Viernes, 17 de mayo de 2002
POLITICAS
Un antes y un después de la asamblea
Por Patricia Ritz *

TodavĂa no tenĂa mucha confianza con Cristina y Maica, dos vecinas que habĂa conocido en la asamblea del barrio. Pero por afinidad o vaya a saber por quĂ©, me ofrecĂ a cuidarles a su perra Rita mientras ellas pasaban Semana Santa en Mar del Plata. La verdad es que, además, me gustan los perros e incluso mi primer contacto con la asamblea de Humboldt y Costa Rica –a cinco cuadras de casa– fue paseando al mĂo, Botija. A Rita me habĂa comprometido a sacarla a dar una vuelta dos veces por dĂa. Desde un comienzo la notĂ© un poco histĂ©rica. La segunda vez que fui a buscarla comprobĂ© que algo pasaba: apenas abrĂ la puerta, saliĂł disparada. Se me escabullĂł con toda su agilidad y yo, desesperada, la perseguĂ en bicicleta hasta que la perdĂ de vista. Me querĂa morir, sentĂa una responsabilidad enorme. Un impulso me llevĂł de vuelta a casa, conectĂ© Internet y mandĂ© un mensaje desesperado al foro de la página de la asamblea, con la esperanza de que alguien lo leyera pronto: “¡Necesito ayuda, se me perdiĂł Rita!”. No pude esperar una respuesta y salĂ otra vez. Enseguida empecĂ© a encontrarme con gente de la asamblea. Dos, tres, cuatro... terminamos siendo ocho personas buscando a Rita.
Más allá de la buena noticia de que al final la encontramos, me quedĂ© sorprendida con la actitud de los vecinos. Me di cuenta de que la asamblea era mucho más que una reuniĂłn llena de discusiones y proyectos, los jueves a la noche, con gente desconocida. Era mucho más real de lo que yo pensaba. Era estar en estado de asamblea en todos lados, a toda hora y por todas las razones. Desde el 20 de diciembre querĂa encontrar un lugar asĂ. Si era en la calle, mejor. Un lugar donde poder putear y soñar a la vez. TenĂa claro que la asamblea me servĂa para eso, pero hasta el episodio de Rita no habĂa tomado conciencia de la fuerza que tiene todo esto como organizaciĂłn.
A esta altura ya perdĂ la cuenta de la cantidad de reuniones y actividades que hago todos los dĂas por la asamblea, al margen de mi trabajo. Además del encuentro general semanal, voy a la comisiĂłn de prensa, preparo el programa de radio que logramos ubicar en una FM y participo de Ă©l los sábados a la mañana temprano. Y ahora, en mis ratos libres, me dedico a difundir “La trama”, un evento polĂtico y cultural que revolucionará a Palermo Viejo con más de cien actividades durante el 25 y el 26 de mayo. Lo de los ratos libres lo digo un poco en broma y un poco en serio. Por momentos me quejo, pero en el fondo estoy totalmente cautivada por esta experiencia. SĂ© que a muchos nos pasa lo mismo. Podremos sentirnos por momentos más o menos estimulados, podremos pasar por etapas de mayor o menor compromiso pero, tanto desde lo personal como desde lo colectivo, este camino ya no tiene vuelta atrás. Venimos de vivir recluidos en un individualismo a ultranza, tĂpico de un modelo neoliberal. La posibilidad de participar en una asamblea barrial me permitiĂł dejar el rol de observadora pasiva de una realidad cada vez más desalentadora. Ahora me siento protagonista de un cambio. No tengo en claro aĂşn cĂłmo se desarrollará pero, no por ello, desisto de buscarlo.
Me gusta que desde la asamblea nos atrevamos a confrontar verdades establecidas. Desde un comienzo, desafiamos una idea generalizada que pinta a la polĂtica como patrimonio de una clase, absolutamente cuestionada. Reinventamos la polĂtica, mostramos que es nuestra. Ya sea en nuestros debates constantes, sobre el “que se vayan todos” o lo que fuere,como cuando ideamos propuestas y hacemos gestiones a nivel barrial. Quizá sin darnos cuenta estamos reconstruyendo, por quĂ© no, el tejido social desgarrado. Despacito nos vamos animando a pensar otros proyectos a mayor escala. Una nueva trama, propia, para nuestras vidas.
* Vecina de la asamblea de Palermo Viejo.
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