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Viernes, 13 de enero de 2012
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experiencias

Los dias sabrosos de Diego y Frida

Un hermoso libro de Guadalupe Rivera, hija del muralista Diego y amiga filial de Frida Kahlo, pone el foco en las escenas de felicidad, placer y vida social de la famosa pareja, antes que en los tramos de sufrimiento, soledad y desdicha. A la vez, Las fiestas de Frida y Diego rescata la pasi贸n de la artista por la cocina mexicana y propone una antolog铆a de sus recetas predilectas, tan apreciadas por su goloso marido.

Por Moira Soto
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Ni fuertes turbulencias amorosas ni escenas del martirologio brutal, ni ensayo sobre las pinturas de Frida Kahlo... Guadalupe Rivera, hija de Diego Rivera y Lupe Mar铆n 鈥損areja 茅sta que dur贸 hasta que ella prefiri贸 al poeta Alejandro G贸mez Arias y 茅l a la jovenc铆sima Frida鈥, elige con memoria selectiva y afectuosa hacer un recorte de los d铆as felices que sin duda tuvo la c茅lebre y conflictiva pareja de artistas. D铆as felices particularmente en la casa azul de Coyoac谩n, signados por el fervor con que FK se consagr贸 a la cocina mexicana, a aprender, a investigar, a preparar amorosamente platillos y bebidas para Diego, para privilegiados invitados que se gratificaban no s贸lo con la riqu铆sima y variada comida generosamente regada, sino tambi茅n con la primorosa manera de decorar la mesa, las paredes, toda la casa con la est茅tica infalible y ultramexicana de Frida Kahlo.

Porque para la genial mujer que supo pintar la leyenda 鈥淰iva la vida鈥 sobre una rodaja rub铆 de sand铆a, dar de comer implicaba toda una puesta en escena que inclu铆a la vajilla, la manteler铆a, flores y frutas sobre la mesa. Y ella misma, cuando la ocasi贸n lo ameritaba, se vest铆a con preciosismo de tehuana de los pies a la cabeza. Como la quer铆a Diego, como se quer铆a ella aunque a veces se sintiera escindida entre la ascendencia ind铆gena materna y la europea paterna (desdoblamiento del que da testimonio en su cuadro Las dos Fridas, de 1939, seg煤n algunas de las interpretaciones que se le suelen adjudicar).

Las fiestas de Diego y Frida, Recuerdos y recetas es una exquisita publicaci贸n del Grupo Patria Cultural, bajo el sello Promexa de M茅xico, impresa en Jap贸n. Guadalupe Rivera trabaj贸 junto con Marie Pierre Colle los textos y la reconstrucci贸n de platos, ingredientes, cacharros, entorno, tal como lo ped铆a la memoria de Frida. A Ignacio Urquiza le cabe el alto m茅rito de haber fotografiado esta escenograf铆a tan coherente que comprende adem谩s fotos del 谩lbum personal de la artista, algunos de sus cuadros, detalles del mobiliario, una p谩gina de la libreta donde Frida anotaba con caligraf铆a prolija, casi escolar, las entradas de dinero debidas a sus obras y a las de Diego.

Adem谩s de visitar a su padre con su hermana menor Ruth, siempre bien recibidas por FK, Guadalupe Rivera vivi贸 a partir de 1942, m谩s de un a帽o, con la pareja en Coyoac谩n, donde reconoce haber tenido experiencias extraordinarias que marcaron su joven vida. Aunque Kahlo le llevaba solo 17 a帽os, se trasluce que tuvo la oportunidad de volcar en la adolescente sus ansias de maternar, tan tristemente frustradas a lo largo de los a帽os. 鈥淎 Frida le encantaba disfrutar de todo鈥, escribe Guadalupe en el pr贸logo que titula Una historia de familia. 鈥淓l mundo a su alrededor era poco para transformarlo en una fiesta permanente. Celebraba santos, cumplea帽os, bautizos, as铆 como la mayor parte de las fiestas populares, fueran profanas o religiosas, que se cruzaran por su camino. Para ello reun铆a a sus amistades, a la familia, a sus disc铆pulos y colegas, o sal铆a a confundirse con el pueblo en los mercados, en las ferias tradicionales.鈥

QUE VES CUANDO LA VES

Si bien GR pasa revista en el citado apartado inicial a las conocidas circunstancias del primer encuentro entre la desenfadada estudiante Frida Kahlo y el artista consagrado Diego Rivera, y al posterior comienzo del romance cuando 茅l vuelve de la entonces URSS, lo hace m谩s bien desde el ojo di谩fano de la ni帽a que fue, desde sus primeras impresiones, las an茅cdotas que le contaron de primera mano. Menciona el terrible accidente de Frida en el tranv铆a (1925), a los 18, pero sin entrar en detalles penosos. Apenas alude a esa primera postraci贸n que dur贸 un a帽o y que la llev贸 a cambiar la idea de estudiar medicina por la de dedicarse a la pintura. Por eso, cuando volvi贸 a estar de pie, fue con sus primeros cuadros a ver a Diego que estaba en algunos de sus andamios pintando, para pedirle una opini贸n sobre sus primeras obras. Y ah铆 mismo se top贸 con la celosa Lupe Mar铆n, la esposa, hecha un basilisco y a punto de arrojarle a la cabeza la canasta de comida que tra铆a para su marido. Pero ya Diego hab铆a elogiado las creaciones de Frida, anim谩ndola a seguir con los pinceles...

