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Sábado, 14 de agosto de 2004
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Telemedicina

Telemedicina - La edad de la impaciencia

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El robot da vinci en accion.
Por Federico Kukso
Desde Mendoza

Para desgranar los incontables efectos que ha tenido la galopante aparici贸n de Internet (seguida de su incre铆ble cotidianizaci贸n, al punto tal de que pocas personas imaginan un mundo sin e-mails, sin Google), se acostumbra, al menos desde los cuadros acad茅micos, caer en una muletilla tan estridente como pegadiza, esbozada por primera vez por Frances Cairncross, redactora en jefe de The Economist. Se dice, as铆, que la World Wide Web, entre las muchas cosas que sacudi贸, dio la estocada final y certific贸 la 鈥渕uerte de la distancia鈥 (enunciado siempre acompa帽ado de otras frases global贸filas como 鈥渓a aceleraci贸n del tiempo鈥, 鈥渦na nueva forma de hacer econom铆a鈥 y 鈥減ensar globalmente y actuar localmente鈥). Es decir, hizo que fuera tan f谩cil comunicarse con un oficinista en Kamchatka como charlar por tel茅fono con alg煤n kiosquero de Boedo, sin poner un pie fuera de la casa u oficina.
Lo cierto es que el deceso geogr谩fico se hab铆a producido hac铆a ya bastante tiempo con otras no menos importantes invenciones tecnol贸gicascomunicativas como el tel茅grafo, el tel茅fono y la televisi贸n, obra del ingeniero escoc茅s John Logie Baird en 1926 quien nunca imagin贸 que hab铆a dejado todo listo para la reproducci贸n de millones de teleadictos y el nacimiento de un planeta de pantallas encendidas en continuado. Sin embargo, fue Internet el gran click de la modernidad que condens贸 todos los intentos por estar siempre bien cerca. Tan s贸lo bast贸 una idea, y no cualquiera, sino una idea militar que de a poco se despoj贸 de su ropaje castrense para inundar todas las actividades humanas y a la vez renovarlas. As铆 el periodismo, la paciencia de los lectores, la econom铆a, las relaciones internacionales y las competencias deportivas no son las mismas desde 1995 (fecha de la ces谩rea comercial de la red de redes). Ni hablar de la medicina que, si bien no dio un giro de 180潞, vio ampliadas sus artes curativas con el nacimiento de la telemedicina, las teleoperaciones y un sinn煤mero de modalidades m茅dicas precedidas por un muy c贸modo 鈥渢ele鈥 (telesonograf铆a, telecirug铆a, teleconsulta, telerradiolog铆a, telecograf铆a, etc.).

