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Viernes, 27 de noviembre de 2009
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Fascismo fashionista

Por Victoria Lescano
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Con la imagen de portada de una modelo provista de un tocado a la usanza de un casquete militar, un riguroso abrigo negro con hombreras cual armadura de un gladiador y guantes; paraguas rojo y sobre menudier en carmín, el libro Fashion at the time of Fascism, estilos de vida en el modernismo italiano entre 1922 y 1943 resulta de una exhaustiva investigación de los expertos en cultura y crítica de moda Alessandra Vaccari y Mario Lupano (ella es investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bologna, y él catedrático en la Facultad de Arte de Venecia).

Lo publicó el sello Damiani en primorosa edición de 400 páginas y 1500 ilustraciones y curiosamente se presenta por vez primera y en edición inglesa en Buenos Aires, el próximo 3 de diciembre en una charla abierta con los autores.

Articulado en cuatro ejes: Medidas, Modelo, Marca y Desfile y emulando los rituales en la vida italiana moderna, el research irrumpe con una extraña sucesión de documentos y de fotografías en tono sepia que admiten tanto a los sistemas para medir el cuerpo con el rigor matemático que caracterizó el discurso estético de la época: allí se destacan tanto el “método Ambrosio”, las técnicas Pi No Stop –modelado por un boxeador con músculos de fisiculturista– y se destaca además un sistema de medición lo más parecido a una jaula de metal que circa 1930 patentó el sastre romano Luigi Branchini.

De paso por Buenos Aires, donde aborda una nueva investigación, la socióloga Alessandra Vaccari –autora, además, de Wigs and Wags, las banderas de la moda, 2005– sostiene sobre los disparadores de este libro: “Nuestra teoría indica que durante el ventenio fascista se pretendió autogenerar una imagen de modernidad y lo lograron de modo imperativo, del lado del orden, y con mucho rigor. Nosotros no partimos del modernismo desde un punto de vista celebratorio, sino desde sus zonas más oscuras analizando la dictadura estética. Porque existió una Federación Fascista de la Industria de la Moda Italiana, el gobierno promovió la moda italiana, y la construcción de una marca italiana”.

Continúa Alessandra Vaccari: “Se llegó a fundar un comité de la moda italiana y su funcionamiento consistía en que las prendas y las telas de cada colección ideada por las casas de moda debían presentarse ante las autoridades del comité para que decidieran si reflejaban o no el estilo italiano. Uno de sus recursos fue reforzar la moda femenina al punto de que muchos sastres expertos en los masculinos se pasaron a hacer ropa de mujer. En el discurso estaba implícita la grandeza de Roma y rescatar la alta moda”. Su afirmación se acentúa ya en la página 279, apartado Instituciones de Moda cuando se transcriben fragmentos de un discurso del Duce fechado en 1932 que rezaba: “La moda italiana todavía no existe, pero es posible hacerlo y debemos crearla”.

Otros gestos de la compulsión por trazar un estilo italiano fue la creación del Diccionario italiano de la moda italiana, destinado a desterrar el uso de modismos franceses en las crónicas y que en 1936 le fue encargado al periodista Cesare Meano. Además de cientos de imágenes que hacen pensar en el expresionismo pregonado por Fritz Lang desde el film Metrópolis fueron también fundamentales en la construcción del imaginario de la moda modernista las tomas en estudio de los expertos Elio Luxardo –artífice de la producciones con juegos de luces y sombras– y también Lucio Ridneti, quien hizo coberturas y ensayos fotográficos de las actividades ideadas por el “Ente Nazionale Della Moda”. Del lado de las musas de la moda desfilan por las páginas del libro, Edda Mussolini de Ciano, la hija menor del dictador, quien estuvo casada con el ministro de Asuntos Exteriores y ofició de embajadora de la moda italiana cuando posó con los modelos de las casas Ventura o Montorsi, ya desde la portada de Time o en revistas de su país.

¿Cuáles fueron los temas que más la sorprendieron durante la investigación y los hallazgos de los que se enorgullece como coeditora del libro?

Fue una gran sorpresa descubrir que Gabriella de Robilant, conocida cono la condesa Gab y creadora de la marca Gabriella Sport, se había inspirado absolutamente en la diseñadora surrealista Elsa Schiaparelli. Esta es la primera vez que se habla de su relación entre estas mujeres que fueron muy amigas. Si bien en su autobiografía de 1954, Shocking Life, Schiaparelli habla de su amiga y la denomina countess Gab, como apodo entre ellas, nadie lo había asociado. Schiaparelli. Gabriella era una mujer de alta sociedad, había crecido en un palacio y mientras que ella llevó a Schiaparelli al mundo de la nobleza, Schiaparelli la introdujo en el mundo de la moda. Cuando Gabriella volvió de París para quedarse en Italia abrió su célebre casa rigiéndose por los conceptos de simpleza y elegancia rescatados del modelo de Schiaparelli. Otra novedad del libro es la iconografía de los carteles que muestran como se promocionaba a la moda italiana, con el sistema de fotos y telas pero vigilándola. La moda era muy destacada entre los noticieros del fascismo, los desfiles eran organizados por el Régimen desde el Ente Nacional de la Moda y también se hacían exposiciones de telas.

Fashion at the time of fascism se presenta el 3 de diciembre a las 19 en el Instituto Italiano de Cultura, Marcelo T. de Alvear 1119, 3º piso.

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