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Viernes, 19 de marzo de 2004
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Moda

FASHION BALANCE

La infancia durante la década del ‘70, el ecléctico atuendo del Ekeko, el dios de la abundancia en la Puna, materiales que no son lo que parecen –o viceversa–, fueron disparadores de la inspiración
de los diseñadores que se reunieron en el predio de la Rural durante la última
Buenos Aires Fashion Week, en la que estuvieron presentes desde una apelación –tal vez demasiado–
cruda a la violencia cotidiana hasta las producciones de una cooperativa barrial.

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Por Victoria Lescano

El regreso de la sastrería inglesa con estampas príncipe de Gales aunque resignificada con hombreras de puro metal o cortes asimétricos, texturas construidas para simular pieles de peces o reflejar el paso del tiempo, atuendos de ekekos reinterpretados en estética animé con raíces bolivianas, la infancia en la Argentina de los años ‘70, e intervenciones de equipos de filmación en vivo fueron algunos de los temas que entre el lunes 8 y el jueves 11 se vieron en las pasarelas de la Rural. Fue en la edición invierno 2004 del Buenos Aires Fashion Week que convocó a 45 diseñadores en percheros y 18 en desfiles.
El lunes 8, tras la apertura con joyas transmutadas en piezas de indumentaria por María Médici y la preferencia de Cora Groppo por mostrar varios atuendos de su línea de sastrería femenina en hombres, Cecilia Gadea presentó pantalones de montar y chaquetas de pura lana revestidas en organzas, faldas corroídas con técnicas de calado láser y contrastes de celeste, arena y negro. “Esta vez trabajé los recursos de calados y plisados para llevar a las prendas la sensación de desgaste que da el paso del tiempo. Trasladé huellas de colores y texturas que suelen tener las paredes descascaradas”, dijo Gadea.
Martín Churba presentó su colección más extensa desde que formó el proyecto Tramando: setenta pasadas de vestidos mini con sisas bajas o faldas evaseé en tonos de rosa pálido o amarillo intenso y que funcionaron como pantallas para sus experimentos textiles con redes engomadas con siliconas. Prefirió al cemento, azul símil negro y verde militar para una línea de calle con pantalones cargo desarrollados en alianza con Andrés Baño.
“La búsqueda pasó por alterar las percepciones, aparecieron materiales que simulan ser piel de reptil, aunque la materia prima en cuestión sea piel de pescado o vestidos pixelados con imágenes de porno animé. Considero como nuevo tema a investigar al envejecimiento de las telas para lograr materiales que, como el dénim, se vuelvan más atractivos con el uso”, dijo Churba. La presentación tuvo un video en homenaje al ojo surrealista a modo de prólogo y las modelos, usuarias de stiletos y botas unisex desarrollados en piel de pescado junto a la experta zapatera Sylvie Geronimi bailaron con remixes disco de Capri.
Ekeko y los niños del Séptimo Rayo, la apuesta de los diseñadores Manuel Brandazza y Diego de Adúriz, fue el desfile más cautivante de la semana.
Incluyó modelos con atuendos que homenajearon las siluetas al pequeño dios de la abundancia en violeta fulgurante. Chicas y chicos lucieron pantalones y vestidos ornamentados con alfileres de gancho y cascabeles combinados con recursos de rigurosa e insólita sastrería que desarrollan en los talleres de la Beca Kuitca y luego cosen costureras de Rosario. Sus abrigos fueron capas y sombreros, citando atuendos que rescataron de unreciente viaje de documentación por Bolivia. Editaron un fanzine con bocetos de raros sombreros de coyas bautizados Pepino o Tinky, textos de metafísica y las bases del concurso “Construye tu propio meme” (una variedad de cartera símil Pokémon, y cuyos resultados se van a exhibir en la apertura de su local de Godoy Cruz 1700.
Otra puesta cautivante fue “Estática” o las mujeres alfil, peoncitas y reinas de ajedrez vestidas por Vero Ivaldi en paños blancos y negros sobre una pasarela símil tablero de ajedrez. La diseñadora que anunció la apertura de un nuevo local en Gurruchaga 1500 también sumó puntos a su saga en homenaje a los juegos. Propuso pantalones y chaquetas cortas en pied de poul, vestidos en sedas y abrigos en piel de camello con interiores en los tonos del tablero. Trascendió que adoctrinada por Ivaldi y sus amigos las participantes debieron estudiarse el reglamento de ajedrez y la modelo Ana Mitrokinha sacó ventaja a las demás jugadoras debido a que lo practica desde sus infancia en Rusia.
