Escribe mucho, pero siempre est谩 pensando en el arte. En hacer una obra que consista en dos pul贸veres anudados, uno amarillo y uno rosa, en caminar por calles sucias de Buenos Aires o asistir a lecturas de poes铆a para conocer a los poetas j贸venes. O en 鈥淏elleza y Felicidad鈥, el local que alguna vez tuvo con Fernanda Laguna, otra artista. Igual el territorio de Cecilia Pav贸n es la poes铆a, ya sea que se manifieste en la forma de cuentos o de textos menos estructurados donde el riesgo se siente: el riesgo de no saber lo que se est谩 haciendo, el de estar siempre al borde de la nada o un poco m谩s ac谩 de la literatura, y quiz谩s es en esos textos donde los descubrimientos se asoman con m谩s fuerza. Como narradora es una especie de heredera minimalista y menos nerd de C茅sar Aira, que consumi贸 en cantidades, pero a esa vocaci贸n por la fantas铆a y por la creatividad pura le suma una percepci贸n sensitiva de la vida cotidiana en sus aspectos m谩s peque帽os que le viene estrictamente de una formaci贸n po茅tica. Eso, y la atenci贸n al espacio de una chica que trabaja en su casa y cr铆a un hijo y hace las tareas del hogar, por eso en una p谩gina de Once Sur (2013) anota: 鈥淪obre mi casa llueven p茅talos de flores鈥. Y en otra concluye, despu茅s de hablar de la sangre de un p谩jaro que mat贸 el gato sobre el piso del living: 鈥淓n fin, est谩 atardeciendo y la luz del verano est谩 en mi living como una se帽ora silenciosa鈥.
La ciudad y sus recorridos, caminar sin rumbo, andar en colectivo o en bicicleta para sentir esa fusi贸n extra帽a entre intimidad y anonimato (鈥淢i nombre est谩 escrito frente a m铆 en letras de ne贸n: / Hay un hotel con mi nombre鈥 dice el poema hom贸nimo) son parte de la b煤squeda, de una inquietud que la llev贸 a escribir, bajo el deseo de seguir siendo siempre punk, estar siempre en la escuela. Por eso recibe ampliamente lo nuevo: los emails, internet, el cambio, el futuro, el arte contempor谩neo (en 鈥淟os sue帽os no tienen copyright鈥, del libro del mismo nombre) y a los nuevos poetas, ya sea que prefieran el rap free style a la poes铆a, como en el texto que abre Peque帽o recuento sobre mis faltas, la colecci贸n de relatos que acaba de publicar la editorial chilena Overol.
Pav贸n naci贸 en 1973 en Mendoza pero las ganas de tener experiencias la llevaron a Buenos Aires. Ah铆, aunque empez贸 la carrera de Letras en la UBA en la primera mitad de los noventa, la formaci贸n que verdaderamente importaba se dio en una serie de amistades: primero con Gabriela Bejerman, que tambi茅n escrib铆a pero que sobre todo amaba tanto como Cecilia las fiestas y la m煤sica electr贸nica. Despu茅s con Sergio de Loof, ese artista dif铆cil de definir, dise帽ador de moda y gestor de espacios under como Bolivia, que cre铆a con fuerza en la necesidad de abrir lugares no necesariamente vinculados al arte y con alg煤n sustento econ贸mico donde los cruces, simplemente, pasaran. Y luego, por intermedio de Arturo Carrera que las present贸 mientras Cecilia estaba asistiendo a su taller de poes铆a, con Fernanda Laguna, que por ese entonces se estaba haciendo un lugar como artista del Rojas. Era solamente el comienzo de una vida como escritora pero Pav贸n, acaso sin saberlo, ya hab铆a trazado las coordenadas que definir铆an su escritura y lo hab铆a hecho en la inespecificidad, en el cruce de distintas pr谩cticas. Nada de codearse con puros escritores, nada de tener a la biblioteca como figura central.
Ah铆, entre el gusto por las fiestas, los lugares que tienen que ver m谩s con la idea de encuentro y de sociabilidad que con la de cultura, y un pie en el mundo de las artes pl谩sticas, se pusieron las bases de lo que a partir de 1999 ser铆a 鈥淏elleza y Felicidad鈥, pero que lo ser铆a de una manera ca贸tica, espont谩nea. Porque Pav贸n y Laguna, que ya se hab铆an hecho amigas y se pasaban poemas, no tuvieron jam谩s la intenci贸n de abrir una galer铆a de arte ni mucho menos un espacio dedicado a la literatura sino de tener un local, algo que hacer con sus ahorros en lugar de gast谩rselos en un viaje. Los alquileres estaban baratos por la recesi贸n, as铆 que no les cost贸 conseguir una esquina de Almagro, en Acu帽a de Figueroa y Guardia Vieja, donde antes hab铆a funcionado una farmacia. Tampoco hizo falta mucho para montar 鈥淏elleza y Felicidad鈥: apenas decorar la vidriera con una tipograf铆a elegante que anunciaba su nombre en dorado (a pesar de que todo lo dem谩s permanec铆a desprolijo y algo roto), ordenar en otra habitaci贸n los acr铆licos y materiales para artistas que Laguna vend铆a y colocar en un rinc贸n una peque帽a estanter铆a que ten铆a a la venta los libros de poes铆a de las editoriales independientes de la 茅poca, como Siesta, Vox y Del Diego. Y encima de una mesa, algo que quiso ser el sustento econ贸mico de toda la empresa pero no dur贸 demasiado, un mont贸n de chucher铆as compradas en Once, saldos de bazares y regaler铆as que se ofrec铆an por un peso y le daban a toda la escena el aspecto de una instalaci贸n kitsch, aunque estuviera m谩s cerca de un kiosco.
