TodavÃa estoy recuperándome de los intensos dÃas que pasamos en Mar del Plata junto a tantas mujeres de todo el paÃs. TodavÃa siento en el cuerpo los efectos de la emoción y el cansancio, del esfuerzo y el agite. El Encuentro implicó un corte abrupto con la rutina: nos hizo poner entre paréntesis la vida cotidiana, salir a la ruta, amucharnos en un departamentito con doce amigas para encontrarnos con otras mujeres, y para llevar hasta ahà nuestros reclamos por el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, la gran deuda pendiente de la democracia. Pero no quiero explayarme acá sobre nuestra participación en los talleres, ni sobre una acción performática que hicimos para denunciar cómo la iglesia busca impedir históricamente cualquier posibilidad de despenalización del aborto en nuestro paÃs –una receta de cocina para preparar Pastel de Papa Argentino. Acá quiero hablar de lo que pasó en la Catedral de Mar del Plata, ese reducto de resistencia fascista trasformado en comisarÃa ilegal de un momento a otro, y del contraste entre la multitud de mujeres empoderadas que colmó las calles de la ciudad y la inexplicable represión con balas de goma y gases que vino después.
La Marcha fue histórica, emotiva, por momentos el desfile parecÃa interminable. En nuestro caso, marchamos junto a la Red de Socorristas, activistas de rabiosas pelucas fucsias con un gran repertorio de cantos feministas que trasformaban el "Arroz con leche" o la Marcha Peronista en consignas que pedÃan el aborto legal, seguro y gratuito en el hospital. Estábamos en la facción que decidió movilizarse hasta la Catedral marplatense –al contrario de lo que sugerÃa la Comisión Organizadora del Encuentro–, y no detener nuestros reclamos frente a la Bristol para que los escuchen los lobos marinos.
Llegamos a la Catedral cuando las rejas de la entrada ya estaban en el piso, pero sólo después supimos que no fueron las mujeres las que las derribaron (como puede verse acá http://bit.ly/1PgdRgS). La escena era increÃble, pero no serÃa lo más fuerte de la noche: tres filas de hombres tomados de los brazos en las escalinatas, como rezando entre murmullos, convocados por Carlos Pampillón, dirigente ultracatólico marplatense que responde al candidato macrista Arroyo, protegÃan la entrada ante miles de mujeres que se hacÃan escuchar. Una puesta en escena que se reproduce en cada Encuentro, pero esta vez, el vallado policial era inexistente y el cara a cara con los patovicas mucho más explÃcito.
De un momento a otro el panorama cambió por completo: la fila de patovicas fachos se retiró del frente para ser reemplazada por una serie de gendarmes que atrás de sus escudos de acrÃlico empezaron a disparar balas de goma y gases lacrimógenos contra las manifestantes. Nunca se habÃa reprimido un Encuentro Nacional de Mujeres. No nos lo esperábamos. Tratando de no perdernos –porque andar sola por la ciudad esa noche era visiblemente peligroso– nos dispersamos furiosas. Caminamos unas cuadras por la peatonal de La feliz todavÃa medio en shock, con nuestros pañuelos verdes puestos. Y ahà fue que recibimos un mensaje en el que nos contaban que habÃan "chupado" a algunas compañeras, y las habÃan metido adentro de la Catedral. El impacto que nos produjo la palabra "chupada" todavÃa me produce escalofrÃos. Asà que ya sin nada que nos identifique, sino un poco más camufladas con los abrigos invernales, volvimos a la Catedral y lo que vimos ahà fue desesperante: las miles y miles de mujeres que marchaban habÃan desaparecido, y éramos menos de cien las que completamente vulnerables tratábamos de entender lo que habÃa pasado y de organizarnos. Tres chicas –de las cuales dos participaron de la marcha y una solo caminaba por la calle– habÃan sido arrastradas a la fuerza al interior de la Catedral, en un operativo polemiquÃsimo (en el minuto 5.02 de este video puede verse cómo arrastran a una chica dos civiles http://bit.ly/1VRUkYl). SabÃamos que una de ellas estaba herida con balas de goma. Llamamos a una red de abogadas. ¿Cómo pueden detenerlas ilegalmente adentro de una Catedral y no llevarlas a una comisarÃa? ¿Cómo sabemos que sus derechos no están siendo vulnerados ahà adentro, que no las están maltratando fÃsica o psicológicamente? En situaciones asà de crÃticas es cuando más se siente el desamparo. Nos llegaba información de que se estaba realizando una Asamblea en Plaza Mitre, a pocas cuadras del lugar, pero a nuestro entender no habÃa nada que discutir ahÃ, sino que habÃa que volver a esa plaza, juntar fuerzas. Llegaron abogadxs de distintas organizaciones y empezaron a negociar con la policÃa: entraban y salÃan, nos pasaban los nombres de las compañeras detenidas, trataban de conseguir que fueran revisadas por médicas. Fueron momentos de mucha tensión, frÃo, desconcierto. Destaco de ese momento la precaria pero necesaria organización que conseguimos para actuar ordenadamente y no desesperar ni provocar nuevos choques violentos, rodeadas como estábamos de policÃas. Más de una hora después, cerca de la una de la mañana, se consiguió que una de las chicas fuera liberada, y tuvo que irse en ambulancia al hospital zonal. Al rato salió otra de las detenidas, notablemente sacada por lo que habÃa vivido ahà adentro. Y cerca de las 2 AM liberaron a la que faltaba. Recién ahà decidimos retirarnos indignadas, nerviosas, cansadÃsimas.
Cuando volvimos todas al departamento y repasamos los hechos, fuimos entendiendo que lo ocurrido fue un operativo organizado y montado para tirar por la borda los legÃtimos reclamos de todas las mujeres que llegaron desde distintos rincones del paÃs. Viendo videos de compañeras que estaban ahà como nosotras, pudimos entender claramente que la feroz represión policial era funcional a la hostilidad de la ciudad ante tal cantidad de mujeres empoderadas, y que para la policÃa local y la agrupación de Pampillón era muy sencillo herirnos, violentarnos, y hacernos pasar por sacadas y provocadoras a nosotras. Pero no nos confundamos: el avasallamiento a nuestro derecho a manifestarnos es gravÃsimo, tanto como la persecución y la violencia fÃsica y psicológica que desde hace tantos años intenta silenciarnos. Y si bien criticamos que la peña de cierre no se haya suspendido mientras las tres mujeres estaban detenidas ilegalmente, y que en el Plenario del dÃa lunes no se hayan repudiado debidamente estos sucesos, sigue siendo valioso que los Encuentros sean instancias de discusión y de resistencia. Sigue conmoviendo que sea tan heterogéneo, y que a la vez todas encontremos lugar ahÃ. 60 mil mujeres juntas, organizadas, escuchándonos, armando nuevas redes ante nuevos reclamos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.