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Viernes, 12 de junio de 2009
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La aldea blogal

Honestidad brutal

Por Paula Carri

Recostarse, cerrar los ojos, relajarse para adentrarse en una misma y saber, sin dudas, sobre nuestra realidad. Consejos milenarios que indican las técnicas de relajación y autoconocimiento. Si, no obstante, el pragmatismo a que nos tiene acostumbradas la vida moderna necesita de algo más tangible, allí están las redes sociales y la presencia web para saber cada vez más el todo de nuestras amistades, familia, sociedades laborales, parejas, ex parejas y cuanto vínculo exista con presencia web.

Así lo sentenció en esta semana la emprendedora Cecilia Núñez –de Humanos 2.0 (http://humanos20.com) y El nene no me come (http://elnenenomecome.com)– en la red social Twitter (http://twitter.com): “Moraleja 2.0: si no quieres confirmar noticias ingratas, no mires el facebook ajeno”.

Si bien prácticamente todas las redes tienen políticas de privacidad, éstas corren una carrera en escalofriante desventaja con las herramientas que aparecen a diario sobre cómo violar esas normas que quedan casi obsoletas al nacer. Por ejemplo: las fotos en las redes sociales. Hasta hace menos de un año, quienes quisieran saber de sus ex (o de ex de sus ex) o de si sus actuales podrían convertirse en ex, debían agregar a un amigo de un amigo y rogar que éste se sacara fotos con la persona de la cual uno o una quería saber algo. Y hasta apareció un nuevo verbo ad hoc: desfacebookear. Hay un capítulo de TV para Internet del grupo La Comuna TV (http://lacomuna.tv) de marzo de este año, episodio 07, denominado “Espías”, que es muy divertido. De unos meses a esta parte, la técnica ha evolucionado y hoy es un secreto a voces que se puede, mediante un simple copy and paste ver los álbumes de fotos de casi todo el mundo. Existe un post muy didáctico en el blog de Carlos Leopoldo (http://carlosleopoldo.com) en el post del 24 de mayo último (enriquecido además por cientos de comentarios). Facebook, que hace dos meses hizo un intento por cambiar sus reglas y quedarse con las fotografías de sus miembros a perpetuidad y no sólo hasta que el usuario da de baja su cuenta (porque hasta entonces las fotos subidas allí son propiedades de esa red social y del usuario, eso ya lo sabían, ¿no?). Bueno, así leído, las fotos a perpetuidad (el rechazo de los usuarios hizo recular a la red social) hubieran podido convertirse en una fuente de penurias difícil de equiparar, sobre todo para las personas siempre dispuestas a chequear información. “Ojos que no ven, corazón que no siente” pasa, en este contexto, a ser una falacia. Así las cosas, la “honestidad brutal” parece, cada vez más, una opción posible.

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