Claro que como chica de Letras, Cecilia tambi茅n hab铆a estado cerca de Delfina Muschietti y el ciclo de lecturas que sostuvo durante a帽os en el Rojas, La voz del erizo. En ese ciclo conoci贸 a varios de los que despu茅s ganaron por asalto lo que se conoci贸 como 鈥減oes铆a de las noventa鈥 porque la editaron ellos mismos: Romina Freschi, Marina Mariasch, Santiago Llach y Carlos Eliff, entre otros. Por esa 茅poca los devenires inesperados de la formaci贸n acad茅mica tambi茅n la pusieron en contacto con los estudios de g茅nero y las teor铆as queer: Pav贸n viaj贸 a Seattle con una beca para hacer una maestr铆a, pero la vida en el campus se le hizo aburrid铆sima y decidi贸 cancelar a los diez meses una estad铆a que ten铆a que durar dos a帽os. Cuando volvi贸 a Argentina se trajo con ella una perspectiva nueva, directo desde el pa铆s donde ya se estudiaba a Judith Butler, y una mescolanza m谩s intuitiva que te贸rica entre vanguardia, cosmopolitismo, contracultura y sexualidades alternativas que encontr贸 en Belleza y Felicidad un terreno f茅rtil, tercermundista y salvaje.
De esa primera etapa que fue puras fiestas y encuentros con amigos y bailar con la m煤sica electr贸nica quedan poemas que son la b煤squeda incansable de experiencias, ll谩mense drogas o amor, iluminaci贸n o poes铆a, algunos publicados en plaquetas fotocopiadas, otros en 驴Existe el amor a los animales? (Siesta, 2001) o Caramelos de An铆s (Belleza y Felicidad, 2004) y reunidos en la primera parte de ese compilado de Editorial Mansalva que se llama Un hotel con mi nombre (2012). Adem谩s de atender el local, coordinar muestras de pl谩stica y lecturas de poes铆a, Pav贸n y Laguna editaron bajo el sello Belleza y Felicidad m谩s de setenta plaquetas de poes铆a y prosa que llevan la firma de Rosario Bl茅fari, Roberto Jacoby, Antol铆n, Ali Gua Gua de Kumbia Queers, C茅sar Aira, Sergio Bizzio, Washington Cucurto, Dani Umpi y muchos m谩s. Despu茅s el paso del tiempo dio lugar a una vida donde el grupo se reemplaz贸 por la soledad del trabajo en casa, la crianza, las epifan铆as nocturnas en un patio descuidado, pero aunque el entorno cambi贸, la disposici贸n y el deseo por absorberlo todo siguen siendo los mismos. No es que los varones escriban con el cerebro y las mujeres con el cuerpo, pero hay algo profundamente femenino en una escritura atravesada por carteles que dicen 鈥淟A LITERATURA ACELERA LOS LATIDOS DE MI CORAZON鈥 (Once Sur, 2013), o en ese otro poema que dice 鈥淧ara m铆 la literatura es mi madre/ para m铆 la literatura es mi cuerpo鈥 (Un hotel con mi nombre). Y sobre todo, en una obra que se reescribe y borronea, que est谩 llena de dudas y alternativas y cosas que podr铆an ser de otra manera: tomada como un todo, la escritura de Cecilia Pav贸n est谩 llena de iluminaciones m铆nimas y conjeturas, su sintaxis es la de las comas, los 鈥減eros鈥 y las disyuntivas, los pensamientos y las impresiones organizadas en una corriente que fluye y se bifurca y se estanca: 鈥淎 veces me siento tan lejos de la literatura que no s茅 lo que es鈥 (Once Sur).
Quiz谩s porque Pav贸n parte del cuerpo 鈥搚 no de la literatura misma, no de una mirada educada, es decir convencional -es una de los pocos poetas a los que les gusta el mundo tal como es, que no arrastra esa nostalgia de una naturaleza perdida que otros pueden haber sacado de lecturas previas pero no de la experiencia: la ciudad con su basura, sus cosas tiradas, el caos y los ruidos aparece retratada una y otra vez en la poes铆a de Pav贸n, y la elecci贸n de un territorio como el barrio de Once para situar buena parte de sus cuentos y poemas es elocuente al respecto. Once Sur, que re煤ne unos trescientos textos surgidos como entradas de un blog que llevaba el mismo nombre, est谩 lleno de visiones donde lo urbano se aprecia en el choque, la conjunci贸n entre opuestos que los surrealistas se esforzaban por imaginar y en la escritura de Pav贸n es solamente el signo de la ciudad moderna: 鈥淐osas que vi: en la calle Pichincha y Belgrano: una fotocopiadora de los a帽os ochenta, enorme, amarillenta, cerrada y con un potus encima (..). As铆 es Buenos Aires para m铆鈥.
Los cuentos de Pav贸n tambi茅n suelen hacer foco en la experimentaci贸n tal como pueden realizarla la fantas铆a o el capricho: juntarse con amigas a disfrazarse de gordas y salir a bailar es una forma de ser otra tanto como hacerse monja y meterse en un convento, o contar partes de la propia vida a partir de las distintas carteras que se usaron, o empezar anotando las evoluciones de las nubes sobre la pampa y derivar hacia la muerte de un ser querido y la b煤squeda de un cielo, siempre entrando al relato (y a la emoci贸n) de formas inesperadas, siempre en diagonal, como si lo 煤nico que pudiera encontrase de otro modo es lo que ya sabemos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.