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Sábado, 28 de agosto de 2004
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FINAL DE JUEGO

Por Leonardo Moledo
–Apenas tenemos diez líneas –dijo el Comisario Inspector–, así que hablaré yo solo, porque yo no soy autoritario como el decano, ni pretendo tener siempre razón, aunque por supuesto la tenga. Muy buenas las cartas sobre la adulación, y la del lector que nos pide más poesías del juglar. No tenemos dónde poner más poesías –que el juglar nos proporcionaría sin problemas, desde ya–; ni siquiera es posible incluir alguna de mis sublimes opiniones, que vendrían muy bien, ya que veo que se acerca el embajador de Inglaterra. Sólo el enigma, corto y simple: ¿cuántos equipos distintos se pueden formar con los once jugadores de uno cualquiera de ellos?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Cuántos equipos se pueden formar? ¿Y por qué menciona el Comisario Inspector de ese modo al embajador de Inglaterra?


Correo de lectores

Adulaciones
(...) les agradecería que publicaran más versos del juglar del decano. Alabados sean, Iluminados.
Jorge Puccio

Adulaciones II
Sublime y excelsa la sección “Final de Juego”. Respecto a la adulación. ¿Adulación?, ¿qué es adulación? No existe. Bromas aparte, corresponde destacar el agradecimiento en la sección “Final de Juego” a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que en los tiempos del “proceso” ponían el pecho a las balas y obviamente, no en sentido figurado.
Roberto Fedorovsky

SoluciOn y adulaciones III
Esto de “partida de F1” parece un título para un programa de carreras (automovilísticas, no universitarias). Está claro que el Funcionario 1 debe traspasarle 9 partidas presupuestarias al Func. 2 para que ambos queden con 18 partidas; dado que F1 había recibido 27 y F2 recibió solo 9. En cuanto a la necesidad de adulación, es la confirmación por terceros del poder que detenta el adulado; no es el reconocimiento de méritos verdaderos lo que evidencia supremacía sobre el otro sino la sumisión del adulador (esta historia, que al principio parecía El mastín de los Baskervilles ahora se está pareciendo a 1984); una adulación “en broma” puede agradar al amigo que reconoce la broma y le agrada pero no es tomada en serio, y si se prolonga pasa a ser una broma pesada (una cargada o gastada), en cambio la adulación al poderoso es la forma de saciar su deseo perverso de someter o prevalecer sobre otro (esto se está pareciendo mucho a otro tipo de deseo morboso, aunque estoy pensando que finalmente no es muy diferente, al menos en su génesis y en su fin).
Orlando Affini

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