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Sábado, 31 de julio de 2004
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LA SONDA MESSENGER PARTIRA EL LUNES

Mensajero a Mercurio

Por Mariano Ribas
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Será el regreso al planeta olvidado: después de treinta años, una nave espacial está a punto de despegar rumbo a Mercurio. Su viaje será largo, lento y complejo. Pero finalmente, en 2011, se colocará en órbita alrededor de este mundo pequeño, demacrado e infernalmente caliente. La misión de la Messenger (Mensajero) durará un año, y dará como resultado un completo perfil físico, químico, magnético y geológico del vecino más cercano del Sol. Y entre otras muchas cosas, podría confirmar una sospecha científica sumamente interesante: la presencia de agua congelada en sus cráteres polares.

MUNDO DE EXTREMOS
Mercurio es un planeta de bajo perfil. No tiene los atractivos de Marte, el tamaño de Júpiter o el glamour de Saturno. De hecho, a primera vista es bastante parecido a nuestra Luna: un triste mundito gris, con una superficie seca, rocosa y abrumadoramente cubierta de cráteres. Con apenas 4880 kilómetros de diámetro, es el integrante más chico de la corte planetaria, después de Plutón. Y está tan cerca del Sol que apenas tarda 88 días en dar una vuelta a su alrededor. Un “año” muy corto, sin dudas. Sin embargo, su período de rotación es extremadamente lento: demora 59 días en girar sobre sí mismo a una velocidad de apenas 10 kilómetros por hora (la Tierra, en comparación, gira 150 veces más rápido). Sea como fuere, Mercurio ostenta un record impresionante: tiene la mayor amplitud térmica del sistema solar. Al carecer de una verdadera atmósfera (sólo muestra ínfimas trazas de helio y argón a su alrededor), la temperatura oscila salvajemente, superando los 400C de día, y desplomándose a 200C bajo cero durante la noche.

REGRESO ESPERADO
A través de un telescopio, el pequeño planeta luce realmente decepcionante: apenas una diminuta bolita carente de todo detalle, cuyo único atractivo es cambiar de fases con el correr de los días. Y si bien es cierto que puede observarse a simple vista, y debido a su posición, Mercurio nunca aparece demasiado lejos del Sol en el cielo, cosa que lo convierte en un blanco difícil. De hecho, hay quienes dicen que el mismísimo Copérnico nunca llegó a verlo. Quien sí llegó a verlo, y muy de cerca, fue la Mariner 10, de la NASA, que en 1974 lo sobrevoló fugazmente en tres oportunidades. La nave fotografió casi la mitad de su superficie, enviándonos los únicos primeros planos de Mercurio disponibles hasta hoy. Y descubrió que está rodeado por un intenso campo magnético. Sí, han pasado treinta años y ninguna otra sonda lo ha vuelto a visitar. Pero en un par de días, un nuevo explorador robot partirá a su encuentro.

VUELTAS Y VUELTAS
La misión de regreso a Mercurio se llama Messenger, y es un nuevo emprendimiento espacial de la NASA, mucho menos promocionado que las actuales misiones en Marte o Saturno. Si todo marcha bien, la nave despegará el lunes desde Cabo Cañaveral, y a partir de entonces iniciará un largo y complicado periplo interplanetario. De hecho, la pequeña exploradora –de 500 kilos, y poco más grande que un lavarropas– dará varias vueltas alrededor del Sol, cada una más chica que la anterior, hasta llegar a su destino final. En la primera vuelta volverá a acercarse a la Tierra el año próximo. Luego, en 2006 y 2007, pasará cerca de Venus. Y ya en enero y octubre de 2008, y septiembre de 2009, a medida que vaya “apretando” progresivamente su órbita solar, tendrá tres encuentroscercanos y breves con Mercurio. En cada una de esas oportunidades, Messenger lo fotografiará de pies a cabeza. Pero ahí no terminará la aventura. En realidad, sólo será su comienzo: en marzo de 2011, y después de todas esas larguísimas y complicadas vueltas, la sonda finalmente se pondrá en la órbita del planeta.
La pregunta sale sola: ¿por qué tantas vueltas? Simple: mediante la “asistencia gravitatoria” de la Tierra, Venus y el propio Mercurio, la nave irá modificando lenta y naturalmente su rumbo, ajustando su trayectoria y velocidad. Así, el combustible necesario para el viaje es mucho menor, reduciendo notablemente el tamaño y el costo de la nave.

MISTERIOS A RESOLVER
La Messenger permanecerá todo un año terrestre en órbita de Mercurio. Y desde allí dará una vuelta a su alrededor cada 12 horas, protegida del tremendo calor solar por un escudo de fibra de cerámica. Sus siete instrumentos obtendrán incontables imágenes de alta resolución de todos los rincones del planeta, mediciones topográficas, información sobre la química del suelo, y nuevos datos sobre esa atmósfera casi inexistente. Pero más allá de todo esto, hay dos temas cruciales en la agenda de la nave: por un lado, estudiar el poderoso campo magnético que, según se piensa, es el resultado del movimiento de grandes masas de metal líquido en torno de un enorme núcleo de hierro sólido. Y por el otro, examinar a fondo los cráteres cercanos a los polos: distintas observaciones de radar realizadas desde la Tierra sugieren que muchos de ellos podrían estar repletos de agua congelada. ¿Cómo es posible que haya hielo en un lugar tan caliente? Ocurre que la luz solar nunca llega al fondo de esos cráteres. Y en esa oscuridad, profunda y eterna, la temperatura debe ser bajísima. Ahora bien: ¿de dónde habrían salido esas masas de hielo? Seguramente, son los restos de impactos de cometas (que son, básicamente, bolas de agua congelada, roca y polvo) hace más de 4000 millones de años, durante la violenta infancia del Sistema Solar. Mediante un sofisticado espectrómetro, la Messenger intentará resolver el fascinante misterio del hielo de Mercurio.
Una vez cumplida su misión, en marzo de 2012, la heredera del Mariner 10 hará su último movimiento: saldrá de órbita, y terminará estrellándose contra la dura superficie del planeta. Esa maniobra fatal, en un mundo fatal, cerrará la larga aventura que, pasado mañana, iniciará el intrépido mensajero.

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