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Sábado, 31 de julio de 2010
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EL PERFIL DE LA BESTIA

Distancia de la Tierra: 165 mil años luz
Diámetro: 50 millones de kilómetros (35 veces el diámetro del Sol)
Masa: 265 veces más que el Sol
Luminosidad: 9 millones más que el Sol
Temperatura superficial: 53.000 grados C (Sol: 5600 grados C)
Color: azul intenso (Sol: blanco-amarillo)
Edad: 1 millón de años (Sol: 4600 millones de años)

El perfil mete miedo. Y deja en pañales a las estrellas más poderosas de la Vía Láctea, como la mismísima Eta Carinae. En realidad, R136a1 pertenece a otra galaxia, la Nube Mayor de Magallanes, el principal “satélite” de la nuestra. Es, por lejos, el ejemplar más sobresaliente del colosal cúmulo estelar R136, formado por unos 100 mil soles, y hundido en las entrañas de la famosa Nebulosa Tarántula, una nube de gas y polvo de 2000 años luz de diámetro.

Sí, está muy lejos. Y no es nuestra estrella. Mejor así: si ocupara el lugar del Sol, “su enorme masa reduciría el largo del año terrestre a apenas 3 semanas, y bañaría a la Tierra con una radiación ultravioleta tan increíblemente intensa, que haría imposible la vida”, dice el astrónomo británico Raphael Hirschi (Universidad de Keele), uno de los integrantes del equipo liderado por Paul Crowther.

Según estos científicos, que se basan en modelos de evolución estelar, esta fabulosa bola de gas ardiente nació hace un millón de años, con unas 320 masas solares. Y desde entonces, ha ido perdiendo masa merced a su radiación y a sus furiosos “vientos estelares”. Sostener su brutal flujo de emisión le cuesta 1 masa solar cada 20 mil años.

Desde todo punto de vista, R136a1 es una estrella al límite. De hecho, dada su masa y su luminosidad está desafiando el llamado Límite de Eddington, que en pocas palabras es el punto de equilibrio entre la luminosidad producida por una estrella y su propia fuerza de gravedad. Si ese límite se viola, la estrella lisa y llanamente se destruye. Pero hay algo más: “con apenas un millón de años, R136a1 ya es una estrella de mediana edad”, dice Crowther.

Y le queda poco tiempo: su vida se terminará dentro de otro millón de años. Y de manera absolutamente catastrófica: dada su escala y naturaleza, todo indica que no estallaría como una supernova común, sino más bien como una criatura teórica llamada supernova tipo Par de Inestabilidad (PI). En resumidas cuentas, se trata de estrellas prodigiosas que, dadas sus extraordinarias condiciones internas de presión y temperatura, crean –a partir de la colisión entre núcleos atómicos y rayos gamma– ingentes cantidades iguales de electrones y sus contrapartidas de antimateria, los positrones (de ahí lo de “par”). Y al finalizar sus vidas, estallan y se destruyen por completo (sin dejar remanentes, como estrellas de neutrones o agujeros negros, que resultan del colapso y estallido de las supernovas más convencionales).

La R136a1 vivirá una vida corta, pero absolutamente esplendorosa. Y luego, le espera el más trágico de los finales imaginados por la astrofísica de nuestros días.

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