Sábado, 10 de abril de 2004
SUFRAGIO ELECTRONICO Y CANDIDATOS VIRTUALES
El voto en la lata

Por Esteban Magnani y Luis Magnani
A pesar de los numerosos intentos de someterla, la cultura digitalizada ha logrado establecerse como una herramienta a la vez poderosa e imprevisible. Todos las tentativas por controlar una informaci贸n que circula, se duplica, se multiplica, cambia, han resultado limitados o infructuosos. Es por eso que la desconfianza se despierta cada vez que se habla de reemplazar con el voto digital a las viejas boletas, esas que nos han acompa帽ado durante tantos a帽os (y durante tantos a帽os oprobiosos desgraciadamente no) y que han sido escritas, ensuciadas o, incluso, quemadas.
A vot@r, mi vida
El sistema, que ya se utiliza en el primer mundo, es bastante simple aunque var铆a levemente en cada uno de los casos. En las elecciones de octubre de 2003 en Ushuaia, ciudad cuyo c贸digo electoral lo permite, se utiliz贸 un sistema de votaci贸n en el que las 105 urnas digitales eran semejantes a cajeros autom谩ticos. Todo el sistema hab铆a sido prestado por una empresa espa帽ola para que se probara el producto por primera vez en la Argentina.
El sistema result贸 bastante simple: el presidente de mesa recib铆a el DNI, registraba el nombre del votante electr贸nicamente y le daba una tarjeta; el ciudadano la introduc铆a en la m谩quina y eleg铆a en la pantalla t谩ctil el nombre y la imagen de su candidato a intendente. En la tarjeta se imprim铆a el nombre del candidato elegido y si el votante lo aceptaba, el papel ca铆a autom谩ticamente en una urna. Se admit铆a el voto en blanco, pero no el impugnado, por lo que seguramente Clemente y Mafalda quedaron fuera de la elecci贸n. Lo m谩s interesante es que para el caso de los concejales, que normalmente se hubieran integrado en una lista s谩bana, estaba la opci贸n de votar a uno, a varios o a todos ellos.
La experiencia result贸 un 茅xito, los votantes demoraron en promedio menos de un minuto para elegir, y el resultado de las elecciones estuvo a los 15 minutos de haber cerrado los comicios sin que surgieran inconvenientes y con la tranquilidad de que en caso contrario, quedaban papeles f铆sicos para el recuento.
El gobernador Felipe Sol谩 intenta ser el pionero que pruebe el sistema en una elecci贸n m谩s grande, pero tropieza con el Congreso de la Naci贸n que no modifica el C贸digo Electoral, aunque ya permiti贸 una experiencia piloto.
El e-voto en el mundo
En Brasil han desarrollado un sistema propio que utilizar谩n en 2004 para los 115 millones de electores brasile帽os, que ser谩n repartidos entre 406 mil urnas informatizadas. El gobierno est谩 intentando vender a otros pa铆ses el sistema dise帽ado por el Tribunal Superior de Brasil. Entre los argumentos de venta est谩 el ahorro en los costos de impresi贸n de boletas y de urnas, a pesar de que cada una vale cerca de 400 d贸lares. A los que ya se decidieron por el voto electr贸nico, como M茅xico y Paraguay (en las 煤ltimas elecciones presidenciales casi el 50 % de los votantes lo hizo por urnas electr贸nicas), se suman las consultas que recibe Brasil de pa铆ses tan diversos como Austria, Chile, Jap贸n o Colombia. Euf贸ricos, los defensores de este sistema hablan de que no est谩 lejano el d铆a en que votaremos c贸modamente sentados en la silla de nuestra computadora a trav茅s de Internet. Una gran base de datos nos identificar谩 y recibir谩 nuestra decisi贸n incorpor谩ndola a la de los resultados y arrojando el ganador pocos minutos despu茅s de la hora de cierre de los comicios.
Ahora bien, la Argentina es un pa铆s en el que los conspiracionistas son casi tantos como las conspiraciones y, para colmo, lo digital, et茅reo e inaccesible a los ojos y las manos, fogonea la incertidumbre y la desconfianza. Es cierto que el m茅todo actual tambi茅n permite falsificaciones, pero el hecho de que haya un recuento final de algo tan concreto como las boletas de papel, ayuda a tranquilizar los esp铆ritus.
El sistema que se utiliz贸 en los Estados Unidos tiene una peque帽a pero sustancial diferencia, por lo que muchos medios, como la revista Fortune, calificaron al voto electr贸nico sin boleta como la peor tecnolog铆a del 2003; el New York Times, por su parte, expuso las serias fallas de seguridad del sistema. Es que en el sistema utilizado en las elecciones en las que gan贸 George W. Bush, el votante no ten铆a forma de verificar que el voto en papel fuera el correcto. As铆 las cosas, alrededor de un 40 % de los encuestados sospecha que hubo fraude y en ciertos distritos las cifras resultaron inexplicables si se las compara con las encuestas previas. Casualmente, la direcci贸n de la empresa que vendi贸 el sistema al gobierno de los Estados Unidos don贸 oficialmente 100 mil d贸lares para la campa帽a del presidente que result贸 electo. Este sistema se utiliz贸 pese a que las auditor铆as hab铆an hablado de gruesos problemas de seguridad que no se subsanaron a tiempo.
Evidentemente, el voto electr贸nico sirve si hay alguna prueba f铆sica que no se pueda borrar con un click. Claro que uno puede preguntarse d贸nde est谩 entonces la ganancia del voto electr贸nico. La respuesta ser铆a que complementando computadoras y papel se pueden lograr rapidez y seguridad. Lo cual tampoco asegura, por supuesto, que el candidato vencedor sea demasiado confiable.
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