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Viernes, 4 de marzo de 2016
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escenas

Lo que no se dice

En Bordes, mujeres que caminan por la cornisa de la furia se expresan a la velocidad de la luz contra eso que llamamos patriarcado.

Por Alejandra Varela
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La escena que las descarta no forma parte de la representaci贸n. Su idioma es el mon贸logo interior. Como Molly Bloom, la esposa que hablaba a la velocidad de sus pensamientos en la novela Ulises de James Joyce, ellas podr铆an ser tambi茅n personajes embravecidos por el fluir de la conciencia, mujeres que miran esa realidad que habitan y que all铆, en ese mundo que el p煤blico no ve, podr铆an ser personas convencionales pero bajo el influjo del escenario se dan vuelta como si vaciaran sus bolsillos o su cartera y todo lo que guardaron por las dudas, por precauci贸n o coqueter铆a, se convirtiera en basura. El conflicto como un olor pestilente que llega a la boca, a la palabra cuando la acci贸n se posterg贸 demasiado.

Ellas soportan la indiferencia de sus maridos que encuentran en el sue帽o, el silencio o el suicidio, como combinaciones extremas o apacibles que conviven a un mismo nivel dram谩tico, diferentes artima帽as de evasi贸n. Pero algo de ese lugar mancillado, de ese rinc贸n donde ellas parecen prepararse para salir a protagonizar una contienda de box, comienza a modificarse a partir del discurso. La dramaturgia de Cintia Miraglia y Natalia Villamil encuentra remanentes de lucidez en la laceraci贸n del abandono. No se trata aqu铆 de explorar en la queja de un modo complaciente, de apelar a una identificaci贸n llorosa. En sus parlamentos la risa es el resultado de la sorpresa, la artiller铆a pesada de una furia que sangra porque estas mujeres se vuelven anal铆ticas, entienden, destripan su realidad y mientras se alcoholizan, se muerden los labios o se vuelven resistentes al insomnio, se animan a decir todo aquello que en una historia realista quedar铆a contenido.

La voz femenina es en Bordes una instancia que ensaya en el universo privado del mon贸logo las estrategias para transformarse en acci贸n y puede hacerlo porque la palabra que se quiebra y se abre, que se permite lo disparatado y lo imposible, que se utiliza como materia de descarga, no deja de ejecutarse como una herramienta angustiada y r煤stica para impugnar esa persistencia en un v铆nculo que ya no existe, donde ellas son personajes invisibles, donde su propia subjetividad ha sido borrada por un otro que no las incluye ni en la conversaci贸n, ni en la escena que transcurre cuando ellas le hablan a un p煤blico deslumbrado por esa sinceridad que perfora los hechos para agitarse en la tarea desordenada de contar.

Como narradoras se apoderan de una vida donde las decisiones ya han sido tomadas, figuritas de segundo plano que diferencian su comportamiento aparente de ese otro que saldr谩 a la calle cuando la obra se termine. Porque mientras hablan, una decisi贸n se va macerando como una fastidiosa conspiraci贸n. Ellas no hacen de la escena un efecto de catarsis para volver a sus vidas sedadas y prolijas. Ellas quieren ser en las acciones y los hechos las mujeres que encontraron al unir ultrajes con palabras y entender que en esa frotaci贸n de cuchillos la bronca las enfrenta a una fortaleza, a una capacidad de intervenir casi impensada. Como si ellas se inventaran en la libertad de una soledad impune y despu茅s comprendieran que esa mujer de fantas铆a podr铆a caminar por la realidad para correrlas de su ceremonia resignada.

Las autoras ingresan a un lugar com煤n para discutir que el dolor y el encono femeninos s贸lo puedan retratarse en mujeres alteradas. Ellas se animan a la rabia para descifrar el comportamiento masculino, para noquearlo con su agudeza, con esas ocurrencias que seducen a la platea. No son insoportables, se vuelven bellas en esa actuaci贸n estallada, en esa comicidad que sacan como un pu帽al de la panza y les resultara gracioso verse lastimadas y descubrir que tuvieron el filo clavadito en la piel durante a帽os y ahora se pasean altaneras con la herida abierta y chorreando. Entonces dan ganas de ponerse de su lado.

Bordes de Cintia Miraglia y Natalia Villamil, dirigida por Miraglia y con las actuaciones de M贸nica Driollet, Leticia Torres y Estela Garelli, se presenta los jueves a las 21 horas en Teatro El Extranjero.

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