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Viernes, 7 de octubre de 2016
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RESISTENCIAS

Rosario será toda feminista

El Encuentro Nacional de Mujeres que empieza mañana viene con expectativas, un intenso trabajo colectivo de la comisión organizadora y la habitual campaña estigmatizante previa. Talleres nuevos que fueron producto de mucho debate y una convicción: será una manifestación opositora, con mujeres decididas a pelear por los derechos conquistados y con fuerte presencia de la disidencia sexual, que no busca sólo reconocimiento sino hacer política. Mientras se preparan las mochilas y los pañuelos –porque la emoción siempre sobra y de eso también se apropian las “encuentristas”–, un atisbo a lo que nos espera en la ciudad que organiza su tercer ENM y que hizo historia cada vez.

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El Encuentro Nacional de Mujeres se respira en el aire de Rosario desde hace varios días. En la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la actividad febril en el armado de las 60.000 carpetas, las reuniones de distintas comisiones, llenan el ambiente de risas y alegría por el trabajo compartido. Hubo más de una plenaria en la semana en el Centro Cultural Fontanarrosa para consensuar el documento que se leerá en el acto inaugural, en el Monumento a la Bandera. La inclusión o no del pedido de libertad a Milagro Sala fue uno de los temas que hasta el miércoles no había podido acordarse. Y el Encuentro sólo avanza cuando se puede tejer una decisión colectiva, no hay votaciones. La expectativa de miles de mujeres de todo el país es enorme. Han juntado dinero para pagar el colectivo, han conseguido bolsas de dormir, han organizado su vida familiar para poder escaparse tres días a enredarse con sus pares, a contar sus historias, a compartir creencias y desafíos. Algunas vienen con sus organizaciones sociales, políticas, sindicales, otras con amigas. Vienen las trans. Todas saben que serán distintas después de esos tres días, porque lo han vivido, o porque se lo contaron y ese entusiasmo las motivó a venir por primera vez. Si los pronósticos meteorológicos aciertan, el buen tiempo propiciará que las calles sean tomadas por esa energía colectiva.

“El Encuentro es horizontal, autogestivo, organizado por y para mujeres”, señala Majo Gerez, una de las integrantes de la Comisión Organizadora, metida en “la dinámica más fuerte” de trabajo, que implica levantarse y acostarse en función del Encuentro. Algunas de las organizadoras –las más– pertenecen a partidos políticos, sindicatos, ONGs. Otras son independientes. Esas tensiones moldearon los debates que pudieron sortearse sin rupturas.

A pocos metros de ATE, en la Plaza San Martín, hace unas semanas, apareció un enorme cartel que decía “Así no. Rosario espera mujeres sin violencia”, con fotos de mujeres en tetas frente a la Catedral de Mar del Plata. Sin firma, los autores distorsionaron lo ocurrido el año pasado: la represión contra mujeres que sólo tenían sus cuerpos para expresarse y defenderse de parte de una conjunción de grupos neonazis y fuerzas de seguridad. De paso, los mismos anónimos intentaron dictaminar cómo deben portarse las que hacen su encuentro anual, un acontecimiento único en el mundo, sin margen para tutelas ni apropiaciones. Donde cada una tiene su voz y su cuerpo entramados con los de otras para hacer lo que desee.

El miedo de muchos, los prejuicios de otros, quedan al descubierto en mesas de café, en redes sociales, en medios de comunicación, como una forma de exorcizar lo inclasificable. ¿Qué van a hacer todas esas minas juntas, por qué sólo ellas, quién les dio permiso para poner sus propias reglas?, son las preguntas que subyacen en las opiniones que se escuchan.“Toda la ciudad va a ser nuestra. Aunque no les guste a algunos”, dice Lali Tubino, de la Comisión Organizadora, que participó en dos comisiones clave: cultura y contenidos.

Desde noviembre del año pasado, unas 200 mujeres trabajan en la Comisión Organizadora para que la ciudad pueda acoger a 60.000 mujeres. Fue ciclópeo, con discusiones que alguna vez llegaron a mayores pero jamás a la ruptura. Con mujeres que recorrieron 150 escuelas, hicieron lazos con docentes, y midieron con un metro el espacio disponible para alojar a quienes llegan con sus bolsas de dormir. Con arduas negociaciones con las autoridades para garantizar la infraestructura y negociar condiciones de la seguridad. Rosario quiere ratificar su historia de lugar bisagra para el movimiento de mujeres. Y lo hace en un contexto inédito: el ajuste económico y la ciudad en proceso de ser militarizada a caballo de los pedidos de seguridad ciudadana serán algunas de las marcas de este año.

