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Viernes, 5 de enero de 2007
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El mundo en mi ombligo

Las confesiones femeninas –cuanto más sexuadas y/o truculentas, mejor– han dejado de ser hace tiempo una búsqueda más o menos desesperada de poner en palabras lo que el prejuicio social obligaba a vivir en la clandestinidad. Ahora, y tal vez merced a la posibilidad que ofrece la tecnología, aparecen como paraísos de voyeurs que creen que a través de los blogs –y los libros que se editan con ese material– meten el ojo en la vida ajena. Las chicas, mientras, sólo quieren divertirse.

Por Paula Carri

Lola Copacabana, Bruna Surfisti-nha y Cielo Latini son algunas de las mujeres que saltaron a la fama y a la masividad de lectores a través de sus confesiones íntimas (también se podría sumar a la mujer gorda, que aun creada por Hernán Casciari, conserva el formato confesional y hasta de “fenómeno”, por lo popular).

La forma que adquieren estos decires femeninos hoy es el blog. Que se recopila (o transforma) en libro. Que se convierte en best seller. Tal vez, en un futuro, en película.

Los blogs –una suerte de páginas web personales que se instalan casi automáticamente a través de Internet y desde una plataforma– más exitosos son los de mujeres con temáticas conflictivas: la anorexia, la prostitución, el desenfreno sexual, la gordura. La locura también sigue sobrevolando el relato.

La confesión, el diario íntimo, incluso la catarsis desesperada es, y ha sido, todo un género entre las chicas. Podría nombrarse entre las que, al decir de Virginia Woolf, han hecho de la escritura su “supremo alivio y la peor condena” a Erica Jong, Anaïs Nin, Marguerite Duras, Colette, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf. Fueron mujeres que hablaron en épocas en que las mujeres estaban calladas. Que se animaron a exteriorizar la riqueza de su vida interior. Algunas fueron acusadas de locas, otras de pornógrafas o de narcisistas. Pero el atractivo enorme que despertaron sus confesiones motivaron la aparición de más, de otras, que pensaban y sentían igual. Hoy, a ocho décadas de la publicación de El fin de querido –según su traducción corriente–, libro que junto con Querido llevaron a Colette al podio de la novelística francesa en la década del ’20, la confesión pública –y a veces púbica– de féminas que exhiben sus conflictos, sus miedos y fantasías sigue resultando tan atractiva como entonces. Al menos en términos de cantidad de lectores.

El blog de la ex prostituta brasileña Bruna Surfistinha recibe 15 mil visitas diarias. Una posible –y cruda– explicación para este fenómeno la da el hacedor del blog Lector Mal-herido: “Si una mujer escribe que coge, yo me lo tengo que leer” (ávido de más, le critica, en el mismo comentario, a Erica Jong su negativa a realizarle una fellatio a su propio cuñado). La propia Jong alcanzó su mayor reconocimiento en la década del ’60 con su libro Miedo a volar: “Toda tu alma salía a la superficie a través de tu lengua y entraba en la boca de tu amante” escribía, en una frase que bien podría estar posteada en alguno de los blogs que hemos mencionado.

“Los blogs sirven

Para satisfacer un costado voyeurista que todos tenemos y no muchos asumen. Además de tener un costo cero, son fáciles de crear, administrar y actualizar”, dice Leandro Zanoni, periodista especializado en medios digitales y dueño de e-blog.

Chris Moss, del Guardian Weekend, opina en el libro de Howard Rheingold, Multitudes inteligentes, que en la red “la introspección es reemplazada por una interacción frenética y frívola que expone nuestros secretos más profundos al lado de nuestra lista de compras”.

Lo cierto es que los blogs femeninos más conocidos son los que capturan momentos y sentimientos súbitos, instantes con imágenes variables, entregas que pueden abarcar desde la descripción del baño de la hija pequeña hasta la reflexión pormenorizada de la autora sobre su más cruel enfermedad. O sus más intensos encuentros sexuales.

Pero no todos los blogs confesionales mantienen un nivel de atracción para los lectores. Zanoni, que supo declararse lector asiduo de blogs personales, afirma que “la mayoría aburre y son un tanto pretenciosos y repetitivos. Creo que en Argentina el mejor es Just Lola, porque reúne una serie de condiciones que no todos tienen –y muchos intentan copiar–, a saber: es divertido, algo sincero, refleja a una gran parte de la generación de veintipico actual y, sobre todo, tiene una gran dosis de sensualidad y sexualidad, a veces explícita y otras flotando en el aire”. El libro que de allí nació, firmado por Lola Copacabana, es editado por Sudamericana bajo el título de Buena leche. Cielo Latini, la joven anoréxica y asumida cultora de la enfermedad, es otra exhibicionista local con libro –Abzurdah– editado por Planeta.