Las efem茅rides de FK son bien conocidas: a los 22, en 1929, se casa con Diego, de 42, y la fiesta se hace en la casa de la excepcional fot贸grafa Tina Modotti, musicalizada por mariachis mientras los invitados esperaban a los novios con tragos de tequila y picando chicharr贸n con aguacate. Todo era miel sobre hojuelas hasta que 鈥搚a presentes los reci茅n casados鈥 estallaron los celos incontrolables de la ex de Diego (隆a la saz贸n, felizmente en pareja con el poeta Jorge Cuesta!): Lupe se burl贸 malamente de Frida, le ech贸 en cara sus defectos f铆sicos derivados de la polio que sufri贸 de ni帽a y lleg贸 a levantarle las faldas para mostrar sus piernas desparejas. Frida no se qued贸 en el molde y le retruc贸 con un buen empuj贸n que la mand贸 al suelo. Una vez m谩s, como aquella vez entre los andamios, Diego debi贸 separarlas, calmar los 谩nimos. Y la fiesta de bodas sigui贸 su curso.

Luego de vivir un tiempito en un caser贸n de Colonia Ju谩rez, frente al Paseo de la Reforma 鈥揹onde todo se compart铆a con otras parejas de artistas鈥, Diego acepta la propuesta del embajador de los Estados Unidos de hacer un mural en una antigua construcci贸n, el Palacio Cort茅s, en Cuernavaca. All铆 es donde la visitan por primera vez Ruth y Lupe. La autora de Las fiestas... recuerda los apuros de Frida, todav铆a inexperta ama de casa, para manejarse con las tareas dom茅sticas, hacer la comida, mantener el orden y la serenidad en una cocina peque帽a donde, a causa del clima tropical, pululaban cucarachas y otros insectos. Como dice Lupe, todos sobrevivieron y a los pocos meses regresaban a M茅xico para que Diego cumpliera su compromiso con el presidente de pintar la historia de M茅xico en los muros de la escalera principal del Palacio Nacional. Para esas fechas, las relaciones entre Frida y Lupe se hab铆an apaciguado, y ambos matrimonios se fueron a vivir a un edificio de departamentos: en la planta baja, FK y DR; en el tercer piso, Lupe, su marido y sus dos hijas. 鈥淎unque 鈥揳nota Lupe鈥 siempre est谩bamos juntos a la hora de las comidas y por las noches, cuando llegaban amigos de visita.鈥 La buena vecindad no s贸lo se mantuvo sino que adem谩s Lupe empez贸 a ense帽arle a cocinar a Frida, entre cubiertos de madera y ollas de barro. Si bien la cocina era chica, ellas se las arreglaban para preparar a cuatro manos chiles poblanos en fr铆o, rellenos de picadillo y cubiertos con una salsa agridulce de jitomate y rodajas de cebolla; romeritos con tortas de camar贸n y nopalitos; frijoles negros refritos acompa帽ados de queso y crujientes totopos... Obviamente, los platillos predilectos del exuberante Diego Rivera, un hombr贸n de muy buen diente, dado a los excesos, a quien se le podr铆a aplicar el comentario de Walter Benjamin (en Cuadros de un pensamiento): 鈥淨uien siempre comi贸 con moderaci贸n, nunca experiment贸 lo que es una comida, nunca sufri贸 una comida. A lo sumo conoci贸 el placer de comer pero no el de la voracidad, el desv铆o desde la llana avenida del apetito hacia la selva de la gula...鈥

LO QUE SE HEREDA...

Lupe hab铆a aprendido los platos que le ense帽贸 a Frida de su abuela Isabel Preciado, quien ten铆a como biblia culinaria un cl谩sico de Guadalajara, Recetas pr谩cticas para las se帽oras de la casa, en dos tomos. Con el tiempo, Frida recurri贸 tambi茅n al Nuevo cocinero mexicano, heredado de su madre, sustancioso compendio de las ricuras nacionales.

En 1930, F y D viajan a los Estados Unidos, donde 茅l ha de pintar murales en la Bolsa de San Francisco y en la Escuela de Bellas Artes de California. Seg煤n su estilo disfrutador, Frida se adapta, intenta conocer todo lo posible el pa铆s, experimenta con la pintura. Pero con el paso del tiempo, de hotel en hotel, comienza a extra帽ar la comida mexicana y se queja de la exigua variedad de la alimentaci贸n norteamericana. Ya en Detroit, ella decide volver a cocinar, en el barrio mexicano encuentra almacenes con los ingredientes apropiados y empieza a llevarle diariamente las vituallas a su laborioso marido, que no para de recibir y aceptar encargos.

