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Viernes, 8 de octubre de 2010
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Oh, París

Por Victoria Lescano
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Otra semana de moda, con anclaje en el Prêtàporter parisino y los estilos para el verano 2011 del hemisferio norte: entre cierto revival punk y regresos de prédicas conceptuales y antimoda –Maison Margiela, Comme des Garçons y Junya Wattanabe– irrumpieron también notorias prédicas de elegantes y extravagantes. Por un lado, la colección de Yves Saint Laurent, diseñada por Stephano Pilati. Y en la locación del Grand Palais, luego de un trench coat blanco de corte sartorial y de variaciones sobre el tuxedo se sucedieron vestidos fabulosos. De largos con sutiles estampas florales en rojo o azul, a sofisticadas reversiones de los homenajes a Marruecos y al folk tribal que supo idear monsieur Saint Laurent en los 70. Hubo además patchworks y atuendos de paisanas para galas de 2011. Pilati admitió y dejó sentado que la reciente retrospectiva de Saint Laurent celebrada en París fue el principal disparador de la colección y su sabiduría radicó en actualizar lenguajes pero sin esnobismo ni clichés ready to wear.

Del lado de la extravagancia, se destacó John Galliano con su colección homónima una aclaración necesaria puesto que el inglés oficia también como director creativo de la firma Christian Dior. Allí abrió el desfile el trench coatprenda del universo Bogart y el imaginario del cine negro, aquí realizado en blanco y como correlato diurno de extravagancias ancladas en principios de siglo veinte. Puesto que su homenaje fue hacia los estilos de María Lani, una checoslovaca que en los años 20 sedujo –y logró ser retratada– a decenas de artistas, de Modigliani a Matisse, Léger, de di Chirico a Chagall (dicen que con la coartada de luego hacer una película de terror que nunca se concretó). Las citas a su biopic irrumpieron en el estilismo de cada modelo, cada una de ellas emuló un retrato de la vasta serie consagrada a la femme fatal. Pero lejos del anecdotario de Lani se sucedieron trajes de época, citas a la silueta de Paul Poiret y desparpajo en recreaciones historicistas que Galliano ejecuta con maestría. aunque sin el trazo revolucionario de Lee McQueen.

Del lado de la vanguardia, Gareth Pugh innovó con sus modos de mostrar moda y un corto dirigido por Ruth Hodgen. Con once minutos de duración se volvió uno de los videos con más alta rotación en las redes sociales y en youtube. Desde la pantalla, con ingeniosos movimientos de cámara, se vieron futuristas siluetas y armaduras lisérgicas en kimonos, atuendos con remixes de aluminio y neoprene; todos fueron modelados para la ocasión por la modelo Kristen McMenamy.

Otro conceptual pero de la generación veinti y pico que cautivó en París fue el paulista Pedro Lourenco (el hijo de la pareja de diseñadores Gloria Coelho y Reinaldo Lourenço). El niño prodigio de la moda brasilera está radicado en Francia. Las cronistas de The New York Times y del Herald Tribune exaltaron sus molderías futuristas y cortes innovadores. Su propuesta de pasarela, atiborrada de sofisticadas tramas textiles citó a la tradición parisina de Courréges y de Cardin pero hiperestilizado y tuneado por el sello San Pablo Fashion Week y modernidad 2011. Aunque también se reflejaron las influencias de una educación en moda cimentada en años de primeras filas desde la más tierna infancia y en el aprendizaje en técnicas de corte y confección.

Por otro lado, la Maison Margiela (actualmente en manos del fundador de la firma Diesel) proclamó encuentros y cruces entre el placard femenino y masculino. Regidos por esa premisa se sucedieron desfiles paródicos de clásicos de uno y otro placard: una camisa azul ultra clásica que la modelo llevó cual hombre o mujer sandwich, y así el recursos se extendió tanto a un trench coat beige como a un top fucsia con falda deliberadamente desproporcionada.

Mientras que desde Balenciaga y al inicio de la semana, Nicholas Ghesquiere aludió a la estética de los teddy boys y cierta masculinidad y androginia punk. De Modelos desconocidas en la apertura a supermodelos actuales, irrumpieron ataviadas con abrigos pied de poul con texturas plastificadas y avant garde, tailleurs negros con short y zapatos bajos y camisas blancas y austeras, vestidos y tops con innovaciones textiles y corte láser. En palabras del revolucionario Ghesquiere, la colección y sus morfologías respondieron a “una reacción en contra de cierta idea de lo sexy aplicado a la vestimenta”.

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