Dos años atrás se dio a conocer otro fósil de homÃnido de la misma especie de Lucy, al que apodaron Big Man, justamente por su gran tamaño con respecto a los demás ejemplares de la especie que se habÃan descubierto hasta ese momento. Lucy apenas alcanzaba el metro de altura, pero Big Man llegaba a 1,6. Esta gran diferencia en biologÃa se conoce como dimorfismo sexual, que es cuando los machos son más corpulentos que las hembras, generalmente relacionado con la organización social de la especie. Esto ya se sospechaba desde el momento en que se descubrió a Lucy en 1974, al ver diferencias de tamaño dentro de la misma especie que desataron debates sobre si se trataba efectivamente de dimorfismo sexual o variaciones regionales.
Con el descubrimiento de Big Man, se puede estar casi seguros de que se trata de una diferencia sexual, ya que Big Man es un hombre, y esto lleva a los paleoantropólogos a preguntarse cómo habrÃa sido esa sociedad homÃnida en la que supuestamente podÃan caminar grandes distancias, pero con un andar tan diferente debido al tamaño de las piernas.
Lucy y Big Man son dos de los ejemplares más completos de la especie Australopithecus afarensis, que la mayorÃa de los expertos considera como ancestral del género humano. Fueron de los primeros en comenzar a caminar como nosotros, y hasta ahora se creÃa que tenÃan una organización social similar a la nuestra, en parte por las huellas descubiertas en Laetoli, Tanzania, en las que se ven los rastros del que podrÃa haber sido un grupo familiar reducido. Dos rastros caminando juntos, y uno más hundido que el otro, evidenciando que llevaba una carga, seguramente una crÃa. Esas huellas fósiles, inmortalizadas en la ceniza fresca de un volcán, tienen una antigüedad de 3,66 millones de años.
Pero si los A. afarensis tenÃan una diferencia tan grande en el tamaño de los sexos, esas huellas deben de haber pertenecido a dos hombres, o a dos mujeres, y se debe dejar de lado una organización familiar, para acercar a los afarensis más al tipo de organización social que tienen los chimpancés hoy en dÃa, y que se cree que tuvieron las otras especies de australopitecos más antiguas. Las hembras por su lado, los machos por el otro. Estos últimos luchaban por el control del grupo, razón por la cual tenÃan un tamaño mayor.
Cuando hablamos de primates como los gorilas o los chimpancés, que son nuestros parientes actuales más cercanos, se puede decir que la diferencia de tamaño no acarrea problemas. Pero entre los afarensis, que ya caminaban en dos patas de forma habitual, con cuerpos y pies especialmente adaptados para ello, los paleoantropólogos se enfrentan a un dilema, ¿cómo se podÃan adaptar los sexos a caminar a diferentes velocidades? No es un tema baladÃ, como veremos.
La diferencia entre el paso de Big Man y el de Lucy es la misma que un humano adulto actual tendrÃa con un niño; esto se mide de acuerdo al tamaño de las piernas. Patricia Ann Kramer, de la Universidad de Washington, Estados Unidos, decidió investigar el dilema realizando experimentos con gente actual. No se asusten, nadie salió herido.
Si se mira la parte de la pierna que va de la rodilla al pie, donde están los huesos tibia y peroné, se encontrarán con una parte clave de la pierna a la hora de saber cuánta energÃa gasta una persona con cada paso y qué velocidad serÃa la más eficiente. Kramer examinó el tamaño de la tibia de 36 niños y 16 adultos actuales, y los puso a caminar para medir cuánta energÃa utilizaban. Cuando hablamos de energÃa aquÃ, no es de los alimentos, sino del oxÃgeno. Lo que descubrió fue que los individuos con tibias más largas alcanzaban, de forma eficiente, una velocidad más alta. Es decir que aquellos con piernas más largas podÃan recorrer mucho más terreno consumiendo la misma energÃa.
Kramer creó entonces una ecuación matemática que le permitiese calcular la eficiencia energética de las tibias de los australopitecos. AsÃ, pudo ver que Lucy caminaba a 1,04 metro por segundo, mientras que Big Man lo hacÃa a 1,33 metro por segundo. Esta diferencia implicarÃa que si ambos caminasen durante una hora, Lucy habrÃa recorrido 3,74 kilómetros, mientras que Big Man habrÃa llegado a los 4,68 kilómetros.
Es difÃcil generalizar con los resultados de sólo dos individuos de una especie, pero además se apoyan en otros restos de A. afarensis que muestran evidencias de dimorfismo sexual. También, sabiendo tan poco, es difÃcil sacar conclusiones de cómo afectarÃa a la sociedad de Lucy y Big Man semejante diferencia en el andar. Se abren diversas opciones: o las mujeres caminaban más rápido, consumiendo asà más energÃa para poder ir al paso de los machos, o bien estos últimos reducÃan su velocidad para no dejar atrás a las hembras, lo que también implicarÃa un gasto extra de energÃa. La otra posibilidad es que machos y hembras pasasen su tiempo separados cuando buscaban comida. Asà sucede entre los chimpancés actuales.
Asà es que habÃa que esperar a la aparición de nuestro género Homo para encontrar una organización social similar a la nuestra actual. Algunos creen que el iniciador fue el Homo erectus, quien comenzó a fabricar herramientas elaboradas, el primero en valerse del fuego y también en consumir carne de forma habitual. Todo esto podrÃa haber ayudado a formar nuestra sociedad.
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