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Sábado, 8 de enero de 2005
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Final de Juego

Por Leonardo Moledo
–Hace tanto tiempo que no estamos aquí –dijo el Comisario Inspector–, que me siento raro.
–Yo también –dijo Kuhn–. Bueno, es el problema de la ausencia.
–Así es –dijo el Comisario Inspector–. Y debo decir que me dediqué en estos días con bastante ahínco a leer a Aristóteles.
–Un autor muy apropiado para las fiestas –dijo Kuhn.
–Sin duda –dijo el Comisario Inspector–. Y la verdad es que hay algo verdaderamente fascinante en Aristóteles. Por un lado, uno no puede menos que quedarse con la boca abierta ante la genialidad de su sistema. Por otro lado en cierta forma para la ciencia fue un desastre, porque todo, o casi todo, estaba equivocado. Pero también...
–Pero también qué –interrumpió Kuhn–. Aristóteles funcionó perfectamente en su paradigma.
–Todo el mundo funciona bien en su paradigma –dijo el Comisario Inspector–. Eso es trivial.
-No todo el mundo funciona bien en su paradigma -contraatacó Kuhn- incluyendo el paradigma de Final de Juego, donde, diría yo, a veces el comportamiento de algunos deja bastante que desear.
El Comisario Inspector lo ignoró. -Pero Aristóteles intentó, a mi modesto parecer, que comparte casi todo el mundo en la comisaría, resolver el problema que atravesaba la ciencia y la filosofía griegas. Por un lado, podemos decir que estaban los empíricos, como Tales de Mileto y sus discípulos milesios, que tratan de explicar los fenómenos del mundo real. Y por el otro lado, tenemos las escuelas de Pitágoras, o de Parménides, que perciben la dificultad de la construcción de la ciencia a partir de la empiria, dado que los sentidos son bastante falibles y engañosos, y son por otra parte, el único camino válido hacia la empiria. Así, los pitagóricos se refugian en las matemáticas, es decir, algo completamente extra empírico y los eleáticos, con Parménides a la cabeza, niegan la posibilidad de conocer los fenómenos, y sostienen que hay que ocuparse únicamente del Ser, es decir, de un ente metafísico, que es el único del cual se puede decir algo, pero que no es un fenómeno.
–Bueno, y esos elementos pitagóricos y parmenídeos aparecen en Platón.
–Sí –dijo el Comisario Inspector–, pero lo que en todos los casos era difícil de explicar es de qué manera ese mundo metafísico subyacente se conecta con el mundo empírico para producir los fenómenos.
–Un problema que no aparece muy resuelto –dijo Kuhn.
–Pero que interesa especialmente a la policía, que se mueve en el mundo subyacente de la metafísica, y cuya preocupación central es averiguar de qué modo la estructura ontológica del Ser se transforma en delito. Aristótelesaplica condicionamientos racionales, a la manera de Parménides, a objetos empíricos que parecen salidos de la cosmogonía de Tales, como cuando explica por qué el cielo es infinito y único.
–Sí –dijo Kuhn– estoy casi de acuerdo. O mejor dicho, estoy completamente en contra. Pero ya es hora de proponer el enigma.
–Puesto que hablábamos de un filósofo tan ilustre –dijo el Comisario Inspector– yo les pediría a nuestros lectores que nos escriban diciendo qué piensan ellos, si optan por la empiria o la teoría, y cómo creen que se articulan ambas.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Les gusta la empiria o la teoría? ¿Y están de acuerdo con el análisis del Comisario Inspector?

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