La temática de los blogs

Confesionales femeninos y sus altas dosis de escepticismo parecen no necesitar de los espíritus rebeldes y enojados de los años ’60. La abulia, la desidia, el desamor, la falta de responsabilidades ofician de caballitos de batalla desde las páginas de Internet, desde donde –según los más prestigiosos especialistas digitales– se conseguirá todo en la próxima generación.

A aquel “entierro de la feminidad tradicional” que ocurriera en el Cementerio Nacional de Arlington, en Estados Unidos, durante 1968, donde mujeres echaron al “basurero de la libertad” corpiños, fajas y pestañas postizas, las jóvenes confesas anteponen ahora “corpiños sexies yanquis” y “un vibrador chiquitito” (Buena leche).

No son pocas, incluida la misma Erica Jong, que cambiaron sus otrora juveniles axilas vellosas y sus declaraciones de “abajo el soutien” por las cirugías reparadoras y sus reivindicaciones de sexo “como a los veinte”. ¿Qué une entonces, a una chica de la zona norte de Buenos Aires, madre soltera, que mecha en sus cuentos el español y el inglés, con la joven neoyorquina que supo ser Jong, literata, de sangre judía y liberada sexualmente?

“Espiar al otro, meterse en su vida diaria, seguirle los pasos a través de su blog y, en cierta forma, conocerlo, tiene cierto atractivo. ¿Quién siendo chico no leyó un diario íntimo ajeno?”, pregunta Zanoni. No todo autor puede ser Marguerite Duras ni la Woolf –y posiblemente muchas blo-ggers no piensen siquiera en esa posibilidad–. Pero que la realidad confesional femenina pasa hoy por el mundo digital –y recién después por el editorial– es tan cierto como aquellos universos de la autora de La señora Dalloway con su atemporalidad, realidades de ensueño y sus descripciones a veces oníricas.

Que bien lo dijo Virginia W., “a la vida hay que mirarla de frente, siempre de frente. Conocerla por lo que es, amarla por lo que es, y luego, ponerla en su sitio”. Y si no en un blog.

Hernán Casciari

Con Diario de una mujer gorda, es uno de los muchachos que saltaron del blog al libro aunque con una trampita: hace ficción sobre el probado estilo confesional con protagonista mujer (e incluso desesperada, al modo de las amas de casa). Aunque el blog de Casciari merece un párrafo aparte por el desarrollo de su escritura. Al leer los relatos de algunos de sus personajes, el de Mirta Bertotti especialmente, es casi imposible no remitirse a Manuel Puig y su Nené de Boquitas pintadas. La frescura, la simplicidad y en algunos casos ciertos modismos –anteponer el artículo a los nombres, por ejemplo–, aunque también un poco de grosería en el caso del blogger, son elementos que, conjugados, resultan gratificantes a la hora de leer. Se distingue en Hernán Casciari, de 35 años y residente en Barcelona, el poder de observación y su capacidad para reflejarlo: en su blog Orsay ejemplifica la aparición, en su domicilio, de vendedores o cobradores “antes de las 9 de la mañana”: “Tenía esa sonrisa amable que pide a gritos una trompada. Yo, en piyama, no tuve reflejos ni para cerrarle la puerta en la nariz”. O, refiriéndose al regreso a su hogar luego de una gira promocional, “ayer volví a mi casa después de un mes de estar en otros lugares peores”. Casciari ha confesado que su intención al crear un blog era que lo leyeran las amigas de su madre en Mercedes (Buenos Aires), su pueblo natal. Pero la cosa se le fue de las manos y hoy es leído en todo el mundo, además de ostentar el premio al “mejor blog del mundo” otorgado por la cadena alemana Deutsche Welle (por Más respeto que soy tu madre). “Sería de miopes y soberbios negar que quienes escriben en su blog (ficción, diario íntimo, u otro género) y son leídos por un número considerable de público todos los días, tienen varias cualidades que calzan perfecto en el marketing actual, y de las que muchos escritores de renombre carecen”, afirma Zanoni. En este sentido, el top blogger residente en Barcelona había obtenido el primer premio de novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires en 1991 con la obra Subir de espaldas la vida y el premio Juan Rulfo en París en 1998, con Nosotros lavamos nuestra ropa sucia, pero su reconocimiento a nivel lectores lo obtuvo con su desarrollo en Internet. Tiene los sitios web: El diario de Leticia Ortiz; Juan Dámaso, vidente; Más respeto que soy tu madre; Mi querido Klikowsky; Nina 2x4; Nina super8; Orbitácora; Orsay; Petit orsay; Weblog de una mujer gorda.

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