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Viernes, 11 de octubre de 2013
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música

Despejando la equis

Por primera vez llega la banda hito del indie pop a la Argentina: The XX, el trío londinense que lleva dos discos abriéndose un camino personal que no conoce detractores.

Por Guadalupe Treibel
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Quienes han tenido la suerte de entrevistarlos y quienes no –pero confían en el relato prestado– apoyan la misma moción: que el trío The XX es reservado. Ellos, londinenses de cuna, no rebaten la idea, más bien la arrullan con moderación y comedimiento, características que, a esta altura de los tiempos, resultan cualidades inesperadas. Incluso dan los argumentos del caso: “Es anormal conocer todo acerca de alguien. En el transcurso de la historia humana, la privacidad ha sido la norma”, frasea una de las (tres) caras visibles del grupo, el templado Oliver Sim, bajista y cantante. Romy Madley Croft, cantante y guitarrista, y Jamie Smith, productor y diseñador del ritmo, asienten, completan la ecuación de dos equis, mientras suman signos de pregunta y muchos –muchísimos– signos de exclamación.

Porque desde su debut en 2009 con el homónimo y primogénito The XX, la banda de jovencitos (ahora tienen 24) detonó absolutamente todo gracias a su indie pop hecho y derecho, fundacionalmente delineado sobre bases sonoras sensoriales, bucólicas, íntimas, despojadas. Entre el beat sensual y la inspiración ambient, los ritmos limpios y lacónicos, entre silencios cargados y melancolía inferida (al fin y al cabo, algunas canciones datan de la tierna adolescencia), el grupo logró el milagro: pasar la línea de fuego que separa el culto del mainstream y acaparar, sin resignar una pizca de integridad, la atención de radios, jurados, público interminable. “Me gusta pensar que la gente nos escucha a solas, pero, por otro lado, me encanta actuar en grandes recintos llenos de gente”, ofrece doña Romy sobre la dualidad que los tiene de protagonistas.

“Su música parece creada para ser consumida entre la soledad de cuatro paredes, pero ahí la tienen: encabezando festivales multitudinarios; sus canciones parecen buscar la complicidad individual, el tú a tú, pero ahí están: aclamadas en comuniones masificadas. Un caso a estudiar, sin duda”, destacó en una oportunidad el catalán Juan Cervera para la revista especializada RockDelux, instalando la propuesta de someterlos al laboratorio (sociocultural, más no fuera). ¿Una hipótesis? Que la clave del fervor que despiertan estos “temas hechos con el bisturí de un cirujano” son las voces superpuestas de Sim y Croft, ese diálogo de amores y desencantos aterciopelados al que el susurro le ha alcanzado para todo (incluso, para inspirar un cover de Shakira; qué escalofrío).

Ellos, que escribieron la mayoría de sus tracks –tanto del primero como del segundo álbum, Coexist, de 2012– por mail o iChat, que visten religiosamente con un negro gótico y se conocen desde el arenero del jardín de infantes (salvo por Jamie, que apareció en sus vidas a los 11), confían que menos es más, que la prolijidad rinde sus frutos, que no hay que responder a la actualidad. “No queremos conectar las canciones a un tiempo o espacio concretos”, argumentan estos inducidores de variopintos estados de conciencia, dueños de los himnos (o anti-hits, según la lectora desee etiquetar) “VCR”, “Islands” o “Cristalyze”. Ellos, que esbozaron sus primeros hitos en noches de colegio (todos eran compas de la Elliot School londinense), cuando diseñaban las primeras composiciones bajo la colcha, para no despertar a sus padres.

Comparados a The Cure y a The Smiths (por motivos diferentes, de más está aclarar); fanáticos de Sade, Stevie Nicks y Seal; semi-salidos del closet (Romy habló de su novia Rachel en el blog de una amiga; Oliver, en cambio, prefiere no referirse a su sexualidad); humildes hasta la médula (a menudo justifican su exitosísima fórmula depurada diciendo que fue apenas la consecuencia de no ser grandes instrumentistas); generadores de convincentes lyrics como “Missing” (“mi corazón late de una manera distinta”), los misteriosos XX llegan por primera vez a la Argentina en plena gira interminable. De cara a lo que, se intuye, será un momento memorable, Las12 no puede sino recomendar el paseo por las nubes que tiene cita el próximo 15 de octubre en Mandarine Park, predio de Punta Carrasco, para finalmente corroborar si el vivo está a la altura del mito. Y si estos chicos, como Romy ha definido, son personas frágiles, y algo más: “Amantes, no luchadores”. Por el amor, entonces.

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