De regreso en M茅xico, a帽o 1933, la pareja se instala primeramente en la casa de l铆neas supermodernas y audaz colorido dise帽ada por Juan O鈥橤orman, en San Angel Inn. Como la cocina le resultaba estrecha, Frida hizo construir una adicional, pero ni aun as铆 logr贸 sentirse a gusto. Entonces, la pareja decide volver a la casa azul de Coyoac谩n, luego de algunas refacciones. Este ser铆a el hogar, y San Angel el sofisticado estudio.

All铆, en la casa de fachada azul profundo cobalto 鈥揷olor protector contra los esp铆ritus malignos鈥, Frida se fue perfeccionando cada vez m谩s en la realizaci贸n y presentaci贸n de los mejores platos del recetario mexicano. En esa casa pueblerina con jard铆n florido, ramos de girasoles y otras flores del campo en el interior, p谩jaros variados, gatos de largo pelaje gris, el mono ara帽a llamado Fulang Chang... En la cocina, el fog贸n decorado con azulejos de Talavera blancos, azules y amarillos, y en una de las paredes, peque帽os jarritos de barro escrib铆an dos nombres entrelazados: Frida y Diego. Sobre el fuego, ollas y cazuelas de Oaxaca, cazos de cobre de Santa Clara, vasos y jarras de vidrio de Guadalajara y Puebla... As铆 recuerda Guadalupe los paisajes de la felicidad de Frida, as铆 trata de plasmarlos fielmente en el libro, a trav茅s de palabras e im谩genes.

S铆, hubo 鈥揺ntre otras menos importantes鈥 una infidelidad de Diego que hiri贸 en lo profundo a Frida, la que 茅l cometi贸 con Cristina, hermana de ella. Hubo un divorcio en 1939, una historia de Frida con Nicholas Murray, y antes con Trotsky, exiliado en la casa azul hasta ser asesinado. Pero Guadalupe opta por acentuar que F y D se vuelven a casa en 1941. Ella sigue cocinando y pintando: en 1943 crea el m谩s que sugestivo cuadro La novia que se espanta al ver la vida toda abierta, con esas sand铆as caladas, las bananas, el anan谩 y esa papaya sexual dejando entrever su oscuro interior.

LAS DELICIAS, LAS FIESTAS

Eligiendo su propia cronolog铆a, Guadalupe Rivera arranca con el mes de agosto, cuando tuvo lugar aquella fiesta de bodas en Coyoac谩n, donde se sirvi贸 arroz blanco con pl谩tanos fritos, huauzontles en salsa verde, sopa de ostiones, mole negro (preparado con m谩s de 30 ingredientes). Tarde en la noche, los invitados rezagados se sirvieron unas buenas porciones de pozole y toda suerte de tostadas, empezando por las de manitas de cerdo y las de pollo con aguacate.

Septiembre, mes de las fiestas patrias, de los platos que combinan el verde, el blanco y el colorado. En las celebraciones de 1942, Diego invita a varios viejos amigos de los a帽os mozos de militancia y Frida comienza los preparativos por la tarde, escogiendo el vestido de gala de tehuana, con su huipil bordado en amarillo y rojo, falda negra de brocato de seda con hol谩n blanco y rebozo amarillo, flores en el pelo y ocho anillos de oro en sus dedos. En el banquete ofreci贸 caldo miche de pescado, torta de elote, chayotitos rellenos, tunas blancas al an铆s, agua de lima, agua de horchata, agua de flores de Jamaica. En octubre cumpl铆a a帽os Guadalupe, que en ese tiempo que vivi贸 con Frida, tuvo su festejo con sopa de jocoque, macarrones con espinacas, pollo frito en almendrado, carne con pulque, guayabas en sancocho y unas masitas con merengue franc茅s graciosamente llamadas militares de Par铆s...

Y siguen las fechas y las fiestas: en noviembre, Todos los Santos y los Fieles Difuntos; en diciembre, las posadas navide帽as y el fin del a帽o; en enero, la rosca de Reyes; en febrero, un bautizo el D铆a de la Candelaria... Hasta llegar a julio cumplea帽os de Frida y una mesa donde reluce el pipi谩n verde con cerdo y nopales, destacan los rojos de la tinga poblana, las pechugas en escabeche aportan los perfumes del oliva, el vinagre, el ajo, el tomillo fresco... El pescado se sirve en hojas de acuyo y no falta el mole poblano, las ensaladas, el dulce de camote y pi帽a, hecho con 2 kilos de batatas amarillas, un anan谩, 2 tazas de az煤car y 150 gramos de pi帽ones. Deleites para los cinco sentidos, dignos de alguien que, al decir del Wen Fu chino hace a帽ares, hac铆a brillar todo lo que encerraba luz, hac铆a vibrar todo lo que guardaba sonido.

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