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Viernes, 25 de febrero de 2011
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[in corpore]

Otra manera de estar siempre libre

No se trata de poner un tampón para que la menstruación no se note, ni de toallitas finitas para que no se marque el pantalón, ni de nocturnas para que absorban toda la sangre azul que muestra la tele (pst, señores publicistas: la sangre es roja). Se trata de un nuevo método para esos días, sí, tal vez, como los llamaban antes, los días femeninos.

“Hay una forma nueva de vivir la menstruación, más sana, menos costosa y más ecológica. En realidad, la copa menstrual se inventó en los años ‘30, pero quedó opacada por los productos sanitarios descartables que empezaron a fabricarse a partir de esa época”, aseguran las distribuidoras de Mooncup(r)La copa menstrual, realizada en silicona médica flexible. Y no contienen látex, tinturas, BPA, toxinas o blanqueadores.

¿Por qué ecológica? “Hoy se calcula que una mujer usa en promedio unas 11 mil toallitas o tampones durante su vida fértil, generando basura que va a parar a rellenos sanitarios, incineradores e incluso los ríos y mares en algunos países. Una copa menstrual, en cambio, tiene una vida útil de hasta diez años.”

Pero además del deber ser planetario, parece, también es útil para (algo más) que la cartera de la dama. “Es cómoda, no deja residuos en el interior de la vagina ni altera su delicada y compleja flora protectora. Se usa, se enjuaga con agua y se vuelve a utilizar en cada ciclo”, subraya Dolores Bulit, la distribuidora oficial en nuestro país. Y, según asegura, tampoco hunde la billetera. Su costo se amortiza en un año.

No todas las mujeres (ni sus vulvas) son iguales así que la copa –que se produce en Inglaterra y ya tiene distribución oficial en Argentina– viene en dos tamaños: A) para las mujeres mayores de 30 años y/o con partos vaginales y B) para menores de 30 y/o que no han tenido partos vaginales.

En el artículo escrito por Sarah Wickham –una partera especializada– para la publicación inglesa Essentially Midirs, la copa menstrual Mooncup es descripta como un invento que cambió la vida de las mujeres porque “resolvió las molestias y los costos relacionados con los productos para la menstruación”. Y, según sus fanáticas, es más saludable. “A diferencia de los tampones, no deja residuos de fibra en el interior de la vagina ni está asociada al Síndrome de Shock Tóxico (TSS). Tampoco altera el balance natural de la flora vaginal”, apuesta su distribuidora en el país.

Pero además de la practicidad y el reciclado, la copa también brinda una nueva resignificación de lo que muchas feministas llaman el poder púrpura. Bulit remarca: “Este método implica un cambio cultural en la percepción de la menstruación: la copa no absorbe el flujo menstrual sino que simplemente lo recoge. Por eso, conecta a la mujer con su ciclo y con su cuerpo de una forma completamente distinta a los productos descartables”.

Más información: www.mooncup.co.uk

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