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Viernes, 18 de mayo de 2012
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La salud de nuestras hijas e hijos

Por Maria Jose Bernasconi *

“El nacimiento y la economía” es el lema de este año, en la Semana Mundial por un Parto Respetado que se conmemora desde el 21 hasta el 27 de mayo. La Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización de Partos y Nacimientos (Relacahupan) llevará a cabo varias actividades en distintas localidades, entre ellas, el 22 de mayo, a las 18, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, donde, por invitación del diputado Claudio Palmeyro, reflexionaremos sobre los parámetros con los que se mide la salud y en qué invierten los gobiernos.

En términos de salud pública hacemos eje en qué se invierten los fondos y planteamos, una vez más, la irracionalidad del sinnúmero de acciones e intervenciones innecesarias que se hacen en los procesos de embarazo, parto y nacimiento, sin una consciente y certera evaluación del costo-efectividad en los servicios de salud materna.

Los estudios sugieren que la atención a la salud es más económica cuando se proporciona en el primer eslabón de atención: el embarazo y el parto normal pueden ser atendidos en este nivel ya que el personal de maternidades y los medicamentos constituyen los componentes más importantes del costo.

Para entender la viabilidad de ciertas intervenciones específicas de salud materna en el contexto de las economías de recursos limitados, es importante considerar cuáles serían las intervenciones que tienen un costo grande y que, basadas en evidencias científicas de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se han transformado ya en prácticas obsoletas como rasurado, rotura artificial de membranas, inducción de rutina, cesáreas innecesarias, episiotomías. Estas intervenciones todavía se realizan, pero tienen costos que podrían suprimirse y trasladar los fondos a la atención preventiva como consultas pre y post natales, preparación integral con espacios multidisciplinarios –para informar y trabajar con las parejas gestantes y sus familias–, y, con el objetivo de alcanzar el empoderamiento de la mujer, que así se hace dueña y participante activa de este evento que le pertenece, grupos de apoyo durante el puerperio, visitas domiciliarias que vean el bienestar físico y social de cada puérpera, el apego al bebé, la lactancia, etcétera.

Podríamos pensar, entonces, en las recomendaciones de la OMS para la atención del parto; no realizar intervenciones rutinarias y sin base científica que las justifique; dejar que la mujer esté acompañada por una persona de su confianza, y pedirles a los profesionales que sean conscientes, sabiendo que el parto es considerado un evento natural, fisiológico y sexual, en que se otorga a la madre y a su pareja lo necesario para no atentar contra su integridad física y emocional.

* Coordinadora Nacional Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización de Partos y Nacimientos (Relacahupan) y del Centro de la Mujer “Cuestión de Género... mucha tela para cortar” de la Fundación Misión y Servicio.

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