
En los nuevos cuentos de Alejandra Zina (Buenos Aires, 1973) ocurre algo similar a lo que pasaba con Barajas, novela de chick lit que escribi贸 por encargo para un sello confiado en el crecimiento de un g茅nero pasajero. Los personajes y narradores de los siete relatos de Hay gente que no sabe lo que hace entrenan a los lectores en un ejercicio de humorismo y decepci贸n. El humor, como se sabe, suaviza la decepci贸n: con s谩tiras e iron铆as el drama ya no parece tan grave. Una situaci贸n compensa a la otra, una p茅rdida se aten煤a con descubrimientos trascendentes o triviales, un recuerdo penoso se salva con la gracia del estilo. En 鈥淔alsa promesa鈥, el magn铆fico primer cuento, la vejez quisquillosa de una madre se suaviza con un cambio de peinado: 鈥淭e conviene este casta帽o, dijo, pero mam谩 acariciaba el mech贸n rubio. Rosa insisti贸, un tono oscuro tapa mejor. Mam谩 contest贸 con un bueno casi inaudible, as铆 es ella: o se amotina o se entrega sumisa鈥.
鈥淟a primera selecci贸n de cuentos la hice yo -cuenta Zina-. Escrib铆a, correg铆a y cuando llegaba a versiones que me gustaban los inclu铆a en la colecci贸n. Armaba 铆ndices posibles, tachaba, dejaba afuera cuentos que me parec铆an que se alejaban de la atm贸sfera que se estaba imponiendo.鈥 Esa atm贸sfera que los cuentos comparten posee siempre una intimidad envolvente, con pocos personajes captados en una situaci贸n cotidiana en la que se entreabren posibilidades, riesgos y bucles narrativos, como en 鈥淣egros famosos鈥, donde un grupo de amigas elabora a su modo la internaci贸n de una de ellas en una cl铆nica psiqui谩trica. 鈥淏ueno, todo no se puede, querida. O gan谩s. O tom谩s鈥, reflexiona Nancy durante la noche en la que juntas juegan a nombrar a negros famosos (sin mencionar casi a la amiga internada). A veces, como en 鈥淟a princesa enamorada鈥, la fisura por la que se cuela el drama ha quedado atr谩s en el tiempo: 鈥淓l c贸mo y el porqu茅 eran un misterio tan callado que quiz谩 todos se fueron olvidando鈥.
El efecto de proximidad que los cuentos provocan es uno de los logros de la escritura de Zina. 鈥淓se narrador en tercera que parece la voz del protagonista o la voz de alguien muy cercano al mundo que narra me gusta mucho 鈥揹ice la autora鈥, me permite contar muchas cosas, mirar con detalle, y a partir de esos detalles construir un fuera de campo. Todo eso que no vemos o no o铆mos pero imaginamos.鈥 Las voces narrativas pueden provenir o estar cerca de hijas ya adultas o de parejas de un hombre con hijas, de madres de familia aparentemente satisfechas de las vidas que construyeron o de mujeres solitarias con libertades bien cuidadas. En un movimiento doble de introspecci贸n y distancia, la tensi贸n entre lo que se narra y lo que permanece impl铆cito motoriza las tramas, descoloca y parece acercar a los personajes a un abismo que ignoran. 鈥淎lgunos cuentos del libro tuvieron ese camino de transformaci贸n. De la primera persona a la tercera. Y el resultado me pareci贸 m谩s potente. La voz en primera funcion贸 mejor en los cuentos donde hab铆a un trabajo m谩s fuerte con mis recuerdos鈥, comenta Zina.
Despu茅s de Barajas, novela protagonizada por la tripulante de una aerol铆nea, la autora continu贸 escribiendo sobre mujeres. 鈥淟a novela tiene un tono muy distinto de los cuentos, pero fue el impulso para querer seguir 鈥揹ice Zina鈥. Por esa 茅poca empec茅 a escribir algunos textos m谩s autobiogr谩ficos donde aparec铆an t铆as, abuelas, madre, amigas de mis padres, amigas de la infancia, hermanas, yo misma (crec铆 en una familia con muy pocos varones). Encontr茅 un universo que subestimaba, o al que le ten铆a prejuicio y del que ignoraba bastante. Un universo que me pareci贸 riqu铆simo, misterioso, casi inagotable.鈥 ,
Alejandra Zina
Hay gente que no sabe lo que hace
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