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Sábado, 28 de febrero de 2004
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Psiquiatría: Ataque de pánico

Tiempos modernos

Por Alicia Marconi
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Impulsados por la industria farmacéutica, que ha sabido encontrar una nueva veta en las afecciones neuropsiquiátricas y por los gobiernos que con preocupación ven multiplicarse el número de personas que deben abandonar sus actividades productivas a causa de este trastorno, los expertos en neurociencias se han lanzado en la última década a develar las bases biológicas de lo que la psiquiatría ha dado en llamar ataque de pánico.
Esta afección que, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de los Estados Unidos, afecta nada menos que a 1,7 millón de norteamericanos o, puesto en términos más globalizables aportados por expertos de la prestigiosa Clínica Mayo de Rochester, alcanzará entre el 10 y el 20% de las personas adultas en algún momento de su vida, parece haberse puesto de moda desde que se demostró que muchos fármacos antidepresivos resultan efectivos para mitigar sus síntomas.
Así, no pasa semana en la que el “panic attack” no se gane un lugar en algunas de las tantas revistas científicas. En los últimos días de enero, por ejemplo, investigadores del Programa de Desórdenes del Animo y la Ansiedad, del Instituto Nacional de Salud Mental con sede en Bethesda, Estados Unidos, reportaron que han observado que las personas que sufren ataques de pánico poseen una alteración en ciertos receptores cerebrales apodados 5HT1A, que es similar a la que aparece en casos de depresión, aunque en una proporción más pequeña.
Alexander Neumeister, del citado programa de investigación, informó en Journal of Neurosciences que tras estudiar a 16 personas que sufrían de ataque de pánico (y a otras tantas sanas) mediante tomografías por emisión de positrones descubrió que los pacientes contaban sólo con una tercera parte de los receptores 5HT1A que responden a las señales de la serotonina, un neurotransmisor clave en los circuitos cerebrales que participan de la regulación de los estados de ánimo.
Una reducida presencia de receptores 5HT1A en tres regiones del cerebro, tal como ha sido observado en las personas con ataque de pánico, es, según el doctor Neumeister, “una fuente de vulnerabilidad en los seres humanos, y el funcionamiento anormal de estos receptores parece impactar específicamente en el circuito cortical involucrado en la regulación de la ansiedad”.

Algo mas que un sintoma
Afortunadamente, nos alivia una guía para pacientes de los Institutos de Salud Mental (NIMH) de los Estados Unidos, “una combinación de psicoterapia y medicamentos da buen resultado en corto tiempo. Por lo tanto, un tratamiento adecuado para el trastorno causado por pánico puede prevenir ataques posteriores o hacer éstos menos severos y frecuentes, lo que trae consigo un gran alivio al 70 o 90 por ciento de las personas que padecen trastornos causados por pánico”.
En lo que respecta a medicamentos, la lista es larga: sertralina, paroxetina, imipramina, desipramina, lorazepam, alpralozolam, todos ellos han demostrado en mayor o menor medida ayudar a controlar los síntomas del ataque de pánico. En cuanto a la psicoterapia, la recomendada por el NIMHno es otra que la terapia cognitiva-comportamental, “que les enseña a las personas a ver sus ataques de pánico de una forma distinta y les demuestra cómo reducir la ansiedad” que les ocasiona el miedo a volver a sentir miedo en forma tan intensa.
¿Cuáles son los síntomas del ataque de pánico? Van desde palpitaciones rápidas o violentas, dolores en el pecho, vértigo, mareo o náusea, dificultad para respirar y entumecimiento en las manos, hasta sofoco o escalofrío y –este es uno de sus síntomas centrales– un intenso miedo a morir; esto es lo que experimentan quienes atraviesan estos episodios que pueden durar minutos u horas, y que después dejan a las personas cansadas, exhaustas, como si les hubiera pasado por encima un camión.
Claro que también existen otras formas de abordar estos síntomas que para la psiquiatría moderna definen al ataque de pánico. “Esto no es otra cosa que lo que Sigmund Freud definió a principios del siglo pasado como equivalentes somáticos de la angustia; en todo caso, lo que hace esta definición de ataque de pánico es hacer de la angustia un síntoma, cuando en realidad es algo que forma parte de la estructura psíquica del sujeto”, comenta la licenciada Mariana Davidovich, psicóloga y coordinadora del Equipo de Bordes del Centro Dos. “En estos casos, la angustia es muy masiva y que está siempre acompañada por una sensación de muerte inminente –continúa la licenciada Davidovich–. Pero como la angustia no es un síntoma no se la puede eliminar; a lo que sí uno puede apuntar es a que la persona no quede instalada en la angustia. Pero sin borrarla, porque ésta cumple una función de señal de que el individuo está haciendo algo que no tiene que ver con su deseo sino con una demanda del otro.”

Un diagnostico pret-a-porter
La angustia, según Davidovich, es muy importante; demasiado importante como para callarla con medicamentos. “Hoy por hoy es muy común recibir pacientes con ataque de pánico demasiado medicados –afirma–. Claro, medicar es mucho más fácil que escuchar la angustia del paciente. Además, el solo hecho de decirle que lo que tiene no es angustia sino un ataque de pánico lo tranquiliza, ya que le pone un nombre a su padecer. El problema es que si no se aborda aquello que le causa angustia ese ataque de pánico vuelve.”
Davidovich aclara: “La medicación a veces es necesaria, pero el problema aparece cuando se reduce todo a tomar una pastilla para que el paciente no hable. Por el contrario, si los fármacos se emplean para bajar la angustia inicialmente pero sin dejar dopado al paciente, bienvenidos”. Pero habitualmente lo primero que hay que recuperar en el tratamiento de estas personas “es la confianza en el valor de la palabra, para a partir de eso buscar aquello en la historia de la persona que generó una angustia a la que no se le dio el lugar que merecía y que luego estalló en forma masiva”.
Esta psicóloga señala una cuestión ideológica que parece entrometerse en el abordaje terapéutico de estos pacientes. “Si lo que uno pretende es un sujeto globalizado, asimilado, sin enigmas ni angustia, si lo que se busca es un sobreadaptado, fácil de resolver (al menos transitoriamente) con medicación, entonces resulta de gran utilidad esta suerte de diagnóstico prêt-à-porter que es hoy para muchos psiquiatras el ataque de pánico”, concluye Davidovich.

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