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Con 85 años recién cumplidos, una silueta esbelta con matices exóticos y una carrera de cuatro décadas emparentada con el interiorismo, la diseñadora francesa Andrée Putman (quien acostumbra describir el método para sus diseños, objetos y puestas como “un balance entre la disciplina y el caos”) es tema de una retrospectiva que se celebra en el Hôtel de Ville de París hasta febrero de 2011.
Curada por su hija Olivia, la exposición propone un paneo por sus hits en interiorismo. Como muestran sus “hoteles boutique” tan en boga a fines de 2000, y que ella anticipó en 1980 en Nueva York con el Morgan Hotel y sus míticos pisos en damero blanco y negro, además de aquellos decorados despojados. Como una ráfaga su estilo calificado de minimalismo con rescates de diseños de inicios el siglo 20 cautivó a la escena cultural y sobre todo de la moda francesa –el ministro de Cultura Jack Lang le encomendó la puesta en escena de su despacho y los diseñadores Azzedine Alaia y Karl Lagerfeld fueron asiduos clientes tanto para sus hogares como sus boutiques–. En las últimas temporadas, además de lanzar un portarretratos digital que se precia de su gusto por el blanco y negro, junto con el arquitecto Maxime d’Angeac Andrée fue la dama detrás de la renovación y nueva puesta en escena de la exquisita tienda de perfumes y el spa Guerlain en Champs-Elysées.
El vasto listado de sus obras denota que no se limita a espacios en tierra firme. Un rascacielos 31 pisos de Hong Kong fue bautizado en su honor, la empresa de aeronaves Air France le encomendó cada exótico detalle deco de su no menos exótico avión Concorde.
Durante algunos años, Andrée fue la propietaria de una empresa de mobiliario y diseño de interiores llamada Écart, desde la que inició el estilo “French Moderne”. Quienes asistan a la expo retrospectiva darán con un podio deliberadamente negro que compila sus creaciones más emblemáticas. Allí se exhiben tanto el baño en damero del Hotel Morgan (reconstituido para la muestra), el diván Crescent Moon, mobiliarios variados para el Estadio de Francia y diversas residencias privadas. No faltan joyas de plata para el mercado del lujo y su contracara, tazas que pueden costar sólo unos euros.
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