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Viernes, 17 de julio de 2009
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Palabras mayores

Un disco redondo, redondo

El nuevo trabajo de Mariana Cincunegui –ex Piojos y Piojitos, ex Mariana y los Pandiya– es tan conmovedor como útil a la hora de darles a niños y niñas la posibilidad de escuchar, pintar y volar. Todo en siete canciones.

Por Marta Dillon
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El disco viene envuelto en celofán y lleno de papel picado. Una pesadilla si se acaba de barrer, un objeto maravilloso si el descuido pone a volar los trocitos de colores y quien se baña con ellos todavía sabe que hay algo de magia en poder saltar. El disco, así, es una promesa de diversión, aunque ésa no sea una palabra central en la propuesta. Al contrario, si algo promueve Mariana Cincunegui con su Alasmandalas es el imposible de alcanzar a niños y niñas un poco de paz, una serenidad adentro, una caricia para la ansiedad constante de quien pasa el tiempo descubriendo, descubriendo y descubriendo. Y de alguna manera mágica este disco chiquito —apenas siete canciones, aunque para los chicos pueda ser el universo completo si siguen su rito de terminar y volver a empezar y terminar y...— lo consigue. Consigue que al entusiasmo inicial, ese que da la bienvenida a las y los que cantan, que da la bienvenida a niños y niñas, en definitiva, a un mundo la mayor parte del tiempo hostil, pueda volverse reflexivo. Al menos que inspire para cumplir con el cometido del disco: “Música para pintar y volar”, para acercar en el momento exacto colores y papel y dejarse llevar por la consigna de Canción redonda, “canción que dibuja una rueda de amor” y que los chicos saben interpretar mejor que nadie. Porque ellos aprendieron a dormirse escuchando canciones redondas. ¿Quién no ha dado vueltas en círculo al son del arrorró? ¿Quién no ha inventado con la misma, eterna música, la música que sea pero siempre la misma, el arrullo necesario para que el miedo y la ansiedad se alejen y llegue para quedarse el pícaro sueño? De esa experiencia, cuenta Cincunegui, nacieron los mandalas como núcleo de este abanico de canciones, buscando una herramienta para “calmar, acompañar, volver a centrar, para hallar la profundidad de decir y hacer música, ante tantas propuestas, tanto hacer para ser”. Y la herramienta llegó poniendo el oído en lo que se repetía, en el rito de las noches acunando a su hija, trepando por la noche en busca de deseos para el día siguiente. Y prestando atención, también a las propuestas de los chicos que asisten a su taller experimental de música para pequeñas personas de entre 2 y 8 años. “Es que crecen muy rápido y hay demasiada oferta para ellos. Las niñas quieren ser Britney Spears, pero ya, no cuando sean grandes”, decía Cincunegui hace ya siete años, cuando presentaba su disco Mariana y los Pandiya, donde las voces desparejas, cristalinas, conmovedoras de los niños y niñas con que trabaja empezaron a quedar grabadas para acompañar a otros chicos. Son otras las voces ahora, claro, nadie, aunque lo desee con la fuerza infinita de la fantasía, puede prolongar la infancia desafiando al tiempo. Pero el efecto de las voces que juegan y cantan dan ganas de bailar acompañando a alguien más chiquito, a saltar como lo haríamos si el cuerpo adulto no fuera tan torpe y tuviera tan poco espacio para volar. En Alasmandalas, las voces infantiles son como avioncitos de papel, es fácil que vuelen, es fácil creer con ellas que es posible desafiar la ley de gravedad. Son tan protagonistas como los dibujos de sus propios mandalas, inspirando la música y viceversa. “Uniendo mandalas con canciones redondas, loops, ritmos, palabras, frases, mantras inventados y descubiertos”, dice la conductora de este tren de emociones que supo acompañar con su dirección y arreglos Daniel Johansen. Y así nacieron “Song Cubano” —con una letra imposible que sin embargo se canta: “Gugu petá cum tá/ peta cum”, etc., etc. Y “Cuerpo y Alma”: “Alma que al tramar tramas en mantra/ haz que la luz aves alas as/ salve al cuerpo y alma”. Canciones que conviven con las de John Lennon y Paul McCartney, llegando al alma adulta con la voz de un niño, tan dulce y conmovedora que se puede hacer como ellos: poner replay y escuchar de nuevo, otra vez y otra vez más.

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