Sábado, 4 de enero de 2003
Final de Juego / Correo de lectores
Donde se plantea un enigma que tuvo ArquĂmedes con dos relojes de arena
Por L. M.
–Una vez –dijo el Comisario Inspector–, ArquĂmedes tenĂa que resolver un problema-antiproblema en exactamente nueve minutos, y tenĂa solamente dos relojes de arena, uno de 4 minutos, y otro de 7 minutos. ArquĂmedes, naturalmente, se las arreglĂł para medir los nueve minutos. ÂżCĂłmo hizo?
–Eureka –dijo Kuhn–, Âżpero por quĂ© tenĂa que resolverlo exactamente en 9 minutos? ÂżQuĂ© sentido tiene?
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–. A veces en un examen, hay que resolver un problema en 9 minutos, o le quitan la hoja.
–No me parece un buen ejemplo –dijo Kuhn–, primero, porque ÂżquiĂ©n serĂa capaz de tomarle examen nada menos que a ArquĂmedes? Y segundo, porque en un examen, uno puede resolver un problema en menos de los 9 minutos establecidos, y listo.
–Pero uno podrĂa imaginase un antiexamen –dijo el Comisario Inspector–. En un antiexamen, uno tiene que resolver un ejercicio en por lo menos 9 minutos. En vez de haber un tiempo máximo, hay un tiempo mĂnimo, y si uno lo resuelve en menos de 9 minutos, le quitan la hoja; en cambio, una vez pasados los 9 minutos, se puede quedar eternamente.
–Me hace pensar en los taquiones –dijo Kuhn–. Pero quiero hacer notar, que el problema está mal planteado, porque dice que “ArquĂmedes tenĂa que resolver un problema en exactamente nueve minutos”.
–Todo se puede arreglar –dijo el Comisario Inspector– y el genio policial lo ha previsto ya. ArquĂmedes estaba en una situaciĂłn de examen que le exigĂa resolver el problema en menos de 9 minutos, y a la vez en una situaciĂłn de antiexamen, que le prohibĂa resolverlo en menos de nueve minutos. ConclusiĂłn, tenĂa que resolverlo en exactamente nueve minutos.
–Ah, Lew, Lew –dijo Kuhn–. Pero seamos consistentes: si se trataba de un examen, se trataba tambiĂ©n de un problema. Sin embargo, si se trataba de un antiexamen, por lĂłgica tenĂa que ser un antiproblema. Ahora bien, dado que se daban las dos situaciones juntas, se trataba de un problemaantiproblema. ConvendrĂa aclararlo.
–Ya está –dijo el Comisario Inspector–. Ya lo cambié.
–Eduardo Felizia se ofendiĂł porque publicamos su carta sĂłlo parcialmente. SerĂa bueno publicarla hoy entera, pero el palimpsesto de ArquĂmedes nos quitĂł el lugar.
–Tal vez ese palimpsesto fue escrito en exactamente 9 minutos –dijo el Comisario Inspector–, aunque lo dudo. QuerĂa comentar que encuentro notable que nadie haya resuelto acabadamente el enigma de las hamburguesas, o mejor dicho, que nadie lo haya demostrado cabalmente. Es verdad que si el nĂşmero de hamburguesas es mĂşltiplo de tres, siempre se pueden comprar en paquetes de 9 y 6 hamburguesas, salvo el caso puntual de que sea exactamente 3. Y eso es fácil de demostrar. ÂżHay espacio?
–No –dijo Kuhn– el monstruo del diagramador se niega.
–Alberto Otamendi no es un monstruo –dijo el Comisario Inspector–. Es un artista, el artista preferido de la policĂa.
ÂżQuĂ© piensan nuestros lectores? ÂżCĂłmo hizo ArquĂmedes para resolver su problema-antiproblema en 9 minutos? ÂżQuiĂ©n le tomaba examen? ÂżPor quĂ© dijo Kuhn “Lew, Lew”? ÂżQuĂ© tienen que ver los taquiones? ÂżY quĂ© es Alberto Otamendi, un monstruo o un artista?
Correo de lectores
Hamburguesas
Tengo la respuesta a la 2da. pregunta de las hamburguesas. Si desde el 6 comenzamos una escala de 6 en 6 (6,12,18, etc.) obtenemos la mitad de los mĂşltiplos de 3. Si desde el 9 comenzamos nuevamente una escala de 6 en 6 (9,15,21, etc.) obtenemos la otra mitad. La excepciĂłn es el 3. Felicitaciones por el suplemento, les agradecerĂa que publiquen mi respuesta. Saludos,
Demián Linares
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