ÂżSerá verdad que la ocasiĂłn hace al ladrĂłn, segĂşn asegura el escĂ©ptico refrán? En tal caso, no habrĂa que sorprenderse del recorrido –para atrás, para adelante, segĂşn la perspectiva– que viene haciendo a travĂ©s de cinco temporadas Nancy Botwin, aquella ama de casa suburbana de Agrestic, L.A., que parecĂa caerse reciĂ©n del catre en los capĂtulos inaugurales de la serie Weeds. Hasta la repentina muerte de su marido, ella integraba una familia tipo de un tĂpico barrio de casas seriadas, little boxes en la canciĂłn de Malvina Reynolds que acompañaba los tĂtulos hasta el anteaño. Porque Nancy, la mujer con dos hijos adolescentes, que al enviudar se empezĂł a ganar la vida con la venta al menudeo de marihuana, ya no vive en California: despuĂ©s del incendio que arrasĂł su casa en el final de la tercera temporada, rumbeĂł hacia un pueblo fronterizo, entre Tijuana y San Diego. AllĂ retomĂł el negocio del ladrillo (verde) tras la fachada de una tienda de artĂculos para bebĂ©s. Recurso Ă©ste que resultĂł premonitorio puesto que al cierre de la cuarta season, la ya muy despabilada Nancy, enredada con Esteban –polĂtico mexicano traficante de drogas, armas y personas– anunciaba a su amante que estaba embarazada zampándole una ecografĂa.
Lo que en ese shockeante final pudo parecer un truco para salvarse de ser acribillada por uno de los esbirros de Esteban, resultĂł ser muy cierto: en esta quinta temporada que está culminando, buena parte de los capĂtulos estuvieron tomados por avatares del embarazo de Nancy, sin dejar de lado los avances escabrosos de sus hijos en distintos intentos cuentapropistas de trapicheo de cannabis sativa. Silas –el mayor– en sociedad con el babieca viejo hippie Doug, mientras Shane se las apaña para fraccionar y vender la yerba que le sustrae a su hermano. En esta ediciĂłn en cartel, además de la presencia ominosa de Esteban, se recortan como figuras de historieta sus guardaespaldas, lo mismo que la pareja de guerrilleros secuestradores, subrayando que –pese a lo dramático– estamos en una comedia de humor zumbĂłn, cáustico.
Felizmente, prosiguen con sus desaguisados de diferentes estilos, la malĂ©vola Celia, actualmente en vĂas de incorporarse al negocio del humo, y Andy, el cuñado de Nancy que pintaba tan cĂnico y vividor hasta no hace mucho, ahora mostrando corazoncito sensible y hasta cierta responsabilidad. Pero la que terminĂł de darse vuelta radicalmente y ya ha dado pruebas de que la mosquita muerta se avivĂł y pasĂł todos los lĂmites, es Nancy Botwin, cada vez mejor actuada por MaryLouise Parker con su translĂşcida piel de nácar y esos ojos que solĂan reflejar ingenuidad y azoramiento. Y que ahora sabemos que encubrĂan zonas tenebrosas de cálculo, frialdad, egoĂsmo, manipulaciĂłn... ÂżFue alguna vez NB tan inocente como presumĂa en otras temporadas?
Por si acaso, Nancy sigue haciĂ©ndose la cándida con Andy, que la tiene rejunada.”¿Por quĂ© siempre me cae encima el Apocalipsis?”, pregunta ella. “Vos lo provocás, todo es tu culpa”, le enrostra Ă©l que, si avistara la más leve insinuaciĂłn de consentimiento, dejarĂa todo y se irĂa a cualquier lugar del mundo con ella, empezando por Copenhague...
Weeds se ha mantenido fiel a su espĂritu iconoclasta, irreverente, crĂtico de toda forma de hipocresĂa. Pegado hasta cierto punto a la actualidad, aparecen alusiones a la tolerancia de Obama a la marihuana, se parodia el culto a la belleza y las mentiras de la industria cosmĂ©tica, una vez más la aparentemente perfectas amas de casa full time quedan desenmascaradas (inefable Jill, la hermana de Nancy que borda Jennifer Jason Leigh). Y es notable la naturalidad con que la serie deja en claro su posiciĂłn frente al aborto: todavĂa en los primeros tiempos del embarazo, Nancy está en la sala de espera de la gineco y se escandaliza al ver a una mujer comiendo una hamburguesa chatarra, le dice que no tiene que comer esa porquerĂa porque le hará mal al bebĂ©. La chica le pone esta tapa: “TodavĂa no es un bebĂ©, y no lo voy a tener”. Ya en el consultorio, a una pregunta de Nancy, la mĂ©dica le responde: “TambiĂ©n hago abortos”. “¿Cuándo es demasiado tarde?”, quiere saber la paciente. “Aun estás a tiempo Âżlo estás pensando?”. Respuesta: “Lo pensaré”.
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