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Viernes, 18 de febrero de 2005
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Resistencias

Ni loca ni sexista

Cuando la concejala Silvia Augsburger propuso elaborar un manual de lenguaje no sexista para la administración municipal de Rosario, escuchó delicados comentarios sobre lo que le hacía falta (un hombre) flotando entre clásicos como “hay cosas más urgentes”. Sin embargo, el proyecto avanza para demostrar que, aun cuando la discriminación simbólica tiene arraigo, es posible abordarla, aunque la suya sea la única iniciativa al respecto en el país.

Por Sonia Tessa
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Que el lenguaje no es neutral es una afirmación que en el siglo XXI no debiera necesitar explicaciones. Que construye la realidad más que reflejarla, también es un concepto con más de un siglo de elaboración. Que las relaciones de poder entre las personas se tramitan en el discurso también dejó de ser un secreto hace décadas. Cualquier reflexión respecto de los usos y costumbres de la lengua deja al descubierto la discriminación hacia la mujer, silenciada por omisión en una lengua que generaliza en masculino. Sin embargo, es innovador y sorpresivo que una concejala del Partido Socialista de Rosario proponga la elaboración de un Manual de Lenguaje Administrativo no Sexista, sobre todo porque es la primera iniciativa de este tipo en el país. El proyecto de Silvia Augsburger, presentado en enero, en un cuerpo deliberativo municipal más bien desierto, sigue una línea de conducta: también a propuesta suya, Rosario fue la primera ciudad que contó con un Plan de Igualdad de Oportunidades entre Varones y Mujeres, con acciones concretas contra la discriminación que lleva cuatro años de ejecución. Si bien hace casi siete años (en septiembre de 1998), se aprobó otro proyecto –también suyo– para que se utilice un lenguaje genérico en los mensajes elaborados por la municipalidad, a fin de año recibió como regalo institucional del Concejo una birome con la inscripción “concejal” delante de su nombre. Una prueba de lo difícil que resultará incorporar la conquista de espacios de la mujer en los usos y costumbres de la lengua.

Como Augsburger sabe que el lenguaje no se modifica por decreto, su proyecto apunta a formar una comisión amplia, con participación de distintas áreas municipales y también instituciones, como la Universidad y las diferentes organizaciones no gubernamentales, para lograr un consenso que realice no ya el mejor manual de lenguaje administrativo no sexista, sino el que pueda ser encarnado con mayor compromiso por los diferentes sectores. “Al igual que en 1998, cuando iniciamos el Plan de Igualdad, podríamos haber propuesto la elaboración de un manual entre pocas personas, que recogieran la experiencia existente hasta el momento. Pero quisimos involucrar a la mayor cantidad de sectores y personas en la elaboración, para hacer un plan y un manual real, con gente comprometida, que sea factible de llevar adelante”, afirmó Augsburger, quien debió enfrentar algunos comentarios burlones en las radios AM de la ciudad cuando se difundió el nuevo proyecto. La trillada argumentación sobre los “problemas más urgentes” llegó a la grosería cuando el periodista Roberto Caferra, de LT8, sugirió que la concejala necesitaba “un hombre”.

Pero Augsburger no tiene miedo a ser considerada “la loca del los/las”, como le dicen en el Concejo porque no acepta que la mencionen en masculino. Y arremete con nuevos proyectos que hacen eje en ladiscriminación tanto real como simbólica. El antecedente más claro de la iniciativa de la concejala socialista –vicepresidente primera del Concejo– es el Manual de Lenguaje Administrativo no Sexista del Ayuntamiento de Málaga, en España. Para las autoras de este documento, “el sexismo lingüístico no radica en la lengua española como sistema, sino que se halla en algunos de los usos consolidados y aceptados como correctos por la comunidad hispanohablante”.

En verdad, la concejala propone intervenir sobre el lenguaje administrativo al considerar –tomando la argumentación del Manual de Málaga– que “la administración pública es esa realidad insoslayable que acompaña a la vida del ser humano desde la cuna a la sepultura”. Es por eso que las autoras de aquel documento deducen “la importancia de erradicar el sexismo lingüístico del peculiar lenguaje de la administración, tanto en sus relaciones internas como en su relaciones con la ciudadanía”.

El objetivo propuesto es “familiarizar al personal de la administración municipal con las estrategias no sexistas que posee la lengua española y sensibilizarlo con los cambios que demanda la sociedad actual”. Para Augsburger, será un eje de la segunda etapa del plan de igualdad de oportunidades, que deberá iniciarse este año. “Cuando elaboramos la primera etapa, que pudo hacerse por el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert, ellos nos insistieron en trabajar al interior del municipio, y nosotras no estuvimos de acuerdo. Creímos importante hacer un plan políticamente positivo, que los varones vieran que les daba rédito, que es una política municipal que suma y no que resta. Por eso, todas las acciones de política pública del plan fueron hacia fuera. Pero en la segunda etapa del plan queremos trabajar al interior del municipio.” Las acciones desarrolladas en estos años arrojan indicadores concretos: la mitad del gabinete municipal está integrado por mujeres, algunas en áreas tradicionalmente no femeninas, como Servicios Públicos o Planeamiento. En cambio, Augsburger considera que “hay mucho trabajo que hacer en la estructura de algunas áreas”, aunque valora la paridad en el nivel más alto porque la considera un punto de no retorno.

El manual es parte de esa estrategia. Una vez que esté terminado, el proyecto presentado en el Concejo estipula que haya un programa de capacitación dirigido a todas las áreas municipales. Para la autora de la iniciativa, que un funcionario reciba el manual y eso lo lleve a pensar en el aspecto sexista del lenguaje significa un “paso muy importante”. “Estará obligado a ver algo tan naturalizado, que muchos discriminamos permanentemente sin saber que lo hacemos. Porque el objetivo del manual es discutir una discriminación de forma, es decir, en la estructura del lenguaje existen formas para no discriminar. El problema es el uso y la costumbre. La intención de este manual es brindar otras opciones que tiene el sistema y que no usamos”, consideró Augsburger, para aclarar que las recomendaciones no se apartarán ni un ápice del español. “No vamos a modificar, sino usar estructuras que están y no usamos”, expresó.

El planteo de esta concejala es posible en un contexto. Pertenece al Partido Socialista, que gobierna la ciudad desde 1989. Forma parte de un grupo de mujeres con poder de decisión en ese partido que consideran al feminismo y el socialismo como dos militancias indisolubles. “Estamos absolutamente comprometidas con esto, y hemos ocupado cargos de responsabilidad. Nosotras hicimos esto, porque no sólo basta la voluntad, hay que hacerlo. Por eso, cuando desde Europa se habla de la transversalidad, nos preguntamos, ¿qué hacemos si no tenemos personas que estén abocadas a llevar adelante políticas de equidad?”, afirmó.

En esa línea, la Municipalidad de Rosario viene desarrollando “una voluntad política de aportar desde el Estado municipal a disminuir, eliminar, erradicar, la discriminación hacia la mujer”, aseguró Augsburger. Fue la pionera del Mercosur en elaborar su plan de igualdad de oportunidades, y sirvió de modelo para los que desarrollan otras ciudades como Montevideo y Buenos Aires.

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