La infancia en los ‘70 fue el de tema de inspiración en algunas colecciones que permanecieron en percheros. Mientras que Valeria Pesqueira rescató los cumpleaños infantiles en interiores de chaquetas de gabardina estampas de serpentinas traducidas a prendas para mujeres y niñas (se consiguen en los multimarcas Asissi y El Grito), Araceli Pourcel contrastó los uniformes severos del colegio de su infancia que representaron los miedos infantiles vía estampas de mariposas, pero también en imaginería de conejos y casitas tomados de cuentos a la venta en la tienda Regia.
“Mis faldas tejidas remiten al folk oscuro de los años ‘70 en la Argentina, ese mundo aparentemente feliz y con todo lo que no nos mostraban”, dice Pourcel, quien además diseña la línea de carteras y ropa de cuero de Lázaro. Su último aporte consistió en chaquetas inspiradas en uniformes para esgrima o buceo e incluye variaciones de los guantes con que esa firma inició la actividad comercial en 1940.
Dos expertas en remixar lanas y cueros regresaron a la pasarela de Baf. Mientras que Nadine Zlotogora experimentó con una docena de pantallas que sirvieron de espejo a las modelos (ellas las sostenían cual bastidores mientras que un equipo de cámaras proyectaba el desfile), pero el recurso dificultó la visión de una bella colección de faldas tramadas en telar y abrigos en pieles. Mariana Dappiano rescató sastrería en verdes, azules, terracotas y naranjas y remató siluetas más entalladas que en anteriores colecciones con telas desgarradas y optó por combinar vestidos de lana con torzadas griegas en el pelo. Vicki Otero llevó al extremo sus investigaciones sobre sastrería, condimentando abrigos de silueta masculina con metales; la pasada con antorchas en escena fue una continuación con modelos vivos de su anterior procesión de maniquíes activados con dispositivos mecánicos en el ciclo de moda en Konex.
Animaciones de osos polares, sonidos de tecno alemán y luces rojas en escena oficiaron de apertura para la colección caracterizada por faldas, abrigos y corbatas construidos con inflables, jeans y remeras con estampas de cartografía antártica de Unmo. Su autor, Marcelo Ortega, hizo una colección para clubbers glamorosos y princesas galácticas con vestidos en combinaciones de negro, rojo y blanco y siluetas entalladas que en sus nombres homenajearon al Estrecho de Magallanes.
Los Hermanos Estebecorena, habituales autores de puestas que burlan los clichés de pasarelas, esta vez tomaron la crudeza de los noticieros sensacionalistas para un cortometraje en el que uno de sus modelos transita los distintos barrios porteños, luciendo los hits de la marca: incluyó juegos tipográficos con los números de serie de esas prendas, mientras un subtitulado reprodujo quince noticias de violaciones, robo a mano armada y asesinatos, tomadas del Archivo General de la Nación y rescatadas de los casos policiales publicados por el diario Crónica. Hasta ahí, risas nerviosas sobre la crudeza y el género, pero cuando un expertoen entrenamiento personal para civiles, que ofició de maestro de ceremonia vestido con pantalón cargo y chaqueta celeste azulado, empezó a interactuar con los modelos ataviados con prendas de estilo british chic, el clima se tornó violento y agobiante. Hubo falsas escenas de cuchillazos y un falso revólver en escena (que se proyectaban en directo a las pantallas dispuestas frente a la pasarela), buena parte de la audiencia quedó estupefacta y algunas personas se retiraron. Sin dudas hubiera resultado más acertado incluir verdaderas escenas de gore o la poesía de los códigos samurai. Consultados en bambalinas, Alejo y Javier Estebecorena argumentaron: “Sabemos que pudo resultar molesto para la audiencia, pero elegimos reflejar la bajada de los medios de la violencia real, conjugamos la realidad versus la virtualidad, nosotros nunca nos planteamos que los desfilen sirvan para mostrar tendencias”.
Fuera de los dictados de tendencias y con un tono más políticamente correcto resultaron los guardapolvos de enfermeras y operarios que aparecieron intervenidos en rosa chicle o verde esmeralda como resultado de una coproducción entre Poder Ciudadano, la firma Tramando y la Fundación Proteger –una nueva asociación de industriales textiles– para dar trabajo a los integrantes de la cooperativa barrio La Juanita. Luego de adquirirlos en un stand, los fashionistas los usaron con igual coquetería que la sastrería de tweed tan en boga.

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