Es imposible abarcar la enorme diversidad del Encuentro en una sola nota, porque la multiplicidad es tal que permite el número, más que la enumeración. 65.000 mujeres, 35.000 alojadas en 150 escuelas, los 69 talleres que se desdoblarán en unas 300 comisiones, 140 actividades culturales simultáneas en la grilla oficial desde las 19 hasta las 24 del sábado. La marcha del domingo, desde las 18, que se extenderá por 40 cuadras y cuyo recorrido está publicado desde hace dos semanas. La peña posterior, que será frente al río, en el Galpón 17 y al aire libre, lo que permitirá a las mujeres adueñarse de la barranca del Paraná para hacer su fiesta. El cierre del lunes, también en el Monumento a la Bandera y la aclamación de la nueva sede. El detalle puede encontrarse en encuentrodemujeres.com.ar

Entre los muchos debates apasionados, hubo puntos altos. “Los momentos más complejos fueron primero la definición de la grilla de los talleres y el segundo tuvo que ver con la definición del recorrido de la marcha, que siempre es algo importante, pero por ejemplo que esté publicado dos semanas antes es algo inédito. Y al mismo tiempo, en el marco de una ciudad que está siendo militarizada, y eso también nos trajo discusiones con respecto a si era necesario que nos sentemos con alguna autoridad política para discutir la cuestión de la seguridad y me parece que de un modo muy maduro lo hemos podido resolver”, expresó Gerez. La marcha comenzará frente a la gobernación y pasará a 80 metros del monumento, por calle Santa Fe. Pero la Catedral será uno de los puntos de denuncia, junto a los Tribunales federales y provinciales, así como Ansés y la Municipalidad.

Las organizadoras se reunieron con el ministro de Gobierno de la provincia de Santa Fe, Pablo Farías, para pedirle algunas garantías. La provincia se comprometió a disponer de personal policial femenino en los corredores seguros y en lo posible, también en los dispositivos de seguridad. En cuanto a la presencia de Gendarmería, se pidió que no fuera afectada al Encuentro. Desde la provincia aceptaron, pero recordaron que se trata de una fuerza nacional. Por eso, esta semana la comisión envió una carta dirigida a la ministra Patricia Bullrich. “Sabemos que nuestra ciudad se encuentra en una situación particular, la que implica una fuerte presencia de efectivos de las fuerzas de seguridad federales en todo el territorio local”, dice la nota que además compromete “a todos los responsables de las fuerzas de seguridad por el tranquilo desarrollo de todas las actividades planificadas, así como de la habitación y disfrute del espacio público por parte de todas las participantes de este 31° Encuentro Nacional de Mujeres y de la ciudadanía en general”.

La discusión por los talleres tuvo puntos álgidos. Uno de los más debatidos fue mujeres y cannabis. “Esta discusión atravesó mucho más las ideas y hasta la mirada más de la moral de muchas de las mujeres que intervenían”, consideró Majo. Allí tallan las identidades partidarias, por supuesto, una tensión que siempre existe en los Encuentros. “Tenía que ver más que nada con posiciones políticas de las organizaciones y que había que sortearlo porque ahí había mujeres concretas que se acercaron, que son madres, que trabajan en el uso del cannabis y sus propiedades medicinales”, expresó la activista, quien consideró que “Todo eso nos parecía que tenía que estar en el taller al mismo tiempo que el de trabajadoras sexuales. Y también enmarcándolo en el momento político que estamos viviendo. Si caracterizamos que estamos ante un cambio de etapa política con un gobierno de corte conservador, sabemos que eso implica muchas veces que las fuerzas de seguridad y sus políticas represivas se sienten empoderadas. En ese sentido estamos viendo que cada vez les siguen haciendo más causas a los perejiles por tener plantas de marihuana en sus casas. También sabemos que los códigos contravencionales y la persecución a mujeres trabajadoras sexuales se profundiza, y me parece que como movimiento de mujeres que forma parte de una comisión organizadora del encuentro nacional de mujeres, tenemos que contener a esas personas”, agregó. De hecho, la secretaria general de Ammar, Georgina Orellano, viajó a un plenario para argumentar la necesidad del taller.

La recuperación del taller de Mujeres trabajadoras sexuales es un hito del Encuentro de Rosario. En 2003, se abrió con la coordinación de Sandra Cabrera, dirigente de Ammar asesinada el 27 de enero de 2004 por sus denuncias de la extorsión policial y la trata de niñas. Este año, la discusión fue ardua pero el taller estará de nuevo. “Lo que tiene de bueno Rosario es que el movimiento, sobre todo el feminista, ha estado muy cerca de Ammar, desde antes del asesinato de Sandra Cabrera y después también, mucho más. Estábamos convencidas de que ese taller tenía que estar, no podía no estar. Eso es significativo”, expresó Irene Ocampo, activista lésbica que también participa de la Comisión Organizadora. Por su parte, Amalia Salum se entusiasmó. “Que esté la voz de las trabajadoras sexuales es una gran bisagra. Tengo mucho entusiasmo con eso, tengo muchísimo entusiasmo con el encuentro en sí, con la palabra encuentro, que creo que precisamente por el momento político que atravesamos es un grito a todo el país, a toda la sociedad”, apeló.

Desde la comisión de contenidos, Tubino planteó que “siempre es preferible abrir antes que cerrar”. Y así es como también se incorpora este año un taller de afrodescendientes, por primera vez. Y un taller de “políticas del cuerpo”, que incluirá los activismos gordos, entre otras expresiones.

