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Hasta hace no tanto (y aún sucede en algunas escuelas religiosas) el Día de la madre es considerado el Día de la Familia. Madre igual a familia como una forma de invisibilizar esa función o en el mejor de los casos homologarla a un conjunto: ella es la familia y sin ella no hay familia. Imaginemos una inundación, futura, apocalíptica o cercana, aquí nomás, en La Plata. El agua que levanta todo lo que se pudre, que arrasa y humedece. Y lo que queda flotando como objeto de guerra. No hay agua potable y los cuerpos deben entrenarse para enfrentar las nuevas temperaturas. Ahora imaginemos en ese escenario a una pareja de mujeres que encuentran una caja con un bebé llorando. Primero se extrañan con ese llanto, se van acercando lentamente, apenas si pueden agarrarlo y luego las aguas se dividen: una que se lo quiere quedar y la otra que no. Ahí ya estamos inmersas en la feroz obra de Magda de Santo: Inundación, una distopía apocalíptica lesbofeminista donde la pareja que forman Kikita y Emilia se deconstruye delante de nuestros ojos. La pelea que genera la presencia del niño y su posible crianza atraviesa todos los temas que preocupan al colectivo LGTTB: el poliamor, el posporno, el aborto, las marcas de género, el futuro y la superviviencia en una sociedad hostil.
La obra se desarrolla en un ambiente cerrado, un espacio rodeado-asediado por el agua y por una guerra que se desató fuera. Una casa que forma un triángulo (también ellas lo forman con el niño) donde se entrena y también se ama. El triángulo es una figura que recorre toda la obra como símbolo espacial pero también interno. La figura del tercero que irrumpe en el binomio amoroso. Y también remite a la historia de las disidencias sexuales: los nazis marcaban a lesbianas y prostitutas con un triángulo negro. Magda de Santo extiende ese triángulo hasta una constante en las relaciones lésbicas, la presencia de la ex. La tercera que aparece desde fuera, que ya no es parte pero a su vez sí. Viene para anunciar la lucha, lo que sucede: una horda de fetos zombies que intentan matarlas. Ahora las tres deben unirse para enfrentar lo que vendrá.
De Santo nos muestra con ficción, ironía y humor el desmoronamiento de una pareja y como es posible ver, en su destrucción, las grietas de los amores que construimos.
La obra nació al calor del proyecto Familia que produjo el Centro Cultural Rojas. La idea era reunir una serie de obras que tenían como eje temático la familia. Pero la obra creció fuera de ese espacio y ya tuvo representaciones en el Ecunhi, y en La Plata, dónde el tema de la inundación sigue siendo una herida abierta. En abril del 2013 luego de la grave inundación que sufrió la ciudad, el gobierno provincial dio a conocer la cifra de 51 muertos, pero la justicia determinó que eran más de 80. La policía provincial se dedicó a un deporte conocido: hacer desaparecer cuerpos. Inundación no habla directamente de ese tema pero lo roza muy de cerca desde una mirada feminista y lesbiana poniendo como uno de los ejes narrativos a cuerpos en tensión, fuera de las normas y en peligro. Por esto es que la obra no queda atrapada en la encerrona del nicho, sino que se abre para pensar desde el lesbianismo todos los cuerpos apartados de la ley.
Tanto ha crecido la obra que hasta a se va a pasear por otros continentes. Magda de Santo ya está pensando en Bilbao porque el grupo Histeria (un colectivo de gestación cultural formado por mujeres agrupadas en torno a la comunicación feminista) está interesado en la obra y van a producirla para que se presente en el Festival Zinegoak de esa ciudad.
Nos queda una oportunidad más para verla en La Plata este domingo a las 20. Y seguir festejando el día de la familia (perdón, ups) de la madre.
Inundación se presenta este domingo a las 20. Teatro Estudio: Calle 3 nº 386, La Plata.
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