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Sábado, 10 de agosto de 2002
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Libros y publicaciones

El gran dilema del sexo
Juan Carlos Kusnetzoff

Editorial Sudamericana, 222 páginas

¿Hasta qué punto la biología determina la conducta de las personas? ¿Hasta qué punto asuntos supuestamente del dominio de las culturas, como el sexo y el amor, están determinados por los genes, como sí lo están el color de ojos o la posibilidad de ser calvos? Incluso: ¿por qué la “evolución” –que por supuesto es la palabra clave en todo este asunto– opinó que el mejor modo de sobrevivir para las especies habría de ser mediante la unión de dos sexos?
Estas parecen ser algunas de las preguntas que intenta responder Juan Carlos Kusnetzoff –director del Programa de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas, perteneciente a la Facultad de Medicina de la UBA– en El gran dilema del sexo. Apelando a los conocimientos biológicos (aquí es donde brillan los genes y las hormonas) y sobre todo a las numerosísimas investigaciones de biología comparada (dicho sea de paso: es increíble la cantidad de pruebas a las que son sometidos algunos animales), Kusnetzoff cuenta las últimas noticias que tiene la ciencia “dura” sobre el sexo. Así, el libro explica qué partes del cerebro son más usadas en mujeres que en hombres, cuenta que la naturaleza prefiere evitar el incesto (¡aun en los vegetales!), por qué la monogamia triunfa bastante poco, e incluso sugiere que es difícil que un solo gen controle un comportamiento tan complejo como la orientación sexual. (Y por si hacía falta aclara: “Por más que tratemos de separarlas, la biología y la cultura no son mutuamente excluyentes”. El punto no es menor ya que subyace la validez misma que tiene el campo para semejantes estudios, y Kusnetzoff lo sabe porque toma suficientes precauciones cada vez que encara cuestiones dudosas.)
Además el libro muestra también que, según algunas investigaciones, y contra lo que podría creerse, chicos criados por madres lesbianas crecieron heterosexuales. “En general, los chicos de hogares de lesbianas eran más relajados, más curiosos y flexibles, más dados a entender las diferentes variaciones sexuales, pero sin dar muestras de alteraciones psicológicas significativas.”
En suma, un libro de lectura agradable, con buena información acerca de las últimas investigaciones en un campo tan discutible como la sociobiología, que sugiere algunas respuestas pero que se mantiene prudentemente escéptico y se ocupa de no ser demasiado contundente en las que podrían haber sido las afirmaciones más polémicas del libro. M.D.A.

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