completos son el fruto de 17 años de estudios. En 1994 se dio a conocer el descubrimiento de uno de los dientes de Ardi; por un momento fue el homÃnido más antiguo, después desapareció y no se habló más de él hasta ahora. Sólo circulaban historias en el mundo de la paleoantropologÃa, pero no se publicó nada hasta que Science incluyó once artÃculos, resultado de un estudio llevado a cabo por decenas de cientÃficos de todas partes del mundo y diferentes campos de la ciencia.
Es un hecho sin precedentes en paleoantropologÃa. Esos once artÃculos cientÃficos dan una cobertura completa a la anatomÃa, el paleoambiente y las interpretaciones evolutivas de Ardi. Se han estudiado los restos fósiles de todas las maneras posibles, y no sólo eso, sino que han estudiado todo el paleoambiente de los yacimientos donde fueron descubiertos, para saber con qué animales convivÃa y qué tipo de vegetación habÃa.
Todo este trabajo fue coordinado por Tim White, de la Universidad de California, descubridor de los primeros restos. White también formó parte del grupo que descubrió a la otra estrella de la paleoantropologÃa: Lucy.
Se ha escrito por allà que este increÃble esfuerzo cientÃfico es, para el pequeño campo del estudio de la evolución humana, como si White hubiese estado construyendo un súper colisionador de hadrones como el LHC bajo nuestras narices. Pero esta es la forma en que se hace ciencia, cocinando a fuego lento para hacerlo bien. No como se hizo hace poco con el famoso fósil Ida, el Darwinius masillae, que salió con bombos y platillos para terminar mostrado que no era sino una serie de errores cientÃficos sin evidencias para probar nada de lo que decÃan.
Como siempre se dice en el campo del estudio de la evolución humana, esto apenas acaba de empezar. Recién se dio a conocer todo lo que estos cientÃficos han descubierto sobre Ardi, ahora es el turno de que otros estudien los resultados y tengan sus propias interpretaciones.
Pero lo que sà sabemos es que Ardi ha llegado para patear el tablero del estudio de los orÃgenes evolutivos de nuestra especie. Ha cambiado todo lo que se pensaba hasta la fecha sobre cómo serÃa ese ancestro que dio origen tanto a nuestra lÃnea evolutiva como a la de nuestros parientes los monos...
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