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Viernes, 31 de marzo de 2006
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Musica

Bien abierta

Natalia Cocciufo tiene una sola premisa cuando canta para el público: mostrar todo lo que tiene, no guardarse nada. Si no hay nada que decir, más que lo divertido que es cantar, mejor quedarse en casa, dice.

Por Laura Rosso
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Molière Teatro Concert Balcarce 682, San Telmo, jueves a las 21.30

Un disco de Dee Dee Bridgewater capturó su corazón. Sus canciones se convirtieron en fuente de inspiración para la aventura de cantar jazz cuando –con 20 años– decidió dejar Córdoba y venirse a Buenos Aires con sus amigos, seis cordobeses que compartían con ella los gastos de alquiler. Algunos estudiaban, otros trabajaban. Desde muy chica se imaginaba cantando y bailando. Adoraba las comedias musicales.

Aquí, en Buenos Aires, consiguió media beca en una escuela y comenzó el recorrido de las audiciones. De a poco fueron apareciendo trabajos. Fue camarera y cantante, participó en comedias musicales, fue corista del grupo De La Guarda y trabajó en varios espectáculos más hasta que un día sintió que había llegado el momento de “largarse sola”. Así fue como Natalia Cociuffo (29) fue “poniéndole sal a su carrera”. “Aunque pasé por cosas que no me gustaron, hoy veo que también sirvieron. Cuando quedaba afuera de los castings y audiciones me preguntaba qué había que hacer para trabajar. Pero la vida fue llevándome para otro lado. Había algo que me empujaba y me daba confianza para seguir, y hoy digo menos mal, porque no sé si después hubiese tenido la fuerza y la convicción de hacerlo sola.” De sus trabajos anteriores recuerda Drácula, Frankenstein, La Fiaca, Barshow, donde cantó por primera vez un tema de jazz y Bs. As. Tap, donde fue convocada como cantante solista. “El repertorio lo fui eligiendo a medida que iba probando. Canté tangos, boleros, luego temas de blues, soul y jazz y con eso me quedé. No sé si me voy a quedar a vivir con el jazz toda mi vida, pero por ahora...”

La cuestión es que esta cordobesa no se acobardó ni se dejó aburrir y siguió en busca de aquello que quería conseguir. Se animó y armó su propio espectáculo, que llamó Woman in Jazz. Allí despliega una voz sensual, por momentos melancólica y que puede expresar las sutilezas de ciertas melodías en canciones como Undecided, Let’s Do It (Let’s Fall in Love), My Funny Valentine o Summertime. Cuenta Natalia: “La propuesta de Woman in Jazz también tiene otras cosas, hacemos temas de jazz con una puesta en escena y los combinamos con canciones de otros géneros. Canto, por ejemplo, un tema de Rita Lee que se llama Agora só falta você que lo descubrí en un disco de María Rita. Es bossa combinado con pop y nosotros lo hicimos más pop. Me gusta ponerles a los temas un sonido de fondo que sea más moderno, más asincopado, más arrítmico. También hacemos un tema pop de los ochenta que se llama What I am, y lo hacemos jazzeado. Fuimos un poco atrevidos porque la propuesta es también teatral y nos tomamos algunas licencias musicales”.

–¿Qué te produce cantar jazz?

–Me sensibiliza. Hay melodías que son tremendas, no hay nada parecido. Tiene como una cosa muy expresiva y emotiva. Elijo el jazz porque las melodías me encantan y me gusta fusionarlas, cubrirlas, reinventarlas. En un punto me parece que tiene algo más creativo, una libertad armónica que te permite cantar el tema como quieras, jugarlo desde uno, salirse de la partitura y hacer otra cosa. Hay un campo muy abierto para interpretar.

Dear Ella es ese disco del que Natalia se enamoró y recomienda con entusiasmo. Un disco grabado en 1997 como tributo a la legendaria “Señora del Jazz”, Ella Fitzgerald. Doce canciones en las que Dee Dee Bridgewater mezcla mágicamente su voz con los instrumentos ofreciendo su interpretación y creando versiones que se separan de los originales por sus arreglos más modernos.

Después de varios años de dividir su tiempo entre diferentes trabajos durante el día y el escenario por las noches, decidió dar clases de canto. “Me encanta enseñar y poder transmitir lo que amo. A mis alumnos les digo: ‘Contame todo lo que estás cantando, sacá todo lo que puedas’. Trato de enseñarles eso, que aprendan la técnica, obviamente, y bla bla bla, pero que puedan transmitir, expresar lo que están cantando. Si no, no sirve, no me interesa y el público se aburre. Si te parás arriba de un escenario abrite, porque si no, ¿para qué querés que te vayan a ver si no me estás contando nada más que qué lindo que cantás?”.

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