La voz disonante vino de la ONG “Mujeres tras las rejas”, que denunció la imposibilidad de realizar un taller dentro de la Unidad Penitenciaria número 5 de mujeres por la negativa de la Comisión Organizadora. Graciela Rojas dijo que la ONG hizo “todo el camino correspondiente, desde marzo. Me ocupé personalmente de que se hiciera, que se presentara al plenario de la Comisión Organizadora en el Centro Cultural Fontanarrosa en marzo. Se trató y todo el mundo estuvo de acuerdo. Nosotras tuvimos que hacer un camino burocrático y legal para obtener la posibilidad de entrar, hablamos con la directora, que nos elevó a las autoridades. Logramos una entrevista con Maximiliano Pullaro, el ministro de Seguridad, que nos tomó la propuesta del taller en la cárcel, y la circunscribió al acuerdo de cinco mujeres para el sábado y cinco el domingo aparte de las coordinadoras. Poco tiempo después recibimos un mail donde nos decían que el Encuentro no avalaba que entraran mujeres a la unidad penitenciaria por temor a la policía”, relató Rojas. Más allá de este desacuerdo, Rojas aseguró que el taller se va a hacer, aunque no forma parte de las autoridades oficiales del Encuentro. “No estamos en el listado de los talleres”, se quejó y dijo: “No sé por qué. Pero no estamos todas en el Encuentro”. Desde la Comisión Organizadora señalaron diferencias metodológicas con la forma de impulsar el taller de la ONG. La dinámica de la organización del Encuentro implica el debate y la participación colectiva en los distintos espacios.

¿Por qué Rosario siempre es una bisagra? La historia de los dos encuentros anteriores en la ciudad pone la vara muy alta. En 1989, eran 3000 mujeres que hicieron todas sus actividades en la Facultad de Ingeniería, durante un fin de semana lluvioso, en agosto, sin marcha de cierre todavía. Pero por primera vez hubo un taller de sexualidad y –en víspera de los indultos de Carlos Menem, firmados el 7 de octubre de 1989– el taller de derechos humanos contó con la presencia de Nora Cortiñas. Después del Encuentro, entrevistada por Liliana Daunes, esta Madre de Plaza de Mayo dijo que en el taller de sexualidad había aprendido más que durante toda su vida. “Aquel encuentro tuvo una gran impronta feminista porque si bien la Comisión Organizadora era plural, las que tuvimos mayor injerencia fue un núcleo de feminista”, rememoró Mabel Gabarra, que participó de la organización de los dos anteriores de Rosario y está en la Comisión Organizadora actual. “Hubo otra cosa muy especial. Una pastora metodista consiguió 5000 dólares, y la destinamos el ciento por ciento a pagar alojamiento en los hoteles, lo contratamos casi entero para mujeres de barrios que venían de Santa Fe, de Mendoza”, recordó.

En 2003, el Encuentro de Rosario fue como una escalera al cielo. “Veníamos de 2001, con una gran movilización de mujeres piqueteras, organizaciones sociales donde las mujeres tenían gran protagonismo. Vinieron todas. Estoy casi segura que eran 10.000 personas”, recordó Gabarra. En aquel encuentro, Católicas por el Derecho a Decidir imprimó miles de pañuelos verdes por la despenalización del aborto y la marcha de cierre estaba pintada de verde. Así se hizo visible el reclamo transversal de aborto legal de las mujeres que iban con sus distintas organizaciones sociales, políticas, colectivos culturales o sueltas. Entonces, también se abrió por primera vez el taller de “Estrategias por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito”, donde se pudo salir de la lógica “aborto sí, aborto no”, al que condenaba la presencia de mujeres enviadas por la jerarquía católica. En el taller de Estrategias se sembró la semilla de lo que dos años después fue la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Fue también en Rosario, en la Facultad de Ciencias Económicas, que se realizó por primera vez en 2003 la Asamblea por el Derecho al Aborto, impulsada por Dora Coledesky. Entonces, Rosario tiene una historia que habilita expectativas.

“Todo este año hemos tenido muy presente esto, a modo de presión o de no saber si estábamos cumpliendo con esa historia. Yo creo que va a ser un nuevo punto de inflexión, porque los Encuentros de Mujeres en Rosario lo son, no sé si tiene que ver con esta tradición y esta construcción de hace más de 30 años de un movimiento de mujeres tan amplio y tan unitario”, dijo Gerez, quien consideró que “va a ser el primer encuentro con (Mauricio) Macri presidente y eso no es menor. A diferencia de los años anteriores, en donde hemos crecido como movimiento en debates, había marcadas diferencias por quién adhería o no al gobierno nacional y en este caso, me parece que lamentablemente el gobierno de Macri unifica ante el espanto por sus drásticas y antipopulares medidas. Va a ser un encuentro de carácter fuertemente opositor.El movimiento de mujeres y una amplia cantidad de mujeres no organizadas están dispuestas a defender lo conquistado y a mantenerse en la calle. Creo que eso va a ser un carácter muy distintivo, y va a ser lo más interesante, cómo se va a expresar en esos días”. Desde mañana, a las 10, el Encuentro será nuevamente esa realidad por inventar.

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