Hay despedidas que parecen imposibles, asumirlas es como advertir de pronto un agujero negro en la trama de esa red de contenci贸n que la mayor铆a de las personas necesitamos para vivir. Dora Coledesky era un nudo en esa red. Saber de su ausencia es parecido al miedo a saltar sin protecci贸n, sin esa seguridad que da caminar con otras y con otros convirtiendo a veces el riesgo en acrobacia, la poca o mucha audacia en baile para ser gozado. 驴C贸mo imaginarse un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres sin su presencia activa, militante, apasionada, guerrera? Dora era una activista en el m谩s cabal sentido de ese t茅rmino. Porque su figura peque帽ita, su rodete de abuela de cuento, su energ铆a inagotable, su capacidad para relacionarse con todas las generaciones sab铆a encender la llama feminista en el coraz贸n de las mujeres. Sab铆a c贸mo activar el esp铆ritu de lucha 鈥搒铆, lucha, con lo devaluada que puede estar esa palabra por tanta repetici贸n鈥, c贸mo convencer para que imagin谩ramos siempre algo m谩s, algo que escribir, algo que decir, algo que hacer. Con acuerdos o con desacuerdos, su presencia convocaba al compromiso. Ser谩 por eso que cuesta tanto despedirse. Ser谩 por eso que eternas cadenas de mails se cruzan recordando un evento, una chispa de su ingenio, una postal de su testarudez. Ser谩 por eso que como un acto reflejo ahora reviso mi propia casilla para recuperar su voz en los escritos que enviaba, incansable, defendiendo sobre todo el acceso al aborto legal como una meta indispensable para garantizar(nos) la plena autonom铆a sobre nuestros cuerpos de mujeres. El a帽o pasado, cuando le dedicamos una tapa de este suplemento, ella contaba en entrevista con Moira Soto que su propia llama feminista se hab铆a encendido cuando a los 13 a帽os supo de la historia de Mariquita S谩nchez de Thompson. 鈥淓lla se anim贸 a enfrentarse a sus padres, no acept贸 el marido que le quer铆an imponer, se cas贸 con el hombre que amaba... Yo ten铆a 13 a帽os, estaba en el Liceo y creo que ah铆 se me despert贸 el coraz贸n feminista, tanto me impresion贸 la rebeld铆a de Mariquita, esa voluntad firme de decidir su destino鈥, dec铆a entonces, antes de relatar su militancia en el Partido Obrero Trotskista, su paso por una f谩brica como obrera ella misma, siguiendo el impulso de la proletarizaci贸n que le hizo fantasear con escribir las historias de esas mujeres en f谩bricas tan grandes que ya no existen, mujeres que gracias al trabajo formal se encontraban con sus pares y pod铆an poner en palabras desde sus miedos hasta sus placeres, y por supuesto, la clandestinidad del aborto, esa experiencia tan femenina y tan contradictoria. En el recorrido por esos mails que llevan su remitente, su ausencia repentina suena m谩s incre铆ble todav铆a: ah铆 est谩 la se帽ora de 81, la que enterr贸 a su 煤nico hijo, la que sab铆a plantar pensamientos y jazmines en su jard铆n del conurbano, la que cocinaba locro para recibir a nietos, nieta, bisnieto y bisnieta, poniendo las cosas en su lugar, poniendo palabras donde hab铆a dudas, develando del otro lado de una computadora c贸mo el lenguaje que se impone, impone tambi茅n sus trampas y sus encierros. Como cada vez que se habla de mortalidad materna en relaci贸n con las muertes de mujeres gestantes a causa del aborto. Es decir, mujeres que no quer铆an quedar cristalizadas en la condici贸n de madres y decidieron a pesar de todo. A ella, que no le gustaba usar la palabra 鈥渞eligi贸n鈥 ni siquiera como met谩fora de su compromiso feminista, le hab铆an crecido alas, dijo, cuando entendi贸 de qu茅 se trataba esta opci贸n pol铆tica e ideol贸gica. Alas como las que supo coser con paciencia de abuela en las manos, las espaldas o los corazones de todas las que ahora empezamos a sentir su ausencia y a la vez nos enredamos en su voz guardada gracias al oficio de otras mujeres comprometidas con su lucha, como Liliana Daunes, que supo hacer un homenaje en su programa de radio que ya est谩 guardado en la memoria. La partida de Dora Coledesky de este mundo deja un agujero en la trama que ahora tenemos la responsabilidad de cubrir extendiendo ese compromiso que ella supo alentar con todas las mujeres. Deja tambi茅n la huella de un camino transitado con energ铆a. Y por supuesto, sus palabras, las muchas palabras que el viento y la memoria se encargar谩n de agrupar cuando sea necesario para que podamos seguir inventando estrategias que permitan convertir el motivo de su lucha en una realidad concreta para todas. 鈥淨ueremos que absolutamente todas, en todos los rincones del pa铆s, dispongan de este derecho, de la posibilidad de poder hacerse un aborto en cualquier hospital por libre decisi贸n. No importa las excusas que esgriman: quienes se oponen no quieren la liberaci贸n de la mujer, quieren mantener ese control sobre su cuerpo, 茅se es su objetivo鈥. Cerrar el hueco de su ausencia ser谩, entonces, inventar nuevos caminos para que ese objetivo deje de cumplirse sobre nuestros cuerpos.
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