Sábado, 10 de abril de 2004

La sociobiología está en los antípodas de la corrección política, lo cual, desde ya, no hace que sus afirmaciones sean verdaderas o falsas, pero sí habitualmente (no siempre) desagradables. Este librito de la fascinante colección Darwinismo hoy examina el cuento de la Cenicienta desde una perspectiva socio-biológica, o, lo que es lo mismo evolucionista darwiniana.
Así, y desde esta perspectiva, es obvio que Cenicienta recoge el hecho, muy acorde con el sentido común, de que los padrastros (padrastros y madrastras) tienen, en el mejor de los casos, un trato diferencial con sus propios hijos respecto de los hijos de su antecesor; situación que, sostienen, y demuestran los autores, es propia de todas las culturas; en todas, en efecto existen variaciones más o menos fieles de la Cenicienta, que pega con el hecho, demostrado con estadísticas, de que la convivencia con un padrastro es una variable que aparece asociada a los asesinatos de menores.
Y es allí donde viene la pregunta clave: ¿Esto es cultural o tiene significado adaptativo? Y los autores, convencidos, sostienen que sí: el trato diferencial hacia los hijos ajenos es una mejor inversión evolutiva que el gastar energías en ellos. Como todas las conclusiones sociobiológicas, hay que tomarla con pinzas, pero hay que tomarla. La verdad sobre Cenicienta, aunque por momentos farragoso en sus explicaciones metodológicas, es interesante y serio. Desde ya, es políticamente incorrecto, aunque desde la perspectiva socio-biológica tal vez la corrección política también tenga significado evolutivo.
L.M.

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