Lo ultimo, lejos
Los diccionarios de las enciclopedias online (que en este caso no se pueden obviar dado que los avances tecnol贸gicos van m谩s r谩pido que las rotativas que imprimen diccionarios de tinta y papel) disipan la duda lexicogr谩fica y suelen concordar en la definici贸n: 鈥淭elemedicina: uso de las tecnolog铆as de la informaci贸n y de las comunicaciones como un medio para proveer servicios m茅dicos de calidad; herramienta tecnol贸gica para el intercambio de im谩genes, voz, datos y video, por alg煤n medio electr贸nico, que permite el diagn贸stico y la opini贸n de casos cl铆nicos.鈥
Naturalmente, entradas enciclop茅dicas como 茅sta no allanan el panorama de dudas. Es m谩s, crea nuevas: 驴es una especialidad?, 驴en qu茅 situaciones se aplicar铆a?, 驴es el futuro de la medicina?, o acaso, 驴es tan s贸lo otra panacea m谩s? Todos estos interrogantes engrosaron el debate que se dio en la Primera Conferencia Internacional de Inteligencia M茅dica Distribuida y el Primer Simposio Argentino de Telemedicina, realizados la semana pasada en el hotel Hyatt de la ciudad de Mendoza.
A ritmo sostenido desde su espectacular despegue ocurrido hace no menos de diez a帽os, la telemedicina amaga con afianzarse como una disciplina independiente que acapara el inter茅s de una parte cada vez m谩s importante de la comunidad cient铆fica internacional. Sus promotores (una troupe de conferencistas encabezada por el doctor David Balch del Telemedicine Center, de Greenville, Estados Unidos) la defienden a capa y espada y s贸lo ven en ella una modalidad segura de atraer grandes beneficios, ahorrar much铆simo dinero, y reducir tiempo y costos (agilizar diagn贸sticos, hacer innecesario el transporte de enfermos y de especialistas; por ejemplo, en Canad谩 se redujo hasta en un 40 por ciento el n煤mero de desplazamientos de los pacientes al hospital).
La Organizaci贸n Mundial de la Salud ya est谩 moviendo sus piezas para adaptarse a los nuevos vientos de cambio 鈥揷omo cualquier otra instituci贸n mundial que quiera sobrevivir al paso voraz de la tecnolog铆a鈥 y desde 1997 habla de 鈥渢elesalud鈥 para enmarcar las relaciones entre instituciones, la salud p煤blica, la teleeducaci贸n, la monitorizaci贸n remota, la atenci贸n telef贸nica, los cuidados domiciliarios y cualquier otro sistema de provisi贸n de medicina a distancia.
Ahora bien, para existir y ser tan adorada, esta neoespecialidad (si es que as铆 puede llamarse), que precisa como insumos b谩sicos una conexi贸n de Internet, c谩maras, pantallas, sensores especializados y micr贸fonos, necesita tener varios puntos fuertes. Entre ellos, es la indicada para asistir a personas que por una raz贸n u otra no pueden acudir a un centro de salud para ser atendidos. Los ejemplos m谩s citados son los pacientes en 谩reas rurales y en situaciones de emergencia, soldados heridos en acci贸n, o astronautas en peligro a bordo de la Estaci贸n Espacial Internacional.

El robot renacentista
La movida m谩s llamativa de la telemedicina tal vez sea la de las telecirug铆as emprendidas con robots controlados a distancia por medio de joysticks. Uno de ellos debe su fama tanto al nombre con el que fue bautizado como a los 谩giles movimientos quir煤rgicos que hace posibles. Se trata del sistema rob贸tico Da Vinci, desarrollado por la compa帽铆a estadounidense Intuitive Surgical, que con sus cuatro brazos met谩licos y c谩maras ayuda a que un cirujano 鈥揳diestrado en su manejo y a kil贸metros de la sala de operaciones鈥 haga peque帽as y precisas incisiones dentro del paciente, sin temblores.
Pero no todo huele a perfecci贸n en el pa铆s de la telemedicina: a la ausencia de protocolos y de legislaci贸n adecuada (para casos de mala praxis, o de violaci贸n de la confidencialidad de los datos) se le agrega la falta de difusi贸n. 鈥淟a gente desconoce que esta tecnolog铆a existe 鈥揺xplic贸 la doctora Giselle Ricur del Instituto Zald铆var鈥. Lo interesante es que utilizando la inform谩tica podemos hacer una medicina mucho m谩s eficiente y tambi茅n mucho m谩s justa porque podremos llevar m茅dicos a todos aunque el paciente no pueda tocar al especialista porque no lo tiene al lado鈥. Otro escollo importante est谩 en la incomodidad que pueden llegar a sentir los profesionales de la salud (como los pacientes) a la hora de hablarle a una c谩mara en vez de hacerlo a la vieja usanza, o sea, a un ser humano consumido por el dolor. Ah铆 quiz谩s se esconde el peligro mayor: la posibilidad (remota, pero factible) de que la tecnolog铆a pisotee la santidad de la relaci贸n m茅dico-paciente (nutrida por el toque humano y la confianza) creyendo que millones de fotones y bites a velocidades impensadas anulan el charco y solucionan pr谩cticamente todo.

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