
Desde cierta perspectiva, América es toda una novedad para la humanidad. De hecho, estas tierras nada tienen que ver con los orígenes del hombre: los restos humanos más viejos que se han encontrado en el continente apenas arañan los 10 mil años, nada comparados con los 5 o 6 millones de años de los fósiles africanos pertenecientes a los homínidos más antiguos. Y si bien es cierto que nadie duda de que los primeros americanos eran Homo Sapiens absolutamente modernos, y que entraron por el estrecho de Bering, lo que no está del todo claro es la fecha de ingreso, y su origen geográfico. Sobre este punto, hay dos teorías marcadamente distintas: una dice que aquellos pioneros llegaron desde Asia hace no más de 12 o 13 mil años. Y que eran asiáticos. La otra, más reciente, habla de grupos nómades europeos y euroasiáticos. Y empuja otros diez mil años hacia atrás el histórico debut del hombre en este continente virgen. Aún hoy, la pulseada continúa.
La entrada a América
Hasta hace apenas un siglo, el origen de los primeros americanos parecía 
reciente: se decía que aquellos colonos pioneros eran asiáticos, 
y que habían entrado a América hace unos 3 mil años, caminando 
a través del actual estrecho de Bering. Con el correr del tiempo, distintos 
hallazgos comenzaron a derrumbar esa idea. Uno de los más resonantes 
tuvo lugar en 1932, cerca del pueblito de Clovis, en Nuevo México, Estados 
Unidos. Allí se encontraron algunas piedras talladas, junto a huesos 
de mamut. Lo interesante del caso era la antigüedad de los restos: 11 mil 
años. Entonces, lógicamente, la presencia humana en América 
debía ser mucho más antigua de lo que se creía. 
Ya mucho más cerca en el tiempo, otro importante descubrimiento obligó 
a empujar la fecha hacia atrás. En 1985, en excavaciones realizadas en 
Monte Verde, al sur de Chile, un grupo de arqueólogos norteamericanos 
desenterró toda una colección de huesos humanos y animales, entreverados 
con armas y herramientas. Y la datación arrojó unos sorprendentes 
12.500 años de antigüedad. La cifra causó cierto escepticismo, 
tanto que, en 1997, otros científicos llegaron al lugar para confirmarla. 
Y los números volvieron a ser los mismos. Actualmente, ya nadie duda 
que hace 12 mil años ya había chilenos. Y tal como sugieren algunas 
evidencias patagónicas, también argentinos. 
Barreras de hielo
Todas estas dataciones encajaban medianamente bien con un modelo que planteaba 
las cosas más o menos así: los primeros habitantes de este continente 
eran asiáticos, e ingresaron hace alrededor de 12 mil años, caminando 
por el estrecho de Bering (que, por entonces, era un puente de tierra intercontinental). 
Sin embargo, y desde hace unos años, este esquema está en jaque: 
no sólo se cuestiona la fecha, sino también la identidad de los 
primeros colonos. Es una suerte de revisionismo antropológico alimentado 
por buenas pistas geológicas, arqueológicas e incluso genéticas. 
La pista geológica es sumamente interesante, porque plantea dos brechas 
temporales muy marcadas, separadas por miles de años. A fines de la última 
Edad de Hielo, los océanos estaban muy por debajo de sus niveles actuales. 
Y eso permitió que los primeros grupos humanos entraran caminando a través 
de Bering (aunque no se descartan ocasionales cruces en toscas embarcaciones). 
Pero las puertas de América no estaban siempre abiertas. Según 
los geólogos, el continuo movimiento de las enormes masas de hielo, que 
cubrían el noroeste del continente, sólo permitió dos chances 
de ingreso: una, hace unos 12 mil años, y la otra, recién hace 
20 a 25 mil años. Y ninguna en el medio, porque las moles heladas lo 
impedían. 
Una aventura evolutiva
La ausencia de rastros que superasen claramente los 12 mil años, sugería 
que el debut humano en América recién se había producido 
durante la más reciente brecha en los hielos del Norte. Pero algunos 
hallazgos, arqueológicos y paleoantropológicos patearon el tablero 
e inclinaron la balanza hacia la brecha más antigua. Un ejemplo: en 1998, 
en las costas de Perú, se encontraron huesos y herramientas de casi 14 
mil años de antigüedad. Y si allí hubo gente hace 14 mil 
años, significa, forzosamente, que sus ancestros debieron entrar al continente 
mucho antes. Así fue ganando fuerza el modelo que propone que el hombre 
llegó a América hace alrededor de 20 mil años. ¿Y 
quienes fueron? 
La versión tradicional hablaba de asiáticos. Pero hay pistas fósiles 
y genéticas que indican otra cosa. En el registro fósil, hay restos 
humanos americanos de hace 8 a 10 mil años, que presentan rasgos más 
europeos que asiáticos (como el Hombre de Kennewick, de 9300 años, 
hallado en Oregón). En la misma dirección apuntan algunos estudios 
de ADN, que encontraron semejanzas genéticas entre aquellos fósiles 
y ciertas poblaciones actuales de Europa y Medio Oriente. En resumen, parece 
que, al menos una parte de los americanos pioneros provenía de aquellas 
regiones. De todos modos, lo más probable es que, durante siglos y siglos, 
haya habido varias olas inmigratorias, y muy surtidas étnicamente.
Sea como fuere, hay algo seguro: para el Homo Sapiens, América fue la 
última estación de una larga epopeya expansionista. Una aventura 
evolutiva que comenzó hace unos 100 mil años, allá, en 
el corazón de Africa, el verdadero continente madre de nuestra especie. 
Y hasta aquí llegamos.
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