Hab铆a andado muchos caminos de descubrimiento y transformaci贸n, de experimentaci贸n y compromiso, aqu铆 y afuera. Siempre un铆voca, justa, en coincidencia consigo misma, con sus principios e ideales. Acaso esa integridad moral que ella sostuvo firmemente a lo largo de su vida con una naturalidad que se dir铆a org谩nica fue lo que le permiti贸 mantener esa zona de candor transparente que la hac铆a tan entra帽able. Porque con Dora Coledesky no hab铆a posibilidad alguna de confundirse: ella era de una pieza, iba de frente, llamaba a las cosas por su nombre, no rosqueaba, no hac铆a concesiones, nunca se manej贸 en pos de intereses personales. Si algo aprendi贸 de su intensa militancia trotskista fue que el hambre de justicia era inextinguible y no negociable. Y de su entrega activa al feminismo supo darle primac铆a a la hermandad, a esa solidaridad plena que la impuls贸 en las 煤ltimas d茅cadas a la lucha denodada por el derecho al aborto gratuito para todas (鈥渆s un punto central en la liberaci贸n de la mujer, quienes se oponen no quieren su emancipaci贸n sino mantener el control sobre su cuerpo鈥, proclamaba en Las 12, en 2008). Poco tiempo antes de morir hace ya un a帽o, se ilusionaba con trabajar en la organizaci贸n de un gran festival art铆stico, con la participaci贸n de muchas figuras locales del espect谩culo, para darle un sesgo m谩s popular a la campa帽a.
No se trata de beatificar a Dora Coledesky en el aniversario de su muerte: nada le habr铆a molestado m谩s a esta se帽ora que prefer铆a ni mentar la palabra religi贸n, que no se pintaba las canas 鈥攐rgullosa de su edad, salvo por los achaques...鈥 y que usaba esos zapatitos abotinados victorianos para ir de ac谩 para all谩 con inagotable energ铆a, estar en las manifestaciones, viajar si hac铆a falta. Siempre a a帽os luz de todo intento de figuraci贸n, capaz de resistirse en primera instancia a una entrevista period铆stica: 鈥溌縋or qu茅 a m铆?鈥, se sorprend铆a. 鈥淗ay otras compa帽eras m谩s conocidas, que hacen m谩s que yo...鈥 Lo dec铆a con sencillez, con genuina franqueza, convencida de que su historia carec铆a de inter茅s. Pero luego de avenirse al encuentro, llegaba con un ramo de rosas y una vez superado el pudor inicial empezaba a desgranar instancias de su vida con una elegancia de esp铆ritu rar铆sima de encontrar en estos tiempos.
Dora Coledsky tuvo su primer chispazo feminista avant la lettre cuando conoci贸, a los 13, la an茅cdota de Mariquita S谩nchez revel谩ndose por amor en contra de la resoluci贸n tomada por sus padres. No fue s贸lo el romanticismo del gesto, sino 鈥渆sa voluntad de decidir sobre su destino鈥 lo que despabil贸 a la adolescente Dora, ya en Tucum谩n despu茅s de haber vivido en Buenos Aires y en Rosario. Y fue en Tucum谩n precisamente donde empez贸 a politizarse al participar en la Federaci贸n de Estudiantes Secundarios. M谩s tarde, llegar铆a la adscripci贸n al Partido Obrero trotskista fogue谩ndose como oradora en actos p煤blicos, el ingreso a la facultad de abogac铆a, el encuentro con Angel Sanjul, otro militante ferviente, con quien se casa a los 24 (鈥渘o era cuesti贸n de dejar pasar un tipo tan valioso, tan inteligente...鈥). Ya recibida de abogada y en Buenos Aires, al igual que Simone Weil pero sin conocerla, DC elige proletarizarse, entra a trabajar en f谩bricas, descubre la vida de las obreras y su problem谩tica espec铆fica, cultiva el compa帽erismo sin dar a conocer su t铆tulo universitario, aprende 鈥渦na gran lecci贸n pol铆tica y de vida鈥. Antes de exiliarse en Francia con su marido y de conocer la teor铆a y la pr谩ctica del entonces floreciente movimiento de mujeres, Dora ten铆a en su haber, como ella dec铆a, 鈥渆l ejercicio de un feminismo espont谩neo鈥.
De regreso en los `80, con el coraz贸n feminista desbordante de entusiasmo, nuestra dama se acerca a ATEM y se prende en las tempranas batallas locales por el derecho al aborto, junta firmas frente al Congreso portando una pancarta alusiva. Con el mismo ardor militante prosigui贸 durante casi tres d茅cadas, habitualmente inconformista, muy preocupada porque las m谩s j贸venes tomaran conciencia, no perdieran el tiempo, no se dejaran enga帽ar. Pele谩ndose con las infiltradas clericales que se colaban en los talleres de estrategias para el aborto. Siempre con una pasi贸n y una vitalidad que decrecieron en 2005, a帽o aciago en que perdi贸 a su querid铆simo hijo 煤nico, del que estaba tan orgullosa. Un dolor inconmensurable del que fue emergiendo poquito a poco, muy respaldada por sus compa帽eras de lucha.
Y DC volvi贸 entonces a dar pelea por ese derecho b谩sico que tanto le importaba que se consiguiera. Seguramente hoy estar铆a celebrando ese dictamen de mayor铆a favorable a la regulaci贸n por ley en Capital de los abortos no punibles. Un paso adelante en un camino escarpado que la bella dama de los zapatitos onda Rosa Luxemburgo ayud贸 a dar.
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