Que el show medi谩tico de la miseria ajena causa un morbo dif铆cil de controlar no es novedad para nadie, pero que la invenci贸n de la escena muestre todas las hilachas con impudor es poco habitual. Por lo menos, con la intensidad que se est谩 exhibiendo desde que el asesinato de Nora Dalmasso mape贸 a R铆o Cuarto en el elenco estable de la tele, las revistas y los diarios. En el origen hab铆a poco: la supuesta filtraci贸n policial que llev贸 luz a una investigaci贸n supuestamente discreta, el cuerpo desnudo de una mujer en la habitaci贸n de su hija, y una foto de esa mujer en medio de un marco festivo. Ah铆 empez贸 el mecanismo: cuando todo lo que hab铆a era el recuerdo fugaz de un cuerpo, la identidad s贸lo pod铆a ser (re)construida a partir de esa imagen y los relatos que quisieran acompa帽arla.
Como si la muerte no alcanzara, el castigo ven铆a cifrado en el cuerpo: es lo que fue encontrado desnudo y transgrediendo el l铆mite de lo esperable con su presencia en el lugar menos esperado. Es lo que, aun antes de que una autopsia pusiera palabras oficiales a las dudas, fue le铆do en t茅rminos de escena S/M: tan fuerte era el deseo de leer esa muerte desde Hollywood, que en las marcas de dedos en la garganta se ley贸 placer antes que violencia. Tanto el fervor por confirmar que s铆, existen consecuencias morales de los actos p煤blicamente inmorales, que enseguida sucedi贸 lo dem谩s. Ese resto es la evidencia de una vida que ahora todos construyen y reconstruyen como si fuera el juego del momento. Pero como eso duraba poco, tambi茅n hubo m谩s. Las cr贸nicas y los off the record de fuentes judiciales y no tanto, los testimonios de conocidas y conocidos (anonimato o no mediante) tambi茅n se encargaron de dejar bien en claro que Nora llamaba la atenci贸n todo el tiempo por ese cuerpo que era. Que era muy coqueta y agradable, que aparentaba menos edad de la que ten铆a y lo aprovechaba, que tambi茅n pon铆a esmero (mucho) en vestirlo con lo adecuado para marcar status (s贸lo ropa de marca, s贸lo lo que la mostrara espl茅ndida). Que en las fiestas llamaba la atenci贸n por lo divina y porque 鈥渘unca paraba de bailar. Ten铆a la sonrisa siempre dispuesta. Jam谩s se deprim铆a鈥. Y tambi茅n: 鈥渟e obsesionaba por su cuerpo y se la ve铆a caminar o correr por la calle de su barrio con una pesa en la mano haciendo ejercicio. Aparentaba menos edad de la que ten铆a鈥.
Aparecer muerta, puro cuerpo yaciendo en plena vulnerabilidad (qu茅 otra cosa es la desnudez frente a una mirada no buscada, como la de un vecino que encuentra por azar a una mujer muerta) no es suficiente para que los atributos de una feminidad construida en base a lo socialmente prescripto para ser deseable se vuelva bendici贸n. De movida, y durante los primeros d铆as, mientras estallaba la cuesti贸n, se habilit贸 el diminutivo capaz de referenciar lo juguet贸n: no se habl贸 de Nora, sino de Norita (con los d铆as, y prestando algo de atenci贸n, se descubrir谩 que a medida que afloraron datos judiciales precisos que hablaron de un asesinato, repentinamente, la confianza se desvaneci贸). Todo lo que hizo de ND una mujer bien mirada en vida se vuelve rasgo negativo tras la muerte, y es que si no todo, al menos gran parte pareciera ser producto de una cuesti贸n de timing: qu茅 se dice cu谩ndo, antes y despu茅s de qu茅 otra cosa. Con la hip贸tesis del asesinato fortalecida, sali贸 de la nada una prostituta: en un solo d铆a dijo que ND la contrataba para org铆as, y luego se desdijo. Nadie pregunt贸 de d贸nde sali贸.
Que uno de los primeros datos medi谩ticos haya sido el de un frasco de vaselina en las cercan铆as del cuerpo no es casual (驴qu茅 dir铆an si hubiera aparecido, digamos, una corona de laurel?, 驴que se cre铆a Julio C茅sar?). Que las instant谩neas de la vida privada de Nora que alguien (驴la familia?, 驴amigos de la familia?, 驴enemigos de la familia?) entrega a la prensa ayuden a fortalecer ese perfil no deber铆a pasar inadvertido. Pero la liviandad a la hora de construir retratos, acusar y consolidar telenovelas informativas se ha instalado con tal fuerza que opera, pr谩cticamente, como norma. Lo que es peor: nos hemos acostumbrado. Cuando Mar铆a Marta Garc铆a Belsunce apareci贸 muerta, la primera culpable fue ella misma: era muy torpe, dijo su viudo. Cuando se mostr贸 que la torpeza hab铆a sido dejarse meter un par de balas, se habl贸 del pituto, y cuando eso fue insostenible, sali贸 de la galera una aventura l茅sbica. En cualquier caso, la responsabilidad segu铆a estando en la muerta, que total no podr铆a salir a desmentir. Todav铆a no se sabe nada; veremos qu茅 pasa cuando finalmente se realice el juicio oral. (驴Apuestas?)
Dec铆a David Le Breton en el erudito, exhaustivo y delicioso Antropolog铆a del cuerpo y modernidad que hay un m谩s all谩 de la valoraci贸n social inequ铆voca de la juventud que rige nuestra cultura y toda identidad de g茅neros. El imaginario que nos dimos como colectivo, para tranquilizarnos y darnos una conciencia como sociedad, afirma en el var贸n 鈥渦n sujeto activo cuya apreciaci贸n social est谩 basada menos en la apariencia que en un cierto tono en la relaci贸n que establece con el mundo鈥, tanto como ve en la mujer 鈥渦n objeto maravilloso que se degrada con el correr del tiempo鈥. El estatuto de objeto decorativo adorado por una mente mis贸gina deber铆a comprender adem谩s que en ese deseo de eternidad, de moralidad, de belleza y sumisi贸n que alimenta y quiere vivir, anida tambi茅n otra condena. 鈥淯n ardid de la modernidad 鈥揹ec铆a tambi茅n Le Breton鈥 hace pasar por liberaci贸n de los cuerpos lo que s贸lo es elogio del cuerpo joven, sano, esbelto, higi茅nico. La forma, las formas, la salud, se imponen como preocupaci贸n e inducen a otro tipo de relaci贸n con uno mismo, a la fidelidad a una autoridad difusa pero eficaz. Los valores cardinales de la modernidad, los que la publicidad antepone, son los de la salud, de la juventud, de la seducci贸n, de la suavidad, de la higiene. Son las piedras angulares del relato moderno sobre el sujeto y su obligada relaci贸n con el cuerpo.鈥
Nora Dalmasso, esa muerte que la convirti贸 en un cuerpo cuya vida se ha convertido en un rompecabezas que todos juegan a armar (hasta el sistema judicial, interesado en una 鈥渁utopsia psicol贸gica鈥 que todos los diarios se dieron el gusto de anunciar), es un enigma que todos 鈥搈edios y consumidores de medios鈥 dibujan y desdibujan con impunidad.
M谩s all谩 de la bonanza econ贸mica que podr铆a diferenciar a Nora y su familia de una del mont贸n, la figura de ND es la de una mujer com煤n que hizo todas las tareas que manda la correcci贸n social: no envejecer, ser bella, ser deseable, trabajar, ser exitosa y ser madre.
El mandato no perdona nada. Como decir: si hay belleza, hay riesgo; si hay desenfado, hay liviandad; s贸lo podr铆a ser para saciar placeres ajenos, y si lo hace para saciar placeres propios, s贸lo podr铆an ser contra natura. Un atributo suyo bastar谩 para inventar a Salom茅; si no es evidencia no importa, si apenas tiene la m铆nima fuerza para sugerirla, se la dar谩 por realizada. 驴Alguien lo pondr谩 en duda?
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