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Viernes, 31 de octubre de 2003
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polémicas

La misoginia no es un chiste

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Por Estela Díaz *

Dijo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, en una entrevista realizada el 21 de octubre, y vale recordarlo: “Hay en mí restos de misoginia que debo ocultar. Cuando los encuentro, les echo flit”. A la pregunta de la periodista de si es fobia a las mujeres, contesta: “Claro. Miedos que se adquieren de chico. Es genético...”. Y, frente a qué hace con la misoginia y si le da pelea, dijo: “Admito que la tengo: una mujer tiene que dar más examen para trabajar conmigo que un varón”.
Declaraciones que sirven de pie para recordar algunas políticas de Estado y algunas luchas de los sectores populares oprimidos para transformarlas.
En el siglo XX se incorpora al debate social, político y jurídico un nuevo concepto de ciudadanía, que incluye los derechos de las personas, varones y mujeres, en los aspectos sociales, políticos y económicos. Lo que se conoce como ciudadanía social. Numerosas mujeres hemos luchado desde la Revolución Francesa, antes también, y lo seguimos haciendo en la actualidad para lograr la construcción de un mundo sin opresiones ni discriminación, no solo de género, tampoco de clase, de etnia, de orientación sexual, de edad, ni de ningún otro tipo.
En este sentido es destacable el rol del feminismo como movimiento político, social y filosófico, al reconocer la existencia de relaciones de poder entre los géneros que favorecen y refuerzan la vigencia de un sistema de exclusión e injusticia. Cuando el gobernador Solá contesta a la pregunta de qué lo irrita de las mujeres, diciendo: “El feminismo, y que les resulte más fácil estar con otra mujer que con un tipo. Y la histeria”. No podemos dejar de realizarnos algunas preguntas. ¿La histeria es patrimonio exclusivo de las mujeres? ¿Sabe de qué habla cuando rechaza al feminismo? ¿lo irritan las luchas contra la injusticia, entonces? ¿Lo irritan las luchas por la igualdad, el respeto y el reconocimiento de los derechos ciudadanos plenos? ¿lo irrita que haya un movimiento social que luche contra el machismo, que él claramente profesa, y que le garantiza a él y a muchos más obtener privilegios y poder sobre las mujeres?
Se puede sacar sin dudas una primera conclusión: en su boca, esta expresión no significa más que ponerle nombre a un prejuicio.
Cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires, en la que habitan el 39 por ciento de la población total del país y de la que el 51 por ciento son mujeres, dice que “cierta clase de mujer muy eficiente, para mí es un hombre”. ¿Qué otra cosa está haciendo que asignarle a la biología, nacer varón o mujer, una esencialidad que permite a los hombres acceder a un estatus de inteligencia y/o eficiencia, que les está vedado biológicamente a las mujeres? No hace más que realizar una manifestación actualizada de machismo ultramontano.

¿Que habría pasado ante la confesión pública de otras discriminaciones como la xenofobia, racismos, etc.? ¿Qué pasaría hoy si hubiese dicho: “Hay en mí restos de antisemitismo que debo ocultar”? Con declaraciones antisemitas de este tipo Solá tendría que afrontar varios juicios y demandas.

Estudios realizados por el Indec sobre la situación sociolaboral de las mujeres en el país, incluida la provincia de Buenos Aires, señalan que en promedio las mujeres cobramos un 25 por ciento menos que los varones. Enlos sectores de mayores ingresos, esta diferencia trepa al 40 por ciento. En Argentina, a diferencia de otros países de América, no sólo hay mayor cantidad de mujeres con estudios secundarios y primarios completos sino que, además, las jóvenes cuentan con mayores niveles educativos que las adultas, e inclusive que los hombres, sin embargo casi la mitad de las mujeres se dedica a tareas no calificadas, y más de la mitad tienen niveles educativos superiores a los requeridos por su trabajo. Estos datos estadísticos tendrán algo que ver con la afirmación de Solá: “... una mujer tiene que dar más exámenes para trabajar conmigo que un varón”.
¿Qué políticas activas para achicar esta brecha laboral entre varones y mujeres, podemos esperar de un gobernador que realiza tamaña afirmación?

La discriminación es un mal que pretende combatir una profusa legislación internacional, nacional y provincial. Las leyes colocan en manos del Estado la obligación de proteger a los ciudadanos y ciudadanas contra la discriminación. Justamente desde la cabeza visible, desde el jefe de Estado de la provincia más importante del país, desde ahí se sostienen liviana y alegremente conductas discriminatorias. Esto genera un gran contrasentido y una gran violencia.
¿Qué podemos esperar de las decisiones de Solá en materia de políticas públicas? ¿Qué espacio le puede otorgar a las perspectiva de género en las mismas? ¿De qué democracia puede hablar cuando pone en condición de inferioridad a más de la mitad de la población? ¿Qué impacto tienen sus “naturalizadas” afirmaciones en el funcionariado de su gobierno?
A dos años de gobierno de Solá y con miras a un período de cuatro más podemos observar que en el provincia de Buenos Aires sólo existe una Dirección Provincial de Igualdad de Oportunidades con escasos recursos, escasa o ninguna perspectiva de género en las políticas públicas, el desmantelamiento del programa de violencia familiar, la falta de la reglamentación del programa de salud sexual y reproductiva.

Su opinión impacta socialmente, al ser el funcionario de mayor jerarquía de la provincia de Buenos Aires, como formador de opinión pública y en cuanto a su gestión al frente de la administración pública, está marcando un patrón ideológico que subvalora el papel y desempeño de las trabajadoras. Como si esto fuera poco, lejos de retractarse, reafirmó sus opiniones en un taller de capacitación organizada por la Dirección Provincial de Igualdad de Oportunidades, ante el cuestionamiento de un nutrido grupo de mujeres, que vienen trabajando desde distintos ámbitos por los derechos de las mujeres.

Al asombro inicial sigue la indignación. Lo que el gobernador ha dicho supera lo previsible, es escandaloso. Resulta imprescindible el repudio, la denuncia y el rechazo a este tipo de afirmaciones por el conjunto de la sociedad, las organizaciones defensoras de los derechos humanos y los medios de comunicación.
Debemos exigir al señor gobernador se retracte, pida disculpas públicas y rinda exámenes periódicos, frente a la sociedad bonaerense, de las medidas concretas de gobiernos a favor de la igualdad de oportunidades y trato entre los varones y mujeres de la provincia de Buenos Aires.

* Secretaria de Género e Igualdad de
Oportunidades, CTA Nacional.

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