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Sábado, 24 de diciembre de 2005
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Donde se conversa sobre las fiestas en general y en particular

Por Leonardo Moledo

–Me enervan las fiestas –dijo el Comisario Inspector–... hay una atmósfera de alegría forzosa, que como todo fenómeno oculta la realidad.

–Y sin embargo –dijo Kuhn– las fiestas son algunas de las instituciones más antiguas que existen...

–Desde ya –dijo el Comisario Inspector–. La Navidad y el Año Nuevo son fiestas solares, en especial la Navidad, que existía desde mucho antes de la era cristiana y festejaba el solsticio de invierno, esto es, el momento en que el Sol, que ha alcanzado su punto más bajo el 21 de diciembre, empieza nuevamente a subir.

–En el Hemisferio Norte.

–Desde ya –dijo el Comisario Inspector–. Los romanos festejaban en esa época las saturnalias, y luego el cristianismo superpuso la Navidad a una fiesta que ya se festejaba, de tal modo que quedara ya instaurada. Creo que fue alrededor del año 320 cuando se festejó por primera vez.

–Y en cuanto al Año Nuevo, bueno, es una fiesta de la cosecha, o del comienzo del ordenamiento astronómico, que es fundamental para los pueblos agrícolas (y aun para los cazadores recolectores). Otras fechas, como la Pascua, están relacionadas con la siembra, o la recolección. Además, se me ocurre ahora que la ligazón de muchas de esas fiestas con la comida (en grandes cantidades) indica que se trataba de fiestas que celebraban la abundancia.

–Tampoco hay que olvidarse del valor ritual –dijo el Comisario Inspector–, a veces me parece que no percibimos la importancia del rito (y no me refiero al rito religioso), sino del rito que ordena la vida institucional y social. Por ejemplo, la Navidad reúne a la familia (que tradicionalmente era mucho más amplia que la actual), a una familia que suele estar ligada por lazos de afecto, pero también de odio, de competencia, y esas cosas. Entonces, el rito permite la reunión sin que nadie tenga que ceder, es una institución que permite esa reunión en la que se pueden resolver algunos problemas de interés común, y además, evita la necesidad de la reunión por un año. Esto es, ordena. Es por eso que las empresas y las profesiones también establecen sus rituales, y así existe la fiesta de los pasteleros y los jaboneros.

–Y los embajadores –dijo, traslúcido, el embajador de Inglaterra.

–Las fiestas aseguran y fijan la existencia social, y una buena prueba es que abandonamos, por lo menos por hoy, las dudas sobre nuestra inexistencia.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Creen que las fiestas podrán detener la progresiva inexistencia de esta gente?

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