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Sábado, 30 de marzo de 2002
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Una serpiente de dos cabezas

(National Geographic)
Al fin de cuentas, los mitos y las leyendas sobre serpientes de dos (o más) cabezas podrían tener una base bien real: hace poco, en España, apareció una pequeña víbora bicéfala. Y no es el primer caso. La extraña criatura, que actualmente está en cautiverio, ya les está dando a los científicos una preciosa oportunidad para ver hasta qué punto esta anormalidad afecta su habilidad para cazar, para alimentarse y para reproducirse.
Las serpientes de dos cabezas no son del todo raras para los biólogos. De hecho, durante diecisiete años una de ellas vivió en la Universidad de Arizona, y otra, ingeniosamente bautizada Thelma & Louise, llamó la atención del público en el zoológico de San Diego, también en Estados Unidos. “Nos enteramos de algún caso similar cada algunos años”, dice el herpetólogo Gordon Burghardt, de la Universidad de Tennessee, quien ha estudiado varias víboras de dos cabezas a lo largo de su carrera. Lo mejor que les puede pasar a estos reptiles es, precisamente, ser encontrados por el hombre, porque en el medio salvaje sus chances de supervivencia son muy escasas. “El simple hecho de comer les lleva mucho tiempo, porque a menudo una cabeza pelea con la otra para decidir cuál de las dos morderá a la presa", explica Burghardt. Además, estos animales “tienen una gran dificultad para decidir a dónde ir, qué presa atacar, o, peor aún, para responder a un ataque”, agregó.
Al parecer, estas serpientes bicéfalas tienen el mismo origen que los gemelos siameses: un embrión en desarrollo comienza a separarse en dos ejemplares idénticos, pero, en cierto momento, el proceso se interrumpe, y ambos quedan unidos por alguna parte de su cuerpo. El resultado suele ser terrible: en los humanos, el 75 por ciento de los siameses nacen muertos o mueren a las veinticuatro horas. Algo similar ocurriría con las víboras. Por otra parte, y en el caso de las sobrevivientes, “el lugar de separación de los cuerpos determinará cuáles son los órganos independientes de cada uno, y cuáles son los que se comparten”, agrega Burghardt.
El caso recientemente reportado por la revista National Geographic corresponde a un pequeño ejemplar de la especie Elaphe scalaris. La viborita, que mide 20 centímetros y tiene dos meses de edad, fue encontrada por casualidad cerca de Pinoso, una pequeña villa española. Y sus dos cabezas están completamente separadas, aunque comparten el resto del cuerpo del cuello hacia abajo. La serpiente será estudiada en un laboratorio por Enrique Font, biólogo de la Universidad de Valencia. “Si es macho sería muy interesante", dice Font, "porque en algunas especies de víboras, el macho frota su mentón contra el dorso de la hembra para cortejarla".

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