Las ilustraciones de Denise Esteban cortejan a las palabras, las ti帽en de luz, les ofrecen un aire que con natural habilidad destila sombras c贸mplices y pliegues de vigilia en cualquier sue帽o. Por eso la 铆ntima de los poetas era la elegida cuando de ediciones se trataba, por eso sus pinturas son estrofa nueva en los libros de Ren茅 Char, Octavio Paz, Philippe Jaccottet y Eug猫ne Guillevic. La pintora de las voces naci贸 en Reims, estudi贸 en la escuela de Artes Decorativas y en la de Bellas Artes de Par铆s, pero su formaci贸n amaneci贸 cuando a mediados de los a帽os sesenta descubri贸 a Giorgio Morandi (su Natura Morta de 1954 es un s铆mbolo en La Dolce Vita de Fellini), los paisajes de Nicolas de Sta毛l y la revelaci贸n expresionista de Arp谩d Szenes (matrimonio pict贸rico 鈥搚 el otro tambi茅n鈥 con Mar铆a Helena Vieira da Silva). Ahora la alumna celosa de Corot y Degas ampliaba las razones de su devoci贸n representativa y buscaba compa帽铆a en las palabras que la subieran a un barco aunque s贸lo estuviera entre cuatro paredes, porque f谩cilmente las convert铆a en una curva arterial donde las frases hac铆an olas y los espejos, pizarras m谩gicas. Recuperando la tradici贸n figurativa y la pintura sobre caballete, sus paisajes de Provenza y de Vand茅e eran un escrupuloso destello de la realidad y un c铆rculo de poes铆a que Roger Munier llam贸 furtiva presencia en el ensayo que le dedic贸, interesado en ese espacio visual donde 鈥渄esde el fondo abismal de la abstracci贸n, regresa una cualidad figurativa no s贸lo de objetos sino tambi茅n paisaj铆stica y antropom贸rfica鈥.
Casada con Claude Esteban vivi贸 con el poeta en una aldea en la isla de Yeu 鈥揷erca de la costa atl谩ntica francesa, sobre el golfo de Vizcaya鈥. Una tarde de septiembre de 1986, mientras recorr铆a el pueblo de piedra en su bicicleta, se cay贸. El accidente le cost贸 la vida. Muri贸 en Nantes, muy cerca de la isla que la inspiraba. Miles de pasteles, pinturas al 贸leo, ilustraciones y dibujos estuvieron primero bajo la custodia de Claude (hasta que muri贸, en abril de 2006) y ahora en la de sus hermanos esperando una nueva retrospectiva. 鈥淪oy la sombra que arrojan mis palabras鈥 escribi贸 uno de sus poetas ilustrados mientras descubr铆a la geometr铆a oculta en los colores de Denise, en la tentaci贸n bella nunca empalagosa que hac铆a contrapunto con la composici贸n decisiva y audaz derivada de Degas. 驴A qu茅 belleza renunciaba Denise cuando sus colores enjuagados y sus tinieblas se deten铆an 鈥揷omo Ema, el desnudo de Gerhard Richter鈥 en los escalones que revelaban en cada trazo la l铆nea de su historia?
Los libros que Denise ilustr贸 nos poseen de manera doble, podemos repetir de memoria los versos sueltos de los poetas 鈥搎ue con suerte guardamos como gusanitos en la cabeza鈥, escribirlos con la yema del dedo sobre un vidrio empa帽ado, en papeles recortados o cantarlos en el ba帽o pero tambi茅n y s贸lo porque ella los dibuj贸, somos el papel secante que se qued贸 con alguno de los amarillos. Ahora versos y yuxtaposiciones hacen puente con las tinturas y juntos confunden niveles de imaginaci贸n con lo que se dijo reci茅n y con lo que sigue porque cuando alguien abre la puerta de una habitaci贸n los colores de Denise Esteban muestran los rincones. Entonces, en la voracidad de la espera, la imagen se convierte en voz po茅tica: 鈥淔lor de resurrecci贸n, uva de vida,/ se帽ora de la flauta y del rel谩mpago, /terraza del jazm铆n, sal en la herida,/ ramos de rosas para el fusilado. (鈥淧iedra de sol鈥, Octavio Paz)
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