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Viernes, 4 de febrero de 2011
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Nuevos gestos de la alta costura

Por Victoria Lescano
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Un recorrido por últimos gestos de la alta costura –según manifiestos costureros exquisitos, innovadores, arriesgados–. En la pasarela de Chanel, una puesta que simuló interiores de la boutique de la rue Cambon, donde emergieron los célebres tailleurs de bouclé y tweed en rosa, blanco o arena, con renovadas morfologías y atentos a nuevos modos de uso. El límite entre traje sastre, vestido, chaqueta y blusa fue casi imperceptible pues las modelos –en su mayoría jóvenes y de apariencia etérea– llevaban las prendas remixadas y superpuestas sobre un símil leggins de pailletes, cual si fuesen panties de ballerinas. Sí, la compulsión actual por la estética del ballet y su eco en las tendencias tuvieron en la colección de Karl Lagerfeld una coartada historicista. El diseñador admitió que en su storyboard de reversiones sobre el estilo Chanel fue fundamental un cuadro donde la artista Marie Laurencen plasmó a Coco provista de una fragilidad inusual. Fue la modelo inglesa Stella Tennant la responsable de abrir las pasadas y lo hizo con trajecito blanco y un styling y modismos que recordaron a la diseñadora. El vestidito negro que se adjudica a Coco en los años treinta fue reinterpretado con matices emparentados con gestos del Swinging London. “Estoy harto de los colores violentos”, habría esgrimido el diseñador, justificando su rescate de la paleta de níveos.

La antítesis fue la colección de Jean Paul Gaultier, cuya invitación reprodujo fragmentos de medias de red y un alfiler de gancho en clara alusión a la cultura punk londinense. Sonó “London Calling” de The Clash y abundaron los peinados mohicanos y las crestas, tanto como artificios para vestidos de alta costura, rayas negras y blancas y rescates de la chaqueta Perfecto aunque rasgadas. A un trench de alta costura, Gaultier lo bautizó “Soy Anarquista”, mientras que a un vestido de alta costura tuneado con cadenas y collar de perro, lo denominó “Sid”. Cada atuendo fue numerado a la vieja usanza y las mannequins portaban pequeñas pancartas numerales.

“La elegancia es subversiva”, sentenciaron a dúo los diseñadores Pier Paolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri, responsables de la casa Valentino desde el retiro del gran jefe de las pasarelas. Ya sin el “rojo Valentino” como fetiche del estilo soireé, apostaron por el blanco y el beige. La colección replicó vestidos cortos y largos con atinadas combinaciones de clasicismo y vanguardia. De un camisero mitad see trough con cuello de institutriz a un strapless largo hasta el piso. No estuvieron ausentes ni los moños, ni flores ni plisados, pero irrumpieron de modo tal que Valentino ahora luce asceta como lo hizo Jil Sander en pleno apogeo del minimalismo en 1990. Siluetas más leves –en sus volúmenes y sus adornos– y también más luminosas.

Una colección rara avis llegó del atelier Givenchy y su actual director de diseño, Riccardo Tisci. El mismo que vistió a Madonna en su última gira y tenía bocetados atuendos para el regreso de Michael Jackson que nunca se produjo. El italiano tiene un estilo que muta y gira alrededor de excesos con intentos de moda arty no muy claros en su manifiesto. El leit motiv de la colección fue Japón y más precisamente un artista de danza butoh llamado Kazuo Ohno. Las siluetas remitieron a vestidos con transparencias, citas a morfologías de robots de juguete que dan una apariencia de heroína de ciencia ficción algo pasado de moda. El detalle extravagante surgió de una bitácora sobre las horas de corte y confección implícitas en esas creaciones. Se perjuró que cada traje de Tisci requirió dos mil horas de corte y cuatro mil horas de costura. Mientras que los pantalones ostentaron hasta noventa metros de plisados.

Otro estilismo rimbombante arribó en la colección de Ellie Sab, uno de los nombres que las estrellas de Hollywood repiten casi como un mantra, al confesar la procedencia de sus outfits, en las entregas de premios. El crítico Tim Blanks, experto de style.com, enfatizó el vestido de novia con organza y muselina dorado y a Norma Shearer, la protagonista de Las zapatillas rojas como musa de la colección. Ya lo veremos pasear por una alfombra roja.

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