Entrar al túnel del tiempo por dos puertas a la vez. Puede pasar. Especialmente un domingo, control remoto y vagancia en mano, rumiando chispas de la noche anterior, mientras afuera hay sol pero no importa porque nadie va a ir a buscar su abrazo. DecÃamos, es entonces cuando pasa: en un canal, alguien demuestra las monerÃas de que es capaz; en otro, alguien... demuestra las monerÃas de que es capaz. Una, ella, alguien, intenta un replay y el déjà vu le hace correr un escalofrÃo por la espalda. Ha visto bien, por supuesto. Pero ése no es Silvio, y nadie allà ha previsto una silla aunque sea para Pratomurfi, el profesor Candial, mucho menos para Roberto Talice. En el otro canal, hay que decirlo, el discÃpulo de Silvio ha sido escogido de una camada notablemente más jovencita, casi tiernita, dirÃamos, si alguien nos apura, hasta simpaticona. Pero afortunadamente nadie nos apura y todo eso sigue allÃ, como hace 10, 20, y hasta 30 años (también más, pero nos remontaremos solamente hasta entonces). IncreÃble pero real, sad but true, como quieran. Y entonces alguien nos hace notar lo que era invisible: no tan como antes, che, ahora en la versión de Feliz Domingo que lleva el nombre homónimo también hay una chica como conductora. ¡Albricias: la ley de cupo!
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