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En el inicio, el jueves 2 y durante la apertura de Bafweek, el estacionamiento de Paseo Alcorta exhibió una puesta intimista trazada por los arquitectos y creadores de Mishka, Marcelo Cantón y Diego Trivelloni: entre bambalinas emergió una colección con dirección de arte de Delia Cancela que puso énfasis en el estilo del swinging London y la veneración de la cultura africana fechada en los ’60 y ’70. En conjunto sugirieron habitantes de una tribu exótica con coordenadas geográficas aleatorias. Portando una línea de sastrería para playas, una profusión de shorts en lino y sedas, blazers de manga corta, siluetas oversize, largos vestidos de cuero y estampas de batik con tonos degradados, las modelos llevaban las piernas pintadas simulando medias para enfatizar los tonos de la colección de zapatos (con charoles, rafias con zigzags y bordados geométricos en una fabulosa gama cromática).
Mientras que otra señal de inicio fue la gran puesta en escena que en La Usina del Arte y en La Boca ideó el viernes por la tarde el diseñador Martín Churba, alma mater de Tramando, en el contexto de la apertura de Desfile Buenos Aires. Allí presentó “Años locos”, una colección que en sus palabras “se inspiró en el art déco que, para Tramando, es el movimiento estético más importante como influencia, tanto porque representa la primera liberación femenina acompañada del abandono del corset –una de las prédicas de Paul Poiret–, como la incorporación de las influencias de Oriente, la geometría como una posibilidad, la participación social de la mujer y el precepto de recorrer el cuerpo pero no recortarlo”. El diseñador con formación actoral ideó la puesta junto a la coreógrafa Ana Frenkel, y allí hubo cuarenta modelos en pasarela, una banda de músicos dirigida por Alejandro Terán y cámaras siguiendo cada paso de las modelos puertas adentro del auditorio que se proyectarían en la pantalla de la sala. Churba contó además que en el proceso de diseño fusionó un libro de figurines de los años veinte con una selección de obras del pintor argentino Pablo Siquier, para emular el efecto “trampaojo” en los vestidos cortos y largos y las estampas que recreaban tonos y texturas de mármoles.
En cuanto a la categoría emergentes, Julia Schang Vitón (con estudios de Diseño de indumentaria en la Universidad de Palermo, silueta longilínea, pelo largo y brackets) dijo acerca de su método: “Me planteé ¿por qué no hacer ropa que partiera de la indecisión y que pudiera funcionar como una respuesta a ciertas temáticas? Me interesa trabajar la dualidad entre la opacidad y la transparencia, considero que trazo una silueta amorfa, como si fuera una nebulosa con geometrías acentuadas y ‘derretidas’. Mis prendas hablan de cierta languidez, los largos con los que trabajo están unos centímetros antes del tobillo o bien al tobillo y las molderías salen de tipologías orientales”. Sus indumentos fueron de monos combinados, el frente con la tipología de un vestido, mientras que la espalda se fusiona con un pantalón de punto, una chaqueta/robe/ spolverino de lino, faldas largas plisadas y transparentes y otras faldas. Crudo, marrón oscuro y grises plata fueron los tonos y, entre ellos, asomó un verde agua combinado con una gama de pantone denominada “Lightest Sky”. Llevaban antenitas de acrílico con luces ad hoc y zapatos de Hermanas Aguila.
Del lado de la industria, Desiderata, la firma más joven del grupo Mazalosa –léase los dueños de Portsaid– presentó sastrería con chaquetas muy cortas y entalladas y sus opuestos, de spolverinos en animal print, pasando por rescates de faldas y camisas de jean celeste, el uso de los flecos cual ornamentos, visos de siluetas lánguidas y estampas de la selva. Mientras que Uma mostró estampas de papagayos en blusas de seda, shorts con glitter, monos cortos de lamé sumados a una línea de básicos en colores naranja, rosa y demás tonalidades afines a las golosinas.
En la colección Aerosol y con una dj en el medio de la pasarela –Catarina Spinetta– la firma Juana de Arco atiborró de trazos de stencils construidos con réplicas de estampas de aerosoles que pueblan las calles de Buenos Aires, rescatadas por el ojo arty de la diseñadora Mariana Cortés. Así se vio una vasta colección de vestidos largos y cortos, las túnicas y líneas de estética streetwear llena de colores, aunque sin renunciar a su abordaje al folk, algunos buzos y algunas faldas ostentaban con sus emblemáticos nidos y tramas de ñandutís. Las modelos llevaban zapatos en tonos naranja, verde limón, rosa y negro, de la colección Bouquet de Luz Príncipe. Los cruces entre el arte callejero y el diseño también cimentaron el lenguaje de la campaña editorial de Bafweek, verano 2012-2013.
12.na es una firma de diseñadores argentinos radicados en Santiago de Chile y con énfasis en el reciclaje que hace un tiempo instauró un manifiesto de moda y arte llamado “Yo monstro”. Avistada en el back, proliferaban reciclajes rara avis y los accesorios simulando huesos de Walka Studio que vaticinaba la profusión de personajes enmascarados. “Vas a ver monstruos”, enunció Mechi, la mujer de la dupla, embarazada de seis meses. La colección se basa en la idea del nacimiento, la evolución y el cambio vinculados con crisálidas. Pero mientras los y las modelos se alistaban a sacar el “monstro”, en el inicio del desfile de la diseñadora Evangelina Bomparola y su colección de impronta minimalista y sastrería de un prêt-à-porter, de repente un enmascarado con el rostro verde de The Mask (sí, el film) se subió a la pasarela causando primero estupefacción en el público, hasta que fue retirado de la escena, tras dar pasos de coreografías entre las modelos –y hasta una vuelta carnero–. Al final del show, luego de desenmascarlo (el hombre afirmó dedicarse a hacer intervenciones en acontecimientos), la diseñadora salió con la máscara en cuestión en su mano y la arrojó al piso. El público aplaudió.
El miércoles, con música de Pappo, se ingresó en un exquisito clima rockero y genuino, con señales de fetichismo, cuero negro y citas al bondage, que caracterizaron la colección de la debutante Emilse Benítez, diseñadora graduada de la UBA. La sumatoria de corsés, leggings con moldería innovadora e intrincada, chalecos, pantalones, bodies y camisas en modelos mujeres y hombres se sumaban a los tatuajes. Remisiones al fetiche con ineludibles secuencias de cadenas, tachas y muñequeras de pies. El flirt con la estética rock de Benítez, quien saludó con una reverencia ante los aplausos, iba vestida con pantalones negros y borcegos que caracterizan su uniforme cotidiano, se enfatizó y profesionalizó cuando su ex alumna Troyer la llamó para sumarse como coequiper en desarrollos para vestuarios más recientes de las banda Babasónicos.
Desde la colección “Cinemática” Vero Ivaldi (quien retornó a la pasarela luego de una pausa y una dedicada puesta en escena que remitió a una gran pantalla, símil telado blanco) expuso básicos de la sastrería, el smoking, al chaleco y el frac, aunque “Ivaldizados” –léase con asimetrías calculadas– y para mujeres y también algunos modelos masculinos con jabot, bermudas en rojo y amarillo, para luego continuar con una línea de vestidos, de variaciones sobre el camisero andrógino hasta culminar con el estallido de siluetas deliberadamente asimétricas en diversos tonos. El disparador de su colección para el verano 2013 remite a los experimentos con imágenes en movimiento del fotógrafo inglés Eadweard Muybridge (que en 1870 se anticiparon al invento del cinematógrafo) y, entre ellos, la obra “El caballo en movimiento”. De ahí que la pasarela emuló los pequeños flipbooks o foliscopios que cobran movimiento al deslizar sus páginas; la colección creció en cuanto los volúmenes y los colores.
Siluetas eclécticas, explosión de colores y una morfología que se anuncia diversa asomó en la primera semana de esta cita nacional de la moda.
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