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Sábado, 6 de diciembre de 2003
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Novedades en ciencia

SCIENTIFIC AMERICAN
La química contra el paso del tiempo
No es fácil tener más de dos mil años. La piel comienza a arrugarse, las partes del cuerpo se vuelven cada vez más frágiles y, si se es un soldado de terracota, el maquillaje se disipa. Pero, por suerte, está la química para detener el paso del tiempo: un equipo de científicos alemanes ideó una nueva técnica para proteger a las más de 1500 estatuas chinas de tamaño real desenterradas de cámaras y pozos subterráneos cerca de la aldea de Xi’an en 1974.
El ejército de guerreros y caballos eran las estrellas del mausoleo levantado en honor al primer emperador chino Qin Shihuangti, quien murió en el año 210 a. C. Sin embargo, el edificio no duró mucho en pie: al poco tiempo, legiones de vándalos incendiaron la tumba y el techo colapsó. Durante los siguientes dos mil años, las estatuas de terracota permanecieron ocultas por el barro, hasta que los arqueólogos los despertaron de su largo sueño. Pero no todas fueron buenas noticias: los pigmentos que adornaban las caras de las estatuas comenzaron a desvanecerse.
Veinticinco años después, un equipo de científicos alemanes (Universidad de Munich), dirigido por Heinz Langhals, encontró una solución, y puso manos a la obra. Con el permiso de las autoridades chinas, los químicos bañaron a los guerreros en una solución que contenía hidroxietil-metacrilato (HEMA), una solución acuosa cuyas moléculas orgánicas, comúnmente utilizadas para hacer plásticos, son lo suficientemente pequeñas como para penetrar los poros de las figuras. Luego, los soldados fueron trasladados a la vecina ciudad de Lintong, donde los bombardearon con electrones en un acelerador de partículas. Gracias a este procedimiento, el líquido impregnado se convirtió en un consistente polímero que, como un pegamento, mantiene unida la frágil superficie de terracota y conserva los pigmentos que la recubrían. Todo sea por cuidar la imagen, con dos mil años a cuestas.

NewScientist
Retratos del ciberespacio
Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. A lo que debería a agregarse también "más que mil bytes". Resulta que en varios centros de investigación del mundo ya están bien encaminados diversos proyectos para crear representaciones gráficas (y comprensibles) de la World Wide Web. Uno de los últimos se llama “Proyecto Opte” (www.opte.org) y fue ideado por el experto de seguridad informático californiano Barrett Lyon. Su peculiaridad estriba en que puede lograr una imagen de la red en un solo día y usando una sola computadora.
A grandes rasgos, el Proyecto Opte consiste en enviar desde una PC un paquete de datos, trazar cómo se distribuye de nodo a nodo y conformar luego un mapa (ver imagen).
A diferencia del ya existente Internet Mapping Project (de 1998), la iniciativa de Lyon está enteramente basada en un software libre: el código base, encargado de trazar todas las computadoras que conforman la red y de convertir los resultados en datos útiles para la creación del mapa, está escrito en lenguaje Php. La realización gráfica se lleva a cabo con un programa gratuito llamado Graphviz.
Lyon cree que sus mapas muestran de un pantallazo cómo se estructura Internet y pueden ayudar a responder eficazmente ante una epidemia de virus informáticos y ayudar a comprender los efectos de disrupciones causadas por desastres del mundo real. Quienes lo critican sostienen que sus mapas están incompletos, ya que resulta casi imposible incluir en ellos cada una de las conexiones a la World Wide Web. A lo que Lyon responde: “No importa, igualmente el proyecto es arte”.

SCIENTIFIC AMERICAN
Pelota de trapo version 2004
A su lado, la pelota de trapo (recurrente en los comienzos de los fundadores del fútbol argentino) es una reliquia de eras prehistóricas. Bautizada “Roteiro”, como homenaje a los antiguos navegantes lusitanos, la pelota oficial de la Eurocopa 2004 está elaborada con los últimos avances tecnológicos en la materia: “Es fruto de cuatro años de investigación y su primera característica son las costuras térmicas”, aseguró Herbert Hainerel, presidente de Adidas (la firma deportiva que diseñó este chiche tecnológico).
La “esférica”, que en menos de un año comenzará a rodar por los campos de Portugal, pesa 440 gramos y tiene una circunferencia de 690 milímetros. Además, cuenta con un diseño innovador en su cromatismo, con una base de color agua metalizado que representa el cielo, una esfera azulada como símbolo del mar y unas líneas plateadas. La particular forma en que fue cosida (no tiene costuras a mano y para unir sus piezas se utilizó una técnica que involucra soldadura por temperatura) confiere a la pelota reacciones uniformes y previsibles, así como una mejor respuesta y mayor rapidez.
La Roteiro, nombre con el que se pretende recordar al navegante portugués Vasco de Gama, que puso ese nombre a su cuaderno de bitácora en su primer viaje a la India, toma el relevo de anteriores “pelotas de última generación” como la Fevernova (Mundial Corea-Japón 2002), la Tricolor (Francia 1998); la Azteca (México 1986) y la Telstar (México 1970).

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