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Viernes, 5 de julio de 2002
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TEATRO

Dramaturgas

Diez mujeres que escriben teatro unieron esfuerzos e iniciativa para gestar el volumen “Dramaturgas 1”, que reúne obras de todas. Se les ocurrió porque hay mucho teatro escrito por mujeres, pero muy poco registro de él.

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Fotos: Malala Fontan
Por Sonia Santoro

Diez dramaturgas –inéditas o no, más o menos experimentadas, con muchos premios o con ninguno, algunas con más años que otras– decidieron publicar sus obras en Dramaturgas 1 para, como dice una de ellas, llenar un espacio, el de la dramaturgia femenina, que hasta el momento aparecía prácticamente deshabitado y que no era ni podía ser ocupado por otros.
La dramaturga Adriana Tursi fue la de la idea. “Hace algunos años -cuenta– la Secretaria de Cultura sacó el libro Dramaturgos argentinos. En ese tomo no había mujeres y a mí me llamó la atención porque además en ese año la mayoría de los primeros y segundos premios en dramaturgia habían sido ganados por mujeres. Y, a partir de ahí, y viendo que empezaba a salir una serie de libros de estudios hechos por dramaturgas, lo que me llamaba la atención era que estaban los estudios que hablaban sobre las obras de las mujeres pero lo que no estaban eran las obras de esas mujeres. Y, además, dentro de la dramaturgia femenina había muy poco publicado.” Esa idea se plasmó en Editorial Nueva Generación, con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro y la autogestión de Adriana Tursi, Cristina Escofet, Amancay Espíndola, Andrea Garrote, Susana Gutiérrez, María Inés Indart, Alicia Muñoz, Cecilia Propato, Mariana Trajtemberg y Patricia Zangaro (las dramaturgas en cuestión).
–¿Cuál es el hilo conductor en el libro? ¿Hay una mirada de género?
Susana Gutiérrez Posse: No, me parece que son obras escritas por mujeres. Creo que es una mirada femenina por el solo hecho de que fueron escritas por mujeres pero no necesariamente responde la escritura al género.
Andrea Garrote: Para mí es lo mismo que decir “son obras argentinas”, no queda otra. Pero eso no quiere decir que hable sobre lo argentino, sólo que quienes lo escribieron nacieron en esa tierra. Me parece que le queda a otra gente profundizar más sobre el tema, creo que las autoras tenemos que despreocuparnos de eso y dejar que hablen los críticos.
–Sin embargo, hay algunos temas recurrentes: el lugar de la mujer, las relaciones familiares...
S. G. P.: Me parece que cada obra indaga un universo femenino. En La ropa, el diálogo entre esas dos mujeres... También Cristina Escofet toma el diario de Ana Frank, una obra que tiene que ver con la mujer, con la escritura y con una mujer que se autoriza a escribir como todas nosotras, que consideramos que tenemos algo para decir, lo decimos, lo teatralizamos y ahora lo publicamos, así que también de eso hay que hacerse cargo.
Adriana Tursi: Por otro lado, me parece que cuando uno comienza una tarea, sea cual fuere, el tema de tener algún referente es importantísimo. Alguien que lo hizo antes, alguien que probó, que intentó, bien o mal, que hubo otro, que no estás nadando en el medio del vacío con una tarea que decís “¿y esto desde dónde se aborda?”. La Gambaro para mí es un referente importante, seguramente hubo antes mujeres que lo hicieron... Ahora hay un relevamiento de las dramaturgas desde principios del 1900. Pero, decíme, ¿dónde están esas mujeres?, ¿qué escribían?
A. G.: Antes de Griselda, el desierto.S. G. P.: En España publicaron una investigación de una antología de teatro. Y las personas que hicieron la investigación encontraron que había varias mujeres pero que habían publicado bajo el nombre del marido...
A. T.: Pero lo que yo no quisiera es que aparezca como “somos las chicas a las que no nos han permitido...”. No, no te permitieron ¡y también hiciste caso!
–No son víctimas.
A. T.: No, somos todos seres humanos, no entiendo de feminismo ni me interesa. Lo que entiendo es que hay algo que está siendo hecho y que merece ser mostrado. No hay por qué ocultarlo, a esto voy, no hay por qué esconder debajo de la mesa...
–Entonces, ¿por qué juntar mujeres?
A. T.: Porque era algo que estaba debajo de la mesa y eso no me gusta. Si debajo de la mesa mañana encuentro otra cosa, pues voy a sacar eso.
A. G.: En la obra que estoy dirigiendo ahora (La dama o el tigre) las protagonistas son cinco mujeres. Entonces, en algún momento pensaba en el afuera y decía qué dirán en referencia a esto, es como que te pesa el género: “Por qué no hablan de hombres”, o “pobres, son cinco mujeres que no tienen sexualidad”. Como si hubiera ya una mirada que tiene que ver con el género que está inscripta en el objeto por su constitución antes de verla. Si hay una obra de todos hombres que hablan del poder nadie se plantea “qué raro que no hay mujeres”.
S. G. P.: Vos sabés que en Brilla por ausencia son seis mujeres y lo que brilla por ausencia es el hombre. Y hubo muchas críticas en relación a ese tema, sobre todo de las feministas, que me decían que yo había organizado un mundo de mujeres en relación a un hombre. Fue muy interesante, un psicoanalista que dijo “pero ahí sobran los hombres... hay una presencia masculina muy fuerte”.
A. G.: Aún hoy está la visión de que uno representa a un personaje femenino y ese personaje debiera representar al género entero. Entonces, he tenido comentarios feministas horrorosos. Por ejemplo, ven una obra de teatro donde la protagonista es una estúpida y, entonces, lo que se escucha es “tu visión de las mujeres es que las mujeres son estúpidas y frívolas y estoy muy enojada porque vos estás criticando”. Pero esa mujer no es todas las mujeres. Es una idea ignorante. Con los hombres no se plantea.
–Es como decir “todos los hombres son iguales”.
S. G. P.: A mí me parece interesante ese concepto en cuanto a que la singularidad de cada mujer va a construir su propia